El único diario que no abre portada con la cumbre del Mundo Libre (sic) es El Punt Avui, que titula con puntería, esta vez sí: "Castellano, por ley". ¿Qué verbo se esconde tras la elisión marcada por la coma? ¿Imponer? ¿Ceder? ¿Tragar? Escógelo tú. Ayer por la mañana, Junts, Esquerra, socialistas y comunes presentaron un acuerdo para dejar claro que las políticas lingüísticas y educativas no las imponen los tribunales y que los jueces no pueden ignorar ni excluir el antiguo y extenso consenso político y social sobre la lengua en Catalunya. En pocas horas, sin embargo, todo había saltado por los aires. Junts, falto de entendimiento —parece tres o cuatro partidos en uno— pidió rehacer el acuerdo, que había levantado mucha polvareda interna y entre las entidades de defensa y promoción de la lengua (no todas) por el lenguaje vago sobre el catalán como lengua vehicular de la enseñanza y la elevación del castellano a esa categoría por la puerta de atrás. De hecho, en las portadas recibe más Junts por sus vaivenes que el acuerdo en sí, que deja en manos de cada escuela hacer lo que le parezca con la lengua en las aulas. Ya lo decía ayer El Punt Avui: ni por la lengua se pone de acuerdo el independentismo. Sin acuerdo político y una decisión concreta, a los jueces —uno de los que se lleva el caso lleva la pulserita con la bandera española— les faltará tiempo para imponer la suya, sea el 25%, el 50% o vete a saber. Porque hoy viernes acaba el plazo para dar cumplimiento a la sentencia que impone el 25% de castellano en la escuela y se podrá pedir su ejecución forzosa.
El resto de portadas abren como la fotografía —es de Bienvenido Mister Marshall, comedia satírica de Luis García Berlanga de 1952— con ocasión de la llegada a Europa del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, protagonista principal de la cumbre insólita que reunía a la OTAN, la UE y el G-7, para poner de manifiesto al autócrata de Rusia, Vladímir Putin, que está solo en la agresión militar a Ucrania. El encuentro es la demostración de unidad más clara de, llamémosle Occidente, desde siempre. Incluso puede decirse que ayer se cerraron heridas abiertas entre "aliados" por la segunda guerra del Golfo, el hundimiento de Gadafi en Libia y los conflictos que sacuden a Oriente Medio. Ciertamente, la mayoría de la ciudadanía occidental habrá disfrutado de la unidad de las democracias liberales —más o menos democracias y más o menos liberales— contra la guerra de Putin. También ha vuelto a quedar claro que Míster Marshall comanda mientras el resto baila al ritmo de Renato Carosone a Tu vuo' fa' l'americano:
Tú quieres ser el americano
americano, americano...
sin embargo, escúchame, ¿quién te lo pide?
Tú quieres vivir a la moda,
pero si bebes whisky and soda
después te quedas mareado...
Tú bailas rock and roll
tú juegas al bèisbol...
pero el dinero para los Camel
¿quién te lo da? ¡El bolso de mamá!
El Mundo —y un poco Ara— tocan uno de los asuntos más destacables del encuentro de líderes: qué hacer con China. Quien lo explica mejor, hoy por hoy, es Larry Fink, el CEO de BlackRock, la empresa de gestión de inversiones mayor del mundo (administra 9.082 billones de euros), en la carta anual a sus accionistas. No menciona a China pero se le entiende todo. La invasión de Ucrania ha acabado a la globalización tal como la hemos experimentado hasta ahora. Empresas y gobiernos examinarán sus dependencias de otros estados y, seguramente, decidirán producir más dentro de las propias fronteras, retirarse de algunos países y reorientar a gran escala las cadenas de suministro, aunque eso suponga aumento de precios. De esta reorientación se pueden beneficiar México, Brasil, los EE.UU. o el sureste asiático, concluye Fink. Hablando en plata: China podría ser sustituida como fábrica del mundo por estos países, que no tienen pretensiones de dominar el mundo ni se enredan con tiranos como Putin. Menos quebraderos de cabeza a cambio de un poco de inflación. Follow the money, como los paisanos de la peli de Berlanga. Esperemos que no acabe igual, con el dinero pasando de largo.
El gran tema que queda escondido por la cumbre del Mundo Libre (sic) es que la justicia inglesa ha enviado Juan Carlos I al juicio que le mueve "su expareja" (como la llama El País) porque no le reconoce la inmunidad. El juez considera que el título "rey emérito" no tiene ningún peso jurídico ni se asocia al privilegio constitucional otorgado al jefe del Estado. Ya ves, un juez de un "tribunal regional" inglés explicando a España la mismísima Constitución española —y mira que ellos no tienen ninguna escrita. La pérfida Albion.