En las portadas, hoy es un día desagradable más que triste, trágico más que agrio, fastidioso más que siniestro. Gran Bretaña se ha marchado de la Unión Europea. El continente lo notará mucho. Se va una de las mejores tradiciones cívicas y políticas de la historia —quizás la mejor—, el espacio donde durante ocho siglos se ha construido la democracia liberal que ha sabido acomodar las instituciones, los ciudadanos, los valores y los intereses de la manera más práctica, sin el papeleo, en sentido planiano ("La democracia, el parlamentarismo, en España, no ha producido más que un enorme papeleo"), que ha acompañado a las democracias surgidas de la otra gran tradición política y cívica, la que arraiga en la Revolución Francesa.
Se marchan los hacedores de la revolución industrial, en que se reflejan todas las evoluciones posteriores de la empresa, las finanzas, el comercio y el trabajo. Se marchan los creadores de una constitución no escrita que se respeta. Se marchan los inventores de la máquina de vapor, del fútbol y de la televisión. Se marchan los laboristas, hijos del sindicalismo más benemérito, artífices de la seguridad social contemporánea, imitada en todas partes. Se marchan los creadores de la máquina de ganar elecciones más lograda de la historia, el Partido Conservador. A ellos ha tocado pilotar, más que a otros, ese fenómeno de país que parió a More, Gladstone y Churchill; Shakespeare, Dickens, Austen y Chesterton; Newton, Watt y Brunel; Locke, Berlin y Judt; Smith, Mill y Keynes; Cook, Livingston y Shackleton; Lennon, Jagger y Bowie; Bannister, Ferguson y Hamilton; Darwin, Fleming y Hawking; Chaplin, Andrews y Niven...
La lista de nombres e hitos sería literalmente inacabable. La vida de estos británicos, y muchos más, ha hecho mejores las vidas de todos en todo el mundo. La tuya también. Todos los conocemos. Un monumento de país con un legado mundial, universal, cósmico. Han dado mucho y también se han dejado la piel: sólo en la Primera Guerra Mundial, más de un millón de jóvenes británicos murió en el continente, lejos de casa. También se les pueden hacer muchos reproches —de entrada, el mismo Brexit—, pero pueden lucir una historia con más luces que sombras.
El historiador Timothy Garton-Ash, catedrático de estudios europeos en Oxford, insiste, sin embargo, que "Gran Bretaña no se ha marchado de Europa; sólo se ha ido a otra habitación". Quizás sí.
Portadas amargas
En este contexto —un tanto anglófilo, de acuerdo— da pena comprobar como tantas portadas de la prensa de Madrid y Barcelona insisten en describir a Gran Bretaña como un país dividido y en cargarle el mochuelo de la situación ("portazo", "arría la bandera"…). Se echa de menos en muchas portadas, y hoy era el día, una alusión a una cuestión clave: ¿por qué Gran Bretaña abandona el proyecto contemporáneo de Europa que encarna la UE? Sólo El Periódico y Ara tienen la magnanimidad de intentar una portada a la altura del momento, aunque sea con un deje sentimental. Tal vez El Mundo, que habla "del día más triste de la Unión Europea" (pero después de decir que Gran Bretaña "suelta amarras"). ¿Por qué todo tiene que ser siempre desunión, discordia y brega? Es una manera amarga de ver la vida y el mundo.
Ayer, The Economist, favorable a la permanencia de Gran Bretaña en la UE, decía que "ahora que el Brexit ya es definitivo, el país tiene que sacar el máximo partido de esta oportunidad". Hoy es Garton-Ash, otro remainer, quien hace el contrapunto: "Sólo el exdefensor de la permanencia más egoísta y vengativo desearía que quienes votaron a favor del Brexit sufran sus consecuencias. Los remainers somos tan patriotas como cualquier partidario del Brexit, y deseamos lo mejor tanto para nuestro país como para nuestro continente". El mismo Boris Johnson repite con insistencia: hay que "unir el país después del Brexit".
Qué contraste con la actitud de tantos diarios y columnistas (y políticos, e intelectuales, y...) españoles, que entienden todo en términos de vencer o ser derrotado, triunfar o despeñarse, arrasar o abrasarse. Debe ser que ocho siglos de diferencia son muchos siglos —y las ganas mal disimuladas de que los británicos se vayan para hacer un quítate tú pa' ponerme yo.
BONUS TRACK. Debajo de las portadas de Barcelona y Madrid vienen las de los principales diarios y revistas británicos sobre la cosa.