Todas las portadas salvo La Razón (¿qué le pasa a esta gente?) abren con que Putin ha suspendido el tratado START III o Nuevo START (acrónimo en inglés de Tratado de Reducción de Armas Estratégicas). Este tratado limita la cantidad de ojivas nucleares de alcance intercontinental que pueden desplegar Estados Unidos y Rusia, y autoriza a inspectores norteamericanos y rusos a supervisar los respectivos arsenales para asegurar que se cumple. El afán por calentar los títulos hace perder el matiz a algunas portadas, empeñadas en asustar a los lectores. Putin no ha "roto" nada, como dicen El Mundo y El Periódico, ni hay ninguna "guerra caliente" como quiere hacer ver El Punt Avui —se trataría, más bien, de un posible reinicio de la "guerra fría" de los años 1950-1970 del siglo pasado, cuando no había control de armas nucleares.

El Nuevo START era el último tratado nuclear activo. Aun no está muerto, sin embargo, a pesar de las portadas que lo matan. Putin ha dejado claro que no lo rompe ni se retira sino que lo suspende. El Ministerio de Exteriores de Rusia ha añadido, además, que no tiene intención de desplegar armas nucleares estratégicas más allá de los límites del tratado: 1.550 por país. Eso aleja la reanudación de la carrera armamentística al menos hasta 2026, fecha en que expira el tratado. Señala, sin embargo, la voluntad de Putin —o su farol— de no detenerse por nada en la guerra contra Ucrania. El resto de diarios lo explica con varios matices. En una versión más interpretada, ABC dice que Putin "recurre al victimismo" y La Vanguardia que "acelera el final del control del arsenal atómico". El País se pone de un apocalíptico administrativo y explica que "suspende el último acuerdo de control nuclear". Ara ("deja en suspenso") se queda solo en administrativo.

Joe Biden, que pronunció un discurso épico y gallardo en el antiguo Palacio Real de Varsovia, rodeado de una ciudadanía entusiasta, no ha caído en gracia a los portadistas, pese a la ventaja de hablar después de Putin. Seguramente se debe al atractivo de las fotos de Putin en un escenario que evoca las concentraciones del partido nazi en Nüremberg o algún festival comunista chino, y al hecho de que Biden gastó la pólvora mediática el día antes, en su visita secreta a Zelenski en Kyiv. Se abre el debate. ¿A quién das la portada? ¿A quien te amenaza o a quien te anima, por mucho tratado nuclear que se rompa? Porque también hay fotos magníficas de Biden al aire libre, con la gente apiñada que lo celebra, en vez de en una sala cerrada, vestida de sala de estar de nuevo rico y cargada de señores obligados a aplaudir a Putin.

Es cierto que no es el mejor momento para la estabilidad y la moderación nucleares. Rusia suspende tratados, China desarrolla armas nucleares estratégicas, Corea del Norte prueba misiles intercontinentales e Irán casi dispone de uranio de calidad militar. Ahora bien, una cosa es clara: no es lo mismo que las armas nucleares dependan el albedrío de un dictador obsesionado, iracundo, enajenado o irresponsable que en manos de una democracia, por muy oxidadas que estén algunas instituciones o por corruptos que sean algunos de sus representantes. La diferencia es que las paranoias del dictador son ley que obliga a la gente, tratada como súbditos y carne de cañón, mientras que los demócratas corruptos saben que son unos delincuentes y que a los vagos, locos o incompetentes tarde o temprano acabaran por echarlos los ciudadanos. Las democracias tienden a respetar acuerdos y pactos. Las dictaduras, no. No es indiferente en qué manos pones tu libertad porque no todas son lo mismo.

A los que dicen que da igual y todos son iguales —Putin y Biden, Macron, Scholz...— les vendrá bien escuchar la respuesta de Volodímir Zelenski a los periodistas italianos que le preguntaban sobre la preferencia de Sílvio Berlusconi por Putin, con ocasión de la visita, este martes, de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, a Kyiv. "¿Berlusconi? Nadie ha bombardeado nunca su casa con misiles como lo hacen sus amigos rusos. Nunca le han puesto los tanques en el patio de atrás. No han matado a sus familiares. Su mujer no tiene que salir nunca a buscar comida. Nadie de su casa ha tenido que huir de casa a las tres de la madrugada. Todo eso es gracias al amor fraternal de Rusia y de los rusos que arrebatan la vida a los 'hermanos' de Ucrania". Pues eso.

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