Susan Sarandon aparece este martes fotografiada en las portadas de los cuatro diarios de Barcelona. La madre, activista y actriz, por este orden —son sus mismas palabras— está en Barcelona para asistir a una proyección de Thelma y Louise en el BCN Film Fest. La película, dirigida por Ridley Scott, se convirtió al instante en un icono del feminismo. Sarandon, entre otras cosas, dice que ni Scott ni ella pensaban en nada de eso mientras la rodaban. También se queja de que el Partido Demócrata "está perdiendo a la clase obrera de los Estados Unidos" porque "no se preocupa de los problemas económicos, su foco es siempre cultural".
Ningún diario de Madrid tiene a Sarandon en primera página, porque si no pasa en Madrid no pasa en ningún sitio. También porque la cuota cultural la ocupa Rafael Cadenas, que este lunes recibió el Premio Cervantes de manos de los reyes de España. El poeta, ensayista y profesor universitario venezolano ha dicho cosas como "el nacionalismo es un sarampión" y que "divide a las personas". Son expresiones de calidad encantadora de las que gusta escuchar en España, donde el nacionalismo siempre es el de los otros. Además, está muy bien que hable de esa manera un poeta oriundo del país donde está enterrado Simón Bolívar, un independentista no nacionalista avant la lettre del que nunca aprendemos bastante.
Una tercera figura aparece en la portada de El País. Es José Javier Parladé Escobar, de 81 años. No habías oído nunca nada de él hasta este lunes, tal vez hasta ahora mismo. Parladé es uno de los poco más de 1.800 misioneros combonianos, congregación religiosa dedicada al apostolado en poblaciones todavía poco evangelizadas, especialmente en África. Una especie de navy seals de las misiones católicas. Parladé es sevillano, pero vive en Sudán desde 1972. Hace 52 años, pues, que convive en una dictadura con la pobreza extrema, el hambre y la muerte, entre conflictos étnicos como el de Darfur o el del Sudán del Sur, digiriera que horas de ahora ni su gobierno sabe si es viable. En Sudán, este misionero ha hecho lo que hacen los misioneros: cuidar de las almas y de los cuerpos. Él dice que no tiene miedo de nada, que nunca lo ha tenido, ni cuando lo detuvieron en los años 80 sin causa y pensaba que lo matarían.
Hace unos años le entrevistaron en El Correo de Andalucía. "A los pobres solo se les puede comprender viviendo con ellos y como ellos, comiendo con ellos o pasando hambre como ellos. En mis 12 años en Mabán, tenía una choza, un colchón y basta. Durante una hambruna, llegó un sacerdote, enviado por el obispo, en un camión con alimentos, y me trajo dos sillas y una cama. Al poco, los guerrilleros se llevaron el colchón. Durante esos 12 años no tuve ni una bicicleta. Recorría a pie kilómetros y kilómetros. Pero cuando llegué no había una sola comunidad cristiana y cuando me fui había 91. Cada una con su escuela, su cooperativa, su organización para ayudar a los pobres. Todo llevado por voluntarios".
Es una lástima que Parladé solo aparezca en la portada de El País (La Vanguardia le entrevista en el interior), y no reciba el tratamiento de Sarandon y Cadenas, dos personalidades con una trayectoria de artistas indómitos y contestatarios bastante conocida, claro que sí. Del misionero hemos sabido porque lo han evacuado de su casa, bombardeada por los rebeldes sudaneses —en el Sudán hace una semana que ha estallado una guerra entre dos facciones del ejército— igual que la parroquia. Él y sus dos compañeros corrían riesgo de muerte. Parladé, a quien también se le ve indómito y decidido, dice que solo está en Madrid de vacaciones, que él es sudanés y que cuando acabe la guerra regresará allí. Un hombre valiente, discreto y generoso en lo que seguramente Sarandon y Cadenas regalarían todos los homenajes y premios que recibirán estos días. Los diarios, en cambio, no se han dado cuenta de que podían haber hecho lo mismo con su portada, de que tenían delante suyo un héroe.