Poco más de 24 horas después de los primeros movimientos del grupo Wagner contra el Kremlin, los mercenarios acaban de recoger y abandonan las ciudades que habían tomado unas horas atrás. Sin embargo, a pesar del acuerdo entre el líder de Wagner, Ievgueni Prigojin, y el gobierno ruso con intermediación de Bielorrusia, la huella de la revuelta de los mercenarios contra el gobierno Vladímir Putin no se marchará tan fácilmente. El avance sin traba de las tropas privadas de Wagner, el caos en la respuesta del ejército y la gestión a trancas y barrancas del Kremlin deja una Rusia con un presidente debilitado.
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"Ha llegado el momento en que se puede derramar sangre. Por eso, comprendiendo toda la responsabilidad que se derrame sangre rusa por una de las partes, nuestras columnas dan media vuelta y volvemos a nuestras bases de acuerdo con el plan", ha afirmado Prigojin en un mensaje de Telegram cuando sus tropas se encontraban en las puertas de Moscú. Es posible que parte de la retirada no fuera por la voluntad de no derramar sangre, hay que recordar que unas horas antes los mercenarios afirmaban que estaban dispuestos a morir, sino porque no podrían librar la batalla contra el ejército. Sin embargo, el liderazgo debilitado después de este hecho es el del presidente ruso.
El hecho de que los mercenarios de Wagner se plantaran a pocos kilómetros de la capital rusa sin encontrar prácticamente resistencia es una gran mancha para el ejército ruso y para el mismo Kremlin. El ejercido no ha podido parar a los mercenarios hasta que estaban cerca de Moscú y el control de Putin se ha visto estropeado, ante una revuelta militar que ha sido sofocada con ayuda externa, es decir, Aleksandr Lukashenko. La mano de hierro líder ruso ha temblado y todo el país lo ha visto, después de meses de una guerra que desgasta Rusia.
Apoyo a los mercenarios de Wagner
Las pocas horas que ha durado la revuelta de Wagner ha dejado imágenes chocantes. Más allá de las curiosas estampas de los vehículos blindados interrumpiendo la vida cotidiana de ciudades como Rostov del Don, hay otros que todavía son más sorprendentes. Los mercenarios de Wagner no solo no encontraron resistencia en su avance, sino que muchos ciudadanos se los han acercado para animarlos y mostrarles apoyo. Algunos ciudadanos pedían fotos a los mercenarios como si fueran celebridades.
Lo que es chocante de todo es qué son mercenarios de una empresa privada, no fuerzas de seguridad públicas sublevadas. No se trata de un levantamiento de una facción del ejército regular, como pasa en otras revueltas militares, sino que son milicianos de una compañía de capital privado que se dedica a la guerra. Si bien se ve claramente que algunos rusos ya tienen mucha animadversión en el gobierno de Putin, lanzarse a los brazos de una compañía de mercenarios que acumula denuncias públicas de crímenes de guerra es, como mínimo, impactante.
Ucrania pone el dedo en la llaga
Mientras el caos reinaba en Rusia, en Kyiv aprovechaba para aprovechar la situación. Las fuerzas ucranianas han aprovechado la debilidad en el frente para atacar puntos claves del frente en el este del país. Además, de combate físico, Kyiv ha explotado la incertidumbre para bajar la moral de su enemigo con declaraciones de los líderes ucranianos que ponían el dedo en la llaga. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha cargado con bastante contra el liderazgo de Putin y ha señalado su debilidad. "Rusia utilizó la propaganda para enmascarar su debilidad y la estupidez de su gobierno. Y ahora hay tanto caos que ninguna mentira lo puede esconder. Y todo eso es un solo hombre (...) aunque no sea capaz de llevar nada más. La debilidad de Rusia es evidente. Una debilidad a gran escala", ha sentenciado Zelenski.