El Open Arms Uno hace 8 meses que espera los permisos para empezar sus misiones de rescate y salvamento en el Mediterráneo. Se trata del nuevo buque insignia de la organización, un barco preparado para el rescate masivo en el mar y que ayuda a rescatar con seguridad a más personas y proteger vidas de los más vulnerables, que fue presentado en sociedad en junio del año pasado. ElNacional.cat se adentra en este barco, ahora a la espera de los últimos permisos en el dique Sur del Port de Barcelona, para ver de primera mano cuáles son los pasos que siguen los refugiados desde que son rescatados, hasta que llegan al puerto más próximo que les permite desembarcar.
"Una vez recibimos el aviso, que puede ser por diferentes medios, aéreos, marítimos o por Frontex, buscamos esta posición, miramos a qué distancia está y cuánto tardaremos en llegar. Hacemos los avisos pertinentes y ponemos en marcha todo el dispositivo", explica el fundador y director de Open Arms, Òscar Camps. "En el mar, las distancias son muy grandes y podemos tardar 4, 8 y 10 horas al llegar al target. Cuando estamos a unas 25 o 30 millas (entre 40 y 48 kilómetros) enviamos las embarcaciones lanzadoras". Unas embarcaciones que van mucho más rápido y que van cargadas con socorristas y chalecos salvavidas. La función de estas lanchas es, tal como destaca, asegurar a las personas una vez las encuentran. "Cuándo se ha hecho una primera evaluación, se comunica cuál es la situación, cuántas personas hay, cuántos hombres, cuántas mujeres, cuántos niños, enfermos, heridos y cuántos requieren asistencia sanitaria".
Posteriormente, explica, se hace el rescate de las mujeres y los niños que son los más vulnerables, al mismo tiempo que el barco acaba de llegar. "Una vez ha llegado el barco a la zona, se suben a las personas haciendo viajes hasta la cubierta principal, en la zona de rescate y allí los espera el equipo médico y sanitario y también logístico, que hará una pequeña selección de las personas y se evalúa en qué situación se encuentran", detalla. "Separamos en este momento los hombres y jóvenes de las mujeres y los niños, también los heridos del resto y los vamos atendiendo en todos. Jóvenes y hombres se quedan en la cubierta principal, les damos un kit de bienvenida donde hay mantas, ropa, zapatillas, limpieza," constata.
Después está la parte de los heridos. Allí el personal sanitario atenderá a los que lo requieran, algunos tienen pequeñas heridas, o síntomas de tortura e incluso heridas de arma blanca. En este sentido, dentro de la embarcación Open Arms Uno hay un pequeño hospital, desde la primera zona de atención hasta varias camas y también un par de UCI. Explica también que se informa a las autoridades por si en algunos casos graves tiene que haber evacuaciones médicas.
La separación entre hombres y mujeres
Que hombres y mujeres no estén juntos tiene una explicación. Camps destaca que es por seguridad. "No sabemos ni tenemos garantías de quién son, quién es el marido, el padre o la madre. Por lo tanto, intentamos salvaguardar eso por protección, por protección de los menores, por la protección de las mujeres y de todo el mundo. Nos podemos encontrar con situaciones de cualquier tipo", y destaca que "puede haber mujeres que han sido forzadas a ir de viaje con alguien, pues, de esta manera, tendrán ocasión de poder explicarlo".
Expone que en las misiones hay un mediador cultural que habla árabe y también un equipo de psicólogos que pueden trabajar estos temas. Sobre todo, con la violencia que estas personas pueden haber vivido durante todo su viaje, de su periplo cuando se encuentran con el mar. Quizás hace días que están en el agua. "Las embarcaciones son precarias, muy apiñados, con gasolina por el suelo por encima, haciéndose también sus necesidades encima... es una situación muy difícil. No nos lo podemos imaginar si no lo vemos. Por eso, vamos con periodistas, para que se sepa".
¿Qué pasa cuando se ha hecho el rescate?
Después de evaluar la situación de las personas rescatadas, hay que buscar puerto. "Pedimos desembarque a las administraciones correspondientes, que son Malta e Italia. Evidentemente, Malta nunca nos da puerto porque no firmaron el convenio sardo, porque es un país Estado y dice que no tiene cabida para las personas que pueda rescatar en su zona. Por lo tanto, nos queda Italia, que es el país más próximo y es quien tiene que coordinar estas tareas. Y, a pesar de las protestas, lo hace. Lo que pasa es que últimamente lo dan muy lejos, en consecuencia, tardamos hasta 4 o 5 días en llegar. Nos lo dan lejos para dificultar todavía más las tareas. Como podéis ver, nada es fácil. Aquí también estamos en el último rincón del puerto de Barcelona, donde no hay nadie. Y eso que estamos en casa, que es un barco matriculado en Barcelona, por lo tanto, si nos tratan así aquí, imagináis cómo nos pueden tratar en otros lugares donde somos todavía más incómodos.
La situación del Open Arms Uno en Barcelona
"Ha sido muy complicada. Lo hemos tenido que explicar. Es un barco cedido, porque es una donación. En España parece que lo tienen que encajar y de qué manera. En ocho meses todavía no han tenido ocasión. Ya hemos alcanzado todas las etapas, hemos dado todas las explicaciones a todo el mundo". El hecho de que sea un barco de rescate privado, asegura Camps, es difícil de encajar. "Pienso que ya queda poco. Este es un barco de búsqueda y rescate". Destaca que es un barco caro de mantener: "no nos lo pensábamos y cambiarlo de bandera holandesa a española, todavía nos ha grabado más". Detalla que en el mar Norte podía trabajar con ocho personas, en el Mediterráneo lo tiene que hacer con 11. "Entendemos esta diferencia, pero eso lo encarece todo". Y añade: "La compra tiene un precio, pero el mantenimiento es el doble". En este sentido, destaca que consume entre ocho o diez mil euros de combustible al día. "El precio del petróleo tampoco es lo mismo ahora que cuando compramos este barco, llevamos un año y medio", concluye, deseando que el Open Arms Uno pueda salir a realizar misiones de rescate pronto.