El Reino Unido y Francia están intentando, junto con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, desarrollar un plan de paz para poner fin a los combates en su país después de su cumbre desastrosa en la Casa Blanca con Donald Trump. Sin embargo, la iniciativa anunciada por Keir Starmer, primer ministro británico, el domingo plantea preguntas sobre si la paz es posible y en qué términos, ante la continua hostilidad rusa y las inciertas intenciones de Estados Unidos.
El fin de la guerra cuelga de un hilo
Rusia y Ucrania dicen que quieren el fin de la guerra, pero los dos países están muy lejos de un acuerdo. El Kremlin sigue queriendo dominar a Ucrania, hacerse con gran parte del territorio y asegurarse que Kyiv no se una a la OTAN. Por otra parte, Ucrania, lucha por su supervivencia y para establecer un futuro independiente y seguro dentro de la esfera occidental. Ucrania ya ha hecho algunos movimientos, como decir que podría aceptar una partición de facto que se ajuste aproximadamente a las líneas de frente actuales, aunque la mayoría de ucranianos no quieren caer bajo la esfera de influencia rusa. El deseo de resistirse a la dominación del Kremlin, continúa muy extendido dentro de la sociedad.
Zelenski y la reunión fallida con Trump en la Casa Blanca
El fiasco del viernes en la Casa Blanca ha dejado la relación diplomática entre Estados Unidos y Ucrania bajo mínimos, un hecho que deja preguntas sin respuesta sobre las acciones que tomarán los EE.UU. para recortar la ayuda militar a Kyiv. Aunque quedan casi 4.000 millones de dólares de ayuda militar sin asignar, procedentes de las aprobaciones otorgadas durante la anterior administración Biden, pero hay indicios de que estas ayudas podrían ser recortadas de manera inmediata. Y eso, claro está, tendría consecuencias. La suspensión de la ayuda militar norteamericana dificultaría la situación en el campo de batalla para Ucrania, aunque tardaría en hacer efecto. Los funcionarios de defensa ucranianos calculan que, aproximadamente, el 20% del armamento militar que se utiliza en la guerra proviene de Estados Unidos (más un 55% de Ucrania y un 25% de Europa), aunque se reconoce que este 20% es uno de los más capaces y más difíciles de reemplazar por Europa o cualquier otro país, destaca un artículo del The Guardian.
Pero aunque Ucrania continúa a la defensiva, los avances rusos en el país fueron lentos durante el 2024 y se produjeron con un alto índice de bajas, a menudo más de 1.000 muertos y heridos al día. No se tomaron ciudades importantes y Moscú necesitaría dos años más por capturar el resto de la región de Donetsk en el este, dónde avanzaba el año pasado, según el Instituto para el Estudio de la Guerra.
¿Europa podría sustituir a los EE.UU.?
Se hace difícil de imaginar si Europa podría aportar todo aquello que Estados Unidos ha estado proporcionando hasta ahora. Los EE.UU. son importantes en tres áreas: defensa aérea, donde solo hay alternativas europeas limitadas a los sistemas Patriot; misiles balísticos de largo alcance, ya que Alemania se ha negado a proporcionar misiles Taurus y misiles franco-británicos Storm Shadow, que escasean; y, en tercer lugar, comunicaciones por satélite, donde Starlink de Elon Musk sigue siendo crítico en el frente, destaca el mismo artículo.
También está la cuestión del coste. Hasta ahora, Estados Unidos ha dado 31.700 millones de euros en armas y municiones y han proporcionado a Kyiv financiación por 30.700 millones de euros más para comprar armas de fabricación norteamericana. La ayuda militar europea ha sido de un nivel monetario casi idéntico, de 62.000 millones de euros, según la Universidad de Kiel en Alemania, cosa que significa que las donaciones tendrían que duplicarse para cubrir totalmente la diferencia.
La paz en Ucrania y la entrada a la OTAN
Se ha hablado de la creación de una "fuerza de seguridad" liderada por Europa para ayudar a garantizar la paz en Ucrania, pero para implementar eso haría falta un alto el fuego. Rusia ya ha dicho que se opone a que los países miembros de la OTAN proporcionen fuerzas de paz, pero si bien no puede ejercer un veto sobre territorio que no controla, su oposición dejaría a las tropas europeas al país en una posición arriesgada. El Reino Unido había estado presionando para que Estados Unidos proporcionara un "respaldo". El enfrentamiento del viernes entre Trump y Zelenski hizo que la perspectiva fuera todavía menos probable, ya que el presidente norteamericano acusó a su homólogo de "jugar con la Tercera Guerra Mundial".
La realidad evidente es que, mientras Trump sea presidente, el pacto subyacente a la seguridad europea durante décadas ha desaparecido. Europa había podido priorizar el desarrollo económico, mientras que Estados Unidos extendía un paraguas de seguridad cada vez mayor que abarcaba casi todo el continente. Ahora, ya no es tan claro este compromiso.