Todas las portadas hoy —excepto una: ya la encontrarás— abren una rendija a la esperanza: Ucrania y Rusia empiezan a entenderse. La renuncia de Ucrania a incorporarse a la OTAN y aceptar la condición de estado neutral ha hecho que Putin hable de aflojar la agresión militar en el frente del Norte y los bombardeos de Kyiv y Txerníhiv. Ucrania pide garantías de seguridad y, a cambio, se ofrece a hablar del Donbas y de Crimea, regiones ocupadas por Rusia desde el 2014. Los títulos de este miércoles sobre estos avances son informativos. Presentan los hechos pelados de una transacción donde los dos campos enfrentados han cedido. Si la dinámica de las conversaciones de Estambul sigue ese camino, llegará el día que se encontrarán firmando un acuerdo. Todos habrán perdido porque este es el proceso y el resultado de cualquier negociación normal. La gracia es explicarlo de manera que las cesiones lógicas y naturales de cualquier trato queden vestidas de victoria tanto en Ucrania como en Rusia. Prepárate, pues, porque los días que vienen asistiremos a este fenómeno contemporáneo de la construcción de un relato en torno a los hechos, especialmente desde la parte agresora —la Rusia de Putin— que desde el principio de la guerra no habla de guerra y prohíbe que se hable de ello con penas intimidatorias de hasta 15 años de prisión, además de que ya ha clausurado todos los medios independientes o críticos.

El pasado diciembre, Chris Wallace, el veterano presentador del telediario noche de la cadena estadounidense Fox News, se marchó por sorpresa. Este martes ha explicado por qué. "Yo no tengo ningún problema con la opinión, ni la conservadora ni la progre. Pero cuándo se empieza a cuestionar la verdad —¿Quién ganó las elecciones de 2020? ¿Hubo una insurrección el 6 de enero?…— ya me pareció insostenible". Hace una semana, el diario The New York Times publicó un documento denominado "Nuestra estrategia", que arranca así: "Nuestra misión es buscar la verdad y ayudar a la gente a entender el mundo". Lo de la verdad viene a cuenta de que, de ahora en adelante, respecto a la invasión de Ucrania, es clave recordar que hay un agresor y un agredido, un fuerte y un débil, un sitiador y un asediado y saber quién es quién. Si no, las víctimas se convertirán en los victimarios mientras se fabrica una realidad que lo justifique, ni que sea excusándose en que es "una opinión" legítima, una realidad alternativa —tan buena como la genuina y original— hecha de informes, testigos, atestados, sentencias y todo lo que quieras.

En Catalunya y España estamos bien entrenados. Estos últimos años no ha faltado práctica en el arte de dar gato por liebre. Por suerte, llega un día —un día como ayer, por ejemplo— en que se presentan a pinchar el globo Amnistía Internacional (la libertad de expresión y el derecho a la protesta siguen amenazados en el Estado español, con alusiones a la ley mordaza y también a Puigdemont, Cuixart y Sànchez), el Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa (de las 19 recomendaciones hechas al Estado español para mejorar no se ha cumplido ninguna), la Fiscalía Europea (ha decidido investigar el caso del hermano de Isabel Díaz Ayuso porque la fiscalía española arrastraba los pies) o la justicia británica (sentará a Juan Carlos I en el banquillo porque no le reconoce la inmunidad en que se ampara la justicia española para no hacerle nada). Por no mencionar el retroceso de la calidad democrática de España en los dos índices de referencia de la cosa, el de The Economist y el Varieties of Democracy. En las portadas de hoy no encontrarás casi nada de todo eso. ¿Por qué tenemos que hablar de la degradación de la democracia y de los derechos civiles y políticos de la gente si podemos decir que la fiesta continúa, que el gobierno español bonifica el coste de los combustibles y de la energía, que Barcelona ha sido nombrada sede de la Copa del América de vela y que los Juegos Olímpicos de Invierno qué bien? Lástima.

La Vanguardia

El Periódico

El Punt Avui

Ara

El Pais

El Mundo

ABC

La Razón