El economista Santiago Niño Becerra ha pronosticado que no es imaginable un conflicto bélico entre la OTAN y Rusia a causa de Ucrania, por el enorme impacto económico que tendría para todas las partes. "No soy experto en geopolítica ni en geoestrategia, pero miren un mapa de la Europa central. ¿Es imaginable en el 2022, no en 1622, una guerra aquí? Las pérdidas de todos los países de la zona serían monstruosas y el caos que se formaría sería inmenso", ha indicado. El economista ha hecho referencia al fin del dominio lituano-polaco sobre la actual Ucrania, instaurado en el siglo XV, y que se hundió en el siglo XVII. Después de conflictos con los tártaros y los otomanos, una revuelta cosaca con el apoyo ruso y de los tártaros de Crimea llevó a la creación de Ucrania como territorio autónomo cosaco.

 

 

Una muestra de las grandes implicaciones económicas que están en juego es que Alemania, de momento, no interviene en el operativo militar, y se ha limitado a enviar cascos y un hospital de campaña a Ucrania. Ha mantenido, en cambio, su negativa al envío de armas al país para no alimentar la tensión militar con Rusia, según ha comunicado la ministra de Defensa, Christine Lambrecht. "Entregaremos en febrero un hospital de campaña completo, incluida la formación necesaria, y todo eso cofinanciado por Alemania con 5,3 millones de euros", ha explicado Lambrecht en una entrevista al diario alemán Die Welt. Alemania ya ha suministrado respiradores y está atendiendo a los soldados ucranianos que se encuentran gravemente heridos en hospitales de la Bundeswehr (Fuerzas Armadas), ha confirmado la ministra. El gobierno alemán tiene que hacer todo lo posible para desescalar la situación de crisis, según Lambrecht. "El suministro de armas no sería útil en este momento. Este es el consenso en el gobierno federal", ha afirmado.

El gasoducto Nord Stream 2 | Wikipedia

Un ejemplo de la complejidad de la situación es el interés común alemán y ruso sobre Nord Stream 2, que tiene que duplicar las exportaciones de gas de Rusia a Alemania, por el mar del Norte, abriendo una comunicación directa entre los dos países. La canalización elude a Ucrania, que depende de los gasoductos actuales que pasan por este país para obtener ingresos y se vería muy afectada por la pérdida de las tarifas de tráfico. Las empresas alemanas han invertido mucho dinero en el gasoducto, que tendrá 1.225 kilómetros de longitud, y el antiguo canciller Gerhard Schröder (SPD) ha tenido un papel importante en su construcción. El funcionamiento del gasoducto solo depende de la certificación, que Alemania solo puede sellar si el conflicto de Ucrania no escala más en la vía bélica. Mientras tanto, el actual retraso ha sido muy bien bienvenido por la firma energética ucraniana Naftogaz. Y la compañía de gas polaca PGNiG también ha respondido con un llamamiento a la solidaridad energética en la UE para garantizar la seguridad de los suministros, en un complejo equilibrio geopolítico.