La Estación Espacial Internacional corre peligro. Al menos eso es lo que ha transmitido Rusia este sábado, que alerta de la caída de esta estructura por las sanciones que han impuesto la Unión Europea o países como los Estados Unidos. El director general de la agencia espacial rusa Roscosmos, Dmitry Rogozin, ha dirigido este mensaje a la NASA (la agencia espacial norteamericana), así como a las de Canadá, Japón y la UE, que también forman parte de la Estación Espacial Internacional. Sin embargo, Rogozin ha explicado que estudian "optimizar el presupuesto" que destinarán a la implementación de la Estación Espacial porque consideran que "el trabajo no ha sido del todo eficiente en el contexto de la situación geopolítica actual". Paralelamente, el director general de la Roscosmos ha indicado que hacen falta "grandes fondos" para poder extender la operatividad de este proyecto hasta el 2030. Precisamente, una de las primeras sanciones que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fijó fue en el sector de la alta tecnología de Rusia. La previsión es que evitarán más de la mitad de las importaciones en este ámbito, hecho que repercutirá el programa espacial del país.
¿Qué es la Estación Espacial Internacional?
La Estación Espacial Internacional (ISS en inglés) es la estructura espacial mayor construida en órbita. Se localiza a unos 400 kilómetros de altura, con una dimensión de una hectárea —equivalente a 10.000 metros cuadrados— y se estima que hace toda una vuelta a la Tierra en cuestión de una hora y media. El proyecto se puso en marcha el año 1998 y, aunque inicialmente estaba previsto que estuviera en funcionamiento hasta el 2013, progresivamente se alargó su durabilidad. Hoy por hoy, la idea de Estados Unidos es que su vigencia llegue al 2028 o 2030. Su funcionamiento sirve para, principalmente, hacer estudios desde la microgravedad relativos a la astronomía, la física o la meteorología. Es un espacio, pues, que está permanentemente habitado por investigadores.
Desde el 2020, la mayoría de desplazamientos hasta esta estructura se hacen con la nave Dragon, de Space X, pero con anterioridad, durante casi una década, la única forma de volar era con naves rusas. Para poder enviar astronautas, la NASA llegaba a desembolsar cerca de 80 millones de dólares para poder ir con estas naves de Rusia. Ahora bien, el ISS, para mantenerse en funcionamiento, necesita conservar la altura orbital. Cada mes, se estima que pierde alrededor de dos kilómetros de altura y una de las formas que existe para impulsarla nuevamente es con la nave rusa Progress. Los cálculos de los expertos son que, si no hubiera este impulso, la infraestructura podría caer a la Tierra en dos años. Un desplome incontrolado de la Estación Espacial podría comportar daños humanos y materiales muy graves, porque cualquier punto entre 51º de la latitud norte y 51º de la latitud sur sería vulnerable a este hecho.