El 7 de octubre de 2023, justo este lunes se cumple un año, el ataque de Hamás a Israel y la respuesta del Estado hebreo sobre Gaza fue el detonante de una nueva escalada en la región, que ha llegado al punto de una nueva guerra abierta que podría resultar devastadora. Desde entonces, Gaza ya suma más de 41.000 asesinatos, la mayoría mujeres y niños, después de doce meses de genocidio israelí. El conflicto armado entre el Estado de Israel y el conjunto de grupos milicianos dirigidos por Hamás, escaló hace un año, el 7 de octubre de 2023, con una ofensiva sorpresa coordinada contra Israel.

El ataque empezó por la mañana del 7 de octubre, con el lanzamiento de un mínimo de 3.000 cohetes dirigidos hacia territorio israelí desde la Franja de Gaza. Simultáneamente, unos 2.500 militantes del brazo armado de Hamás, cruzaron varios puntos del muro y asaltaron posiciones militares fronterizas. En este contexto, asaltaron, mataron y capturaron a civiles en 22 localidades israelíes vecinas, siendo los kibutz los más afectados. En total, los ataques mataron a 1.139 personas, entre israelíes (civiles y militares) y personas de otras nacionalidades. También personas que asistían al festival de música Nova. Asimismo, se registraron 251 rehenes, tanto civiles como soldados israelíes, que fueron trasladados a la Franja de Gaza. Desde ElNacional.cat, hemos podido hablar con una superviviente del festival de música y con el hijo de una mujer secuestrada. Según el gobierno de Israel, quedan todavía 101 secuestrados en Gaza.

Carmel, 29 años, madre soltera de una niña de 7 años

Carmel Efron trabajaba en la producción del festival Nova, daba la bienvenida a la gente, comprobando los tickets, las edades y que todo estuviera bien. Explica, en conversación con este diario, que trabajaba desde las 10 h de la noche y que acabaría a las 7 h. Destaca que este festival es un acontecimiento más que organiza la comunidad Nova. Realizan actividades diversas y se trata de un festival de paz. Había musulmanes, cristianos, judíos, estaba todo el mundo invitado. "Se respira amor en el ambiente, nadie te critica ni por donde vienes, ni por la religión, nadie se siente mal, hay mucho amor. Todo el mundo sabe que la vida en Israel tampoco era fácil antes del día 7 de octubre, pero en estas fiestas y festivales nos olvidamos de los problemas y estamos juntos, bailamos por la paz". Insiste en que la energía que se respiraba en este festival era "muy alta". "Y lo que acabó pasando en esta fiesta es todo lo contrario, es odio, es difícil de asimilar...".

Be'er Sheva, Israel, tras el paso de los milicianos de Hamás / Efe

Detalla que hacia las 6 h de la mañana, ella y otra compañera se relajaron un poco. Hacia las 6:30 h, se acabó la música y veía a gente corriendo. "Había muchos cohetes en el cielo, nunca había visto eso. Todo el mundo estaba aterrorizado, y decidí ayudar a los que tenía a mi lado. Pero tampoco sabía muy bien qué hacer. Quería encontrar a mis amigos, pero subí al coche sola porque tengo una hija, había mucha cola. Allí vi a muchos soldados con armas, fusiles y vi que había muchos terroristas. Creía que eran pocos y no me asusté mucho. Tirotearon a la chica de delante de mi coche, abrió la puerta, llena de sangre. Después a otra chica. Cuando vi eso, pensé que estaba deshidratada, es que no entendí nada hasta que gritó que le habían disparado. Salí del coche, histérica, dejé la puerta abierta, no sabía qué hacer, no soy médico. Corrí para salvar la vida porque pensaba que sería la siguiente".

Gaza / Efe

Narra, con la voz entrecortada, que todo el mundo corría. "Era un campo abierto, no sabíamos qué pasaba, escuchábamos tiros, bombas, pero no sabíamos de dónde venían. Encontré a una chica y corrimos juntas, estoy contenta de haberla encontrado. Entonces nos tropezamos con uno de mis amigos, un fotógrafo, que me dijo que había olvidado el material fotográfico en el coche, cerca del escenario. Y regresamos hacia la fiesta, fue una decisión dura en aquel momento, pero creo que me salvó la vida. Los coches estaban llenos de gente de Hamás y fue entonces cuando sentí que ocurría algo malo". Relata que se quitó los zapatos porque pasaba por un lugar que resbalaba mucho. Cinco terroristas que estaban detrás de ella empezaron a disparar. "Entendimos que éramos un objetivo fácil porque estábamos en campo abierto y sabíamos que teníamos pocas posibilidades de salir vivos, y nos tendimos en el suelo, no podíamos levantarnos porque no podíamos más". Expone que en aquel momento pedía ayuda a Dios. "No quería dejar a mi hija sola". "En aquel momento mi amiga me dijo que venía un coche y me pidió que levantara la mano para que nos viera". De este modo, constata que acabaron siendo 15 personas en un coche pequeño y cinco fuera, pero que pasaban al lado de gente y no la querían dejar. "Vi a amigos míos y a mi amiga, les estaban disparando a ellos también... nunca olvidaré la cara sin esperanza de mi amiga. Fue muy duro para mí".

"Entendimos que éramos un objetivo fácil porque estábamos en campo abierto y sabíamos que teníamos pocas posibilidades de salir vivos"

"Queríamos escondernos en un refugio, pero cuando llegamos vimos a unos terroristas viniendo hacia nosotros, el conductor del coche se marchó y estábamos atrapados. Nos escondimos en un campo de naranjos y rezamos para que no nos vieran". En este sentido, destaca que se pasaron horas allí, solo se escuchaban bombas. La gente vomitaba de los nervios y el estrés y asegura que la situación era muy dura. "De repente, oímos a una persona gritando, pensábamos que era el ejército, pero era una persona sola. Nos quedamos en su kibutz con otras personas, pero es que todo aquello parecía como si fuera el holocausto, cuando los nazis venían a tomarlo todo, como una película que vi". Subraya también en aquel momento que no tenían conexión con el mundo y que no podían salir de allí. De las 8 personas que trabajaban en la producción, como ella, se salvaron 4. "Volví a casa a ver a mi hija y empezó un mes de muchos funerales," y concluye: "Solo había muertos".

Be'er Sheva, Israel, tras el paso de los milicianos de Hamás / Efe

Uri Rawitz, hijo de una mujer de 88 años secuestrada

El día 7 de octubre también secuestraron a la madre de Uri Rawitz, de 88 años. Vivía en un kibbutz a un kilómetro de la Franja de Gaza. Él estaba en Tel Aviv, y explica que a las 6:30 de la mañana sonó una alarma que él no oyó. Pero sí que oyó la que sonó una hora después. Se levantó nervioso y concluyó que si pasaba en la ciudad, también pasaría donde vive su madre. Al coger el teléfono, explica en conversación con este diario, vio las 5 llamadas perdidas. Su madre le explicó que a su kibbutz también había terroristas. No conseguían contactar con su hermano, que viva en el mismo lugar, pero en otra casa. Mientras estaba en el teléfono, llamaron a la puerta de casa de su madre y colgó para ir a abrir. "Un rato más tarde, me llamó mi hermana porque no conseguía contactar con mi madre, no contestaba a nada, ni teléfono ni llamadas... y con mi hermano. Yo no lo sabía, pero había 200 terroristas allí en aquel momento". Insiste en que la gente estuvo escondida en las casas durante 10 o 11 horas. "Cuando llegaron los soldados, entraron en casa de mi madre con mi hermano y vieron que la casa estaba abierta y ella no estaba allí. Y, claro está, supe que alguna cosa había pasado. El día 8 de octubre fui a dar ADN. Vi que publicaron una foto suya, que estaba en una moto entre dos terroristas y que lo estaban apuntando. Habían llegado a Gaza y mi madre había sido secuestrada".

Imagen cedida por Uri Rawitz, donde se puede ver a su madre entre milicianos de Hamás

Relata que no sabía si estaba viva o muerta y pasaron hasta tres semanas de angustia antes de que recibieran alguna información sobre donde estaba. Durante siete semanas estuvo sin medicamentos y tiene varias enfermedades. En el primero y único acuerdo que ha habido hasta ahora salió entre la lista de los que liberaban. Al tercer día. Martes 26 de noviembre. "No sabíamos en qué condición estaban, pero la trasladaron a otro hospital, no al que en teoría de ser porque su condición de salud era muy crítica". Primero pasó por urgencias, después en la UCI. Estuvo seis meses ingresada. "El médico ya nos había preparado para lo peor, no podía hablar, no caminaba, no sabía dónde estaba, todo su cuerpo estaba lleno de cicatrices. Su cuerpo estaba débil, pero su alma no".