Silicon Valley se ha arrodillado ante las tesis más reaccionarias, encarnadas desde hace años por Donald Trump y los suyos. Lejos quedan el final de la década de los 2000 y el principio de los 2010, cuando las nuevas tecnológicas abrazaban (ni que fuera de cara a la galería) las políticas en pro de la igualdad y la diversidad. En mayo del 2023, The New York Times ya publicó un reportaje en el que se alertaba que los CEOs, inversores y propietarios en la meca de la tecnología occidental cada vez se decantaban por posturas más conservadoras y de extrema derecha. En la última campaña presidencial y los días posteriores, lo que avanzaba el reportaje ha sido profético. Desde el puesto de Elon Musk en el gobierno, al asiento privilegiado que tuvieron los magnates de la tecnología en la investidura de Trump, todo apunta a una nueva etapa de influencia de los titanes tecnológicos en Washington y el mundo. Denominados oligarcas tecnológicos por diversos representantes europeos y tecnocasta por el presidente español, Pedro Sánchez, repasamos quién conforma esta nueva corte tecnológica que rodea al presidente de los Estados Unidos (EE.UU.).
Elon Musk
El más conocido y próximo de todos los magnates tecnológicos que orbita en torno a Trump es Musk. Nació en Sudáfrica y proviene de una familia rica. A menudo se vincula la fortuna de su padre a la explotación de una mina de esmeraldas, hecho que Musk ha negado en alguna ocasión, pero su padre insiste en su veracidad. Musk ha formado parte de la creación de varias empresas que triunfaron en su momento o siguen siendo un éxito como Zip2 o Paypal. Sin embargo, alcanzó la fama por Tesla, una compañía de coches eléctricos que fue pionera. El estilo empresarial de Musk se ha caracterizado por diversificar sus inversiones en proyectos de otras personas. Es esto justamente lo que le ha permitido amasar su fortuna.
Elon Musk ha sido un ávido usuario de las redes sociales, especialmente de Twitter (ahora X). Desde hace años que ha estado muy activo en la plataforma, publicando casi compulsivamente y sumándose a las modas de cada momento a través de memes o chistes. En estos espacios, cada vez se ha ido alineando con posiciones más reaccionarias y de extrema derecha. Gracias a la compra de Twitter, de la que se trató de hecharse atrás, se convirtió en una de las figuras ultras más destacadas de Internet. Musk ha defendido la teoría supremacista blanca del gran reemplazo, postulados de la derecha alternativa estadounidense y se ha tratado con líderes de la extrema derecha de todo el mundo.
Después del intento de asesinato de Donald Trump se arrojó por completo a la campaña del magnate, donde ha dado millones de dólares. Finalmente, todo este apoyo y promoción a su red social le ha valido un lugar en la nueva Administración Trump.
Mark Zuckerberg
La aproximación a Donald Trump más ruidosa y precipitada de Silicon Valley ha sido la de Mark Zuckerberg, propietario de Meta, matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp. Después de la victoria del republicano, Zuckerberg se ha doblado por completo a sus posicionamientos políticos alterando el funcionamiento de sus empresas al gusto del republicano y su nuevo gran socio Musk. El creador de Facebook no siempre ha estado tan próximo a Trump, ni mucho menos. Después del asalto al Capitolio de los seguidores de Trump el año 2021, Zuckerberg bloqueó sus cuentas. La política de verificación de fake news de la compañía también era vista por algunos republicanos como un ataque hacia ellos. Todo hizo que durante años, Trump mostrara públicamente su animadversión por el magnate de las redes sociales.
Con su retorno a Washington, Zuckerberg ha cambiado radicalmente de posición, tanto en su política empresarial como con sus posicionamientos. Por una parte, se ha deshecho de los verificadores y ha prometido adoptar el modelo de notas de la comunidad de X. Con respecto a sus posicionamientos políticos, ha cargado contra los demócratas y contra la presencia femenina en las Big Tech, afirmando que hay que recuperar "la energía masculina" en el mundo corporativo.
Jeff Bezos
El propietario de Amazon, Jeff Bezos, también ha tenido una relación tempestuosa con Trump a lo largo de los años, pero sus intentos de reconciliación son menos llamativos que los de Zuckerberg. Bezos es uno de los más veteranos entre los oligarcas tecnológicos de Silicon Valley. El multimillonario fundó Amazon el año 1994, después de trabajar durante años en Wall Street y de haberse graduado en la exclusiva Universidad de Princeton. Lo que empezó como una web de venta de libro ha evolucionado hasta ostentar prácticamente el monopolio de las ventas en línea.
Los choques entre Bezos y Trump habían sido sonados y públicos anteriormente, más por el republicano que por el propietario de Amazon. En su primer mandato, Trump acusó al multimillonario de pagar pocos impuestos y de utilizar el diario que compró el año 2013, The Washington Post, para sus intereses. Sin embargo, cuando en esta última campaña Bezos ha utilizado su diario favoreciendo a Trump, el candidato republicano no dijo ni pío. Bezos prohibió que el The Washington Post diera apoyo público a ningún candidato por primera vez en décadas y censuró una viñeta de él y otros magnates rendidos ante Donald Trump.
El acercamiento de Bezos a Trump está estrechamente ligado a sus negocios, ya que el magnate ha mantenido muchos contratos con los Estados Unidos, especialmente en el ámbito aeroespacial con su compañía Blue Origin. Justamente, en este campo se le levanta competencia: SpaceX, propiedad de Musk.
Sam Altman
Si una persona ha encarnado la revolución que ha supuesto los últimos años la inteligencia artificial (IA) ha sido Sam Altman. Es conocido por cofundar y dirigir OpenAI. El líder de los creadores del exitoso ChatGPT había mantenido posiciones críticas con Donald Trump durante los años anteriores que han quedado a un lado después de las elecciones. Como todos los magnates anteriores asistió a la investidura de Trump el pasado 20 de enero, a pesar de que en lugar más modesto que Zuckerberg y Bezos. También como todos los anteriores, Altman hizo una donación para la investidura, aunque en su caso salió directamente de su bolsillo y no de su compañía.
Sam Altman ha respondido a las críticas que ha recibido por su donación y presencia a la toma de posesión mofándose de los demócratas y reivindicando que podrá trabajar con esta Administración. De hecho, ya lo ha conseguido porque el pasado martes Trump anunció una inversión de hasta 500.000 millones de dólares al sector privado para construir una infraestructura de inteligencia artificial en el país.
watching @potus more carefully recently has really changed my perspective on him (i wish i had done more of my own thinking and definitely fell in the npc trap).
— Sam Altman (@sama) January 23, 2025
i'm not going to agree with him on everything, but i think he will be incredible for the country in many ways!
Altman cumple con muchos de los clichés de Silicon Valley. De familia de clase media-alta, estudió en una de las universidades preferidas de las compañías tecnológicas: la Universidad de Stanford. Empezó a emprender proyectos empresariales desde los 19 años y aunque un puñado no llegaron a ningún sitio acabó desarrollando una tecnología que ha sacudido el mundo. Prácticamente, el sueño de todos los que peregrinan a la meca de la tecnología estadounidense. Por el camino, Altman ha hecho a algunos enemigos (o, como mínimo, a perdido amigos). Es el caso de su relación con Elon Musk, cofundador entre otros de Open AI, con quien no acabó del todo bien.
Shou Zi Chew
El CEO que más ha afrontado el escrutinio público en los últimos meses ha sido el de TikTok, Shou Zi Chew. Es originario de Singapur y tiene una formación internacional, pasando por estudios universitarios en Londres y los EUA. Hasta que la compañía que dirige acabó al punto de mira del gobierno de los Estados Unidos, Chew había mantenido un perfil público bajo. Sin embargo, tuvo que testificar ante la Comisión de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes de los EE.UU. Allí tuvo que enfrentar duros cuestionamientos, e incluso ataques, sobre las prácticas de privacidad y seguridad de datos de la aplicación y los señalamientos de presuntos vínculos con el gobierno de Pekín. En una ocasión, Chew tuvo que insistir en que no era chino, sino singapureño ante un senador que insistía en cuestionar su origen. A pesar de sus esfuerzos por desvincular la plataforma de China, esta acabó prohibida en los EE.UU. si no se vendía en parte a una compañía estadounidense.
El CEO de TikTok estuvo presente en la toma de posición de Trump, quien ha prolongado el plazo para que la compañía abandone el país o venda una parte a un negocio estadounidense. De hecho, desde el momento en qué lo entonces presidente electo afirmó que prorrogaría la suspensión de la app, esta volvió a operar en los EE.UU., donde no funcionó durante horas. Chew agradeció públicamente a Donald Trump que prorrogara la prohibición. Desde entonces, Trump ha insinuado la posibilidad Musk compre parte de la compañía para que no se tenga que volver a prohibir. El CEO, en su línea habitual, ha mantenido silencio ante las declaraciones del magnate.
Tim Cook
El actual CEO de Apple, Tim Cook, no forma parte de la historia fundacional de la compañía, una de aquellas que tanto fascina en Silicon Valley: venidos de una supuesta nada, con absoluta dedicación por el trabajo e ideas revolucionarias, Apple cambió el mundo. Sin embargo, Cook no estaba allí. Él se unió a la compañía el año 1994 y tuvo que asumir un gran reto: sustituir al carismático Steve Jobs. A lo largo de los años, la imagen y las formas de Jobs han sido imitadas por miles de aspirantes a la gloria en Silicon Valley. Su carisma era gran parte del éxito y la misma identidad de la compañía. Este vacío es el que ha tratado de llenar Cook los últimos años.
Cook tiene un perfil mucho más bajo que su predecesor, que a veces le ha jugado a favor. Por ejemplo, ahora con la nueva Administración Trump. Cook se convirtió en el primer líder tecnológico abiertamente gay y ha sido un firme defensor de los derechos del colectivo, así como donante demócrata. Pero con respecto a los negocios ya se adaptó a la primera administración Trump y, por ahora, nada parece que el plano sea diferente. Durante la primera presidencia del magnate, el CEO mantuvo una buena relación, que le valió que los productos de su compañía quedaran exentos de los aranzeles impuestos a China. En este retorno, aunque al principio se negaron, Apple acabó dando para la investidura del republicano.