El comercio internacional, viajes, interacciones políticas, guerras de poder, poder blando... todo eso ha quedado un poco estancado o estancado del todo. El mes de marzo China vio cómo daba por controlado el brote de coronavirus y el foco de la pandemia se desplazaba hacia Europa. Italia, España, Alemania, Francia o Reino Unido estaban bien cerca de romper récords.
En medio de este panorama, China ha estado ofreciendo ayuda a los países europeos. Envío de aviones con mascarillas y material de protección. Pero, sobre todo, mascarillas. La intención era y es básicamente ayudar, sin embargo, estos envíos forman parte de una estrategia denominada "diplomacia de la mascarilla".
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"La diplomacia de las mascarillas es un intento, a través de un regalo, de cambiar el relato y la imagen del país de donde había salido el virus", explica el profesor en historia y cultura de China moderna y contemporánea de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) Manel Ollé. "Se busca ganar popularidad y una imagen positiva", observa.
Ahora bien, esta intención se ha mezclado, a posteriori, con la compra de mascarillas no homologadas que también venían de China. "Con este movimiento se ha mezclado lo que era regalo y lo que era compra", detalla. "Ha habido varias compras de mascarillas y tests defectuosos, que no cumplían con los estándares".
China, según explica, se habría defendido alegando que compras eran piratas. A pesar de eso, las comunidades chinas de toda Europa también han dado una "buena imagen" a la hora de ceder material de protección y mascarillas. Sin embargo, insiste en que la imagen podría haber quedado, en parte, "dañada" por las compras defectuosas.
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Y ahora que ya ha pasado el momento de urgencia aparece la Wolf Warrior Diplomacy que se podría traducir como la diplomacia de los lobos guerreros, que también viene de Pekín. Es un concepto que se repite mucho en China, en medios estatales y también en publicaciones occidentales. Aunque no es nuevo.
El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, advirtió que el país no toleraría "insultos deliberados". "No escogemos adentrarnos en una batalla pero tenemos principios", decía en una entrevista en la CNN. De hecho, no quiere decir otra cosa que mantenerse firme en los intereses de China.
¿Y ahora, qué vendrá?
Según expone Ollé, después de las mascarillas llegará la diplomacia económica. De hecho, el profesor recuerda que durante la crisis del 2008, China ya compró una parte de la deuda exterior española.
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Hoy por hoy, han quedado proyectos colgados por el paro del coronavirus que se espera reactivar muy pronto, como por ejemplo, la Ruta de la Seda. "Hay varios estudios que demuestran que el grado de simpatía o país que lidera el mundo apuntan hacia la China, por delante de Estados Unidos", comenta. A pesar de todo, China sigue siendo beligerante con Hong Kong y las islas del sur. Ollé señala que es posible que China busque, con esta diplomacia "una critica suave y la no intervención".
Para saber qué comportará y en qué consistirá exactamente la diplomacia económica china poscoronavirus, habrá que esperar.
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