Las calles de la ciudad de Múnic se han llenado con más de 200.000 personas que han protestado contra la deriva antidemocrática en el país y la formación ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). El país vive un terremoto político desde que la Unión Demócrata Cristiana (CDU) votó con la formación liderada por Alice Weidel para endurecer las leyes migratorias con el beneplácito de su líder y candidato favorito a canciller, Friedrich Merz. Bajo un solo radiante poco habitual en esta época del año, mujeres, hombres y niños han ido en massa a la explanada Theresienwiese de Múnic, escenario habitual de la fiesta de la cerveza de la capital de Baviera, el popular Oktoberfest.

Muchos de los congregados llevaban carteles en que se podían leer proclamas como "no se puede luchar contra el fascismo con deportaciones", "el racismo y el odio no son una alternativa", "Colorido en lugar de marrón" y "Prohibir AfD ahora", entre otros mensajes. La manifestación a favor de la diversidad, la dignidad humana, la cohesión y la democracia ha contado con el apoyo de sectores muy diversos de la sociedad, desde el Festival de Cine de Múnic hasta organizaciones eclesiásticas y benéficas, pasando por clubs de fútbol de la ciudad como el Bayern de Múnic.

Por su parte, el líder en Múnic del partido conservador bávaro, la Unión Social Cristiana (CSU), Georg Eisenreich, se ha mantenido explícitamente al margen después de indicar, antes del acto, que había que esperar para crear un clima crítico en la política de asilo e inmigración de la coalición conservadora. Con todo, y después de las controvertidas votaciones del parlamento alemán, el Bundestag, sobre política migratoria, los líderes de la alianza conservadora CDU/CSU han vuelto a rechazar cualquier tipo de cooperación con la ultraderechista AfD. El líder de la CSU y primer ministro de Baviera, Markus Soeder, ha sido claro. "No, no y no: no habrá cooperación".

Las manifestaciones contra la ultraderecha no se han limitado a Múnic. En los últimos días, decenas de miles de personas han salido a las calles de varias ciudades alemanas para expresar su rechazo a cualquier alianza entre la CDU/CSU y AfD. Estas movilizaciones han sido especialmente multitudinarias en Berlín, Hamburgo y Frankfurt, donde sindicatos, organizaciones de derechos humanos y ciudadanos a título individual han denunciado el peligro que supone la normalización de la ultraderecha en el panorama político alemán.