El kibutz Nir Oz, lugar donde hasta hace muy poco vivían 400 personas, es ahora una zona militar cerrada, en la que huele a muerte. Al llegar al lugar se ven los indicios que aquí hubo terribles batallas de la población contra cientos de terroristas de Hamàs que invadieron esta modesta comunidad, situada a tan sólo un kilómetro de Gaza. En el kibutz vivían muchos israelíes de origen latinoamericano, y el castellano se escuchaba casi tanto como el hebreo, como en toda esta región fronteriza. Estuve aquí hace unos meses, asistiendo a un partido de futbol entre argentinos y brasileños, en un ambiente muy alegre, con asado, vino y empanadas. La gente vivió siempre sin lujos, pero muy unidos, dividiéndose las ganancias del trabajo agrícola según sus necesidades, siguiendo el modelo socialista de los kibutz en Israel. Además, los residentes de estos kibutz son los más fervorosos promotores de la paz entre israelíes y palestinos.
🔴 Guerra entre Israel y Hamás en Gaza, DIRECTO | Última hora del conflicto y balance de muertos
Pero el día 7 de octubre todo cambió aquí para siempre. Personalmente, esta es la mayor masacre que vi en toda mi carrera de más de 30 años como corresponsal de guerra, que incluye las guerras en Iraq y Siria contra el Estado Islámico (Daesh). Aquí ha ocurrido una verdadera tragedia humana, causada por gente perversa y malvada. A las 6:30 de ese sábado negro comenzaron a caer cohetes de todo tipo en el área del kibutz, y las sirenas ulularon despertando a todos, como muchas veces había ocurrido en los últimos 20 años. Los residentes actuaron como siempre que esto ocurre. Entraron en los mamad, el refugio antibombas que hay en todas las casas.
15 segundos para refugiarse
En Nir Oz, la gente tiene solamente 15 segundos para refugiarse, dada la proximidad con el enclave palestino. En Tel Aviv, por ejemplo, disponemos de 90 segundos. Por consiguiente, todo el kibutz entró en la sala de seguridad. En ese momento comenzaron a infiltrarse centenares de terroristas de Hamás armados hasta los dientes, con una cantidad enorme de armamentos y explosivos. Habían logrado romper la cerca de seguridad israelí sorprendiendo y dominando a un bajo número de tropas de las FDI, pues la mayoría de estas estaban concentradas en Cisjordania. Fue una operación comando planificada y entrenada durante cuatro años, en el máximo secreto, según reconocieron los instructores iraníes de la misma. Los brazos son de Hamás, pero el cerebro está en Teherán.
Asesinatos a sangre fría casa por casa
Al entrar al territorio del kibutz, los terroristas comenzaron su cacería humana. Primero, asesinaron a las pocas personas que encontraron fuera, gente que se encontraba disfrutando -por última vez en sus vidas- de una caminata matutina, o practicaba el jogging. Luego, comenzaron a entrar en las casas, una por una, a fin de asesinar a sangre fría a bebés, niños, madres, padres y abuelos. A todos. Los grupos de whatsap comenzaron a gritar socorro, implorando ayuda urgente. Mucha gente anunció que habían entrado terroristas en sus casas, tras derribar las puertas con explosivos, taladros y serruchos. Este fue el último y escalofriante mensaje de muchos. En otros whatsaps las personas simplemente comenzaron a despedirse de la vida.
Cuando no lograban abrir las puertas de los mamad (hay gente que sostuvo las manijas por más de 6 horas consecutivas), los terroristas directamente quemaban las casas con sus moradores dentro. Carmela Dan, de 80 años, había recibido al principio del shabat a su nieta Noya, de 11 años, una niña autista amante de los libros de Harry Potter, para cuidarla y pasar el fin de semana juntas. Ambas fueron quemadas vivas ya que los hombres de Hamás no lograron derribar la puerta de su mamad. Antes de quemar las casas, los terroristas desayunaron la comida de shabat que estaba en las mesas del comedor de las familias. Mientras estas se encontraban encerradas en total pánico, robaban lo que podían, como televisiones, pasaportes, ordenadores, dinero, tarjetas de crédito o teléfonos móviles y, luego, lo incendiaban todo.
Muchas otras personas fueron secuestrados a punta de fusil. No se sabe aún el número exacto de los rehenes, aunque aparentemente varía entre 203 y 250. La única información disponible por el momento son las decenas de videos de Tik Tok y Telegram que los propios hombres de Hamás publicaron en vivo, tanto desde el kibutz como ya de vuelta en Gaza. Un periodista que les acompañaba, narraba la masacre en directo como si fuese un partido de fútbol. Entre los secuestrados se encuentran Shiri Bibas una joven madre de 32 años y sus dos hijitos, Ariel de 4 años y Kfir de 9 meses de edad. Su cara aterrorizada mientras intenta proteger a sus preciosos bebés recorrió el mundo. También secuestraron, aparentemente, al padre de Shiri, José Luis Silberman, de 67 años de edad, nacido en Argentina.
En total, 100 personas del kibutz fueron asesinadas, secuestradas o permanecen desaparecidas. Un cuarto de toda la comunidad que difícilmente pueda recuperarse. Menos de dos semanas después de la masacre, las fuerzas de FDI y los agentes de Zaka (identificación de cadáveres), continuaban encontrando gente muerta. En algunos casos eran personas que se habían ocultado, como el cadáver de un el de un niño de 5 años que se escondió de los terroristas en el altillo de su casa y su cuerpo fue encontrado varios días después totalmente quemado.
20 comunidades agrícolas atacadas
Este escenario dantesco se vivió en más de 20 comunidades agrícolas -los kibutz- del sur de Israel. Han pasado menos de dos semanas, y aún huele a muerte. Pero no caben dudas que de la masacre del 7-O se hablará durante décadas. El interés internacional es enorme, con centenares de periodistas de todo el mundo desplazados. Y creo que el motivo es que no estamos siendo testigos solamente de un conflicto local entre Israel y Hamás. Nos encontramos frente a una contienda regional en la cual las otras potencias de la zona como Irán están dentro, y, al mismo tiempo, hay repercusiones globales. La onda expansiva de las explosiones en las cocinas y dormitorios de las hasta hace poco tranquilas casas de los kibutz ha llegado a todo el mundo.
Por ello, el tren aéreo con líderes internacionales tampoco tiene precedentes. El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, visitó Tel Aviv y participó personalmente del gabinete de guerra de Netanyahu durante casi dos horas. También visitaron Israel el canciller alemán Olaf Scholtz y el primer ministro británico Rishi Sunak, así como ministros de relaciones exteriores de decenas de países y de la Unión Europea que realizaron visitas solidarias al país hebreo.
Sin duda, las redes sociales y los medios de comunicación se han transformado en un campo de batalla, quizás como nunca antes. Primero, por el uso que les dio Hamás, al transmitir en vivo las ejecuciones, vejaciones y secuestros causando pánico y miedo entre la población israelí. Y, segundo, por la enorme cantidad de fake news, repetidas sin verificación por muchos medios mainstream de manera irresponsable. Una mentira se propaga en un minuto, y tarda meses en ser demostrada falsa.
Hamás, los vecinos de Israel
El shock ha sido tan grande dentro de Israel, que la sociedad se convenció de que no puede tener a Hamás como vecinos. Los israelíes están convencidos que si logran erradicar a esta organización fundamentalista ayudarán también a la población palestina de Gaza, que sufre la dictadura brutal de Hamás desde hace 16 años. En Israel, las enormes divisiones internas que durante 10 meses consecutivos casi llevan al país a una guerra interna, se esfumaron en un segundo a raíz del ataque de Hamás. En estos momentos, todas esas organizaciones de protesta transformaron toda su infraestructura organizacional para apoyar a la sociedad civil y al ejército, trabajando codo a codo con los funcionarios de gobierno que hasta hace dos semanas criticaban duramente (y viceversa). Los islamistas de Gaza, reconocen que con este sádico golpe su objetivo es que los israelíes aterrorizados corran hacia el aeropuerto Ben Gurión y huyan del país. Por ahora, la impresión es que el resultado fue todo lo contrario, y que la sociedad israelí que hasta hace dos semanas vivía un duelo político sin precedentes, ha unido filas como nunca.