El presidente ruso, Vladímir Putin, ha anunciado este domingo, en medio de la guerra de Ucrania, una nueva y ambiciosa doctrina naval que sitúa en los EE. UU. como la amenaza mayor para el Kremlin y busca que Rusia sea una gran potencia marítima con las líneas rojas en el Ártico y los mares Negro y Báltico. "Los intereses nacionales de Rusia como gran potencia marítima se extienden a todos los océanos y al mar Caspia", señala el documento que ha firmado Putin en la Fortaleza de Pere y Pau de San Petersburgo en motivo del Día de la Armada. Como ya pasó en el 2015, después del deterioro de las relaciones con Occidente provocado por la anexión de la península de Crimea en el 2014, Putin ha aprobado por decreto una nueva doctrina naval que tiene en cuenta los dramáticos cambios geopolíticos causados por la invasión rusa en Ucrania.

Esta nueva doctrina asegura que Rusia no acepta, ni aceptará, injerencias en sus asuntos en el Ártico, el Caspio o el mar de Ojotsk (Pacífico) así como a los mares Negro y Azov, arrebatado, a Ucrania, el Báltico, las islas Kuriles, cuya soberanía reclama Japón, el Mediterráneo oriental y los estrechos que llevan a Asia y África. "Hemos marcado abiertamente las fronteras y zonas de los intereses nacionales de Rusia, tanto las económicas como las estratégicas que son vitales. Garantizaremos su defensa de manera firme y por todos los medios", asegura el documento.

Con la estatua ecuestre de Pedro el Grande a su espalda, que fue el zar que convirtió hace 300 años en Rusia en un imperio con una poderosa armada con salida al Báltico, Putin ha expuesto sus ambiciones de grandeza justo cuando Occidente lo ha condenado al aislamiento con sus sanciones. Para evitar este ostracismo, Moscú ha anunciado sus planes para crear una serie de bases navales y centros de abastecimiento desde el Mediterráneo oriental hasta la región de Asia-Pacífico, el océano Índico y el Golfo Pérsico, un hecho que irá acompañado de la construcción de varios portaaviones.

Con respecto al mediterráneo, además de garantizar su presencia permanente en el puerto de Tartas, en Siria, Moscú quiere abrir centros de mantenimiento naval "en territorio de otros países de la región", incluido África y Oriente Medio. En concreto, la doctrina destaca el interés en incrementar la cooperación militar-naval con la India, Irán, Arabia Saudí y el Iraq. Y es que Rusia intenta desde hace años encontrar alternativas estratégicas a sus tradicionales socios europeos. Hace falta recordar también que la Armada rusa, que abandonó en el 2001 su base a Cuba y el 2004 la de Vietnam, reanudó en 2008 las patrullas por todo el mundo, incluido las zonas de responsabilidad de la OTAN.

Los Estados Unidos, la gran amenaza

Con la nueva doctrina se sitúa que tanto en tierra como en el mar, los Estados Unidos son la principal "amenaza" para la seguridad nacional rusa a causa de su aspiración de "dominar" los océanos, lo cual incluye conseguir la "hegemonía incontestable" de su Armada y restringir el acceso a los recursos y las comunicaciones oceánicas. También son un desafío el acercamiento de la infraestructura de la OTAN a las fronteras rusas, el incremento de las maniobras navales occidentales y las pretensiones territoriales de islas y zonas costeras rusas.

En particular, el Kremlin acusa Occidente de intentar "debilitar" su control de la Ruta Ártica, que Putin propone como alternativa al canal de Suez, a través de la militarización de la región, de lo que otros países también acusan Moscú. Por todo eso, Rusia también buscará acelerar y diversificar sus actividades en aguas árticas desde los archipiélagos de Nueva Tierra, Francisco José y Svalbard (de soberanía noruega) y en la isla de Wrangel. Una de las prioridades rusas es convertirse en uno de los líderes en exploración y explotación de los recursos del territorio ártico, especialmente de la plataforma continental rusa, a lo que aspiran otros países como los Estados Unidos, el Canadá, Noruega o Dinamarca.

Aparición del armamento hipersónico

Putin, que ya anunció en 2018 un programa de rearme sin precedentes con armamento hipersónico, ha asegurado que "en los próximos meses" la Armada recibirá los nuevos misiles de crucero hipersónicos "Tsirkon", de los cuales ha destacado que "no tienen análogos al mundo", ya que su capacidad es prácticamente ilimitada. La fragata "Almirante Korsakoff" ha sido la escogida para llevar este nuevo armamento y su destino se determinará dependiendo de la seguridad de Rusia, según ha explicado Putin. La doctrina alude al hecho de que Rusia apuesta por instrumentos diplomáticos y económicos para solucionar contenciosos, pero que puede recurrir a la fuerza "en caso de necesidad", aunque siempre respetando la legislación rusa y el derecho internacional.

Otra de las prioridades es reforzar el potencial de la Flota del mar Negro y fortalecer la infraestructura militar la península de Crimea, donde el domingo fue cancelada la parada naval a causa del supuesto ataque contra el cuartel de la Armada en Sebastopol con un dron ucraniano. En un futuro la Armada rusa también quiere garantizar el acceso ininterrumpido en el enclave báltico de Kaliningrado, muy dependiente ahora del tráfico terrestre de mercancías por los países bálticos. "La clave es la capacidad de la Armada rusa. Es capaz de responder como un rayo a todos aquellos que decidan amenazar nuestra soberanía y libertad", ha remachado Putin.