La isla de Lord Howe tiene el aspecto de una destinación idónea para el turismo y recibir visitantes. Montañas verdes y playas de arena blanca. Aguas cristalinas y pececillos de colores que te dan besitos en los pies. A pesar de todo, en esta isla de unos 400 habitantes, situada a 600 kilómetros en el este de Australia continental, las playas están vacías. El sonido y el aire que se respira es el típico de vida silvestre.
"Es lo que no está aquí lo que proporciona esta experiencia; por eso es tan único", explicaba a la CNN Lisa Makiiti, isleña de sexta generación que dirige el alojamiento boutique Bowker Beach House. De esta manera, destaca que el valor es el de "tener un lugar en el mundo que funciona al revés que cualquier otra destinación turística. No es mayor y mejor y cada vez más". El secreto de este paisaje intacto es una táctica que se utiliza en muchos otros lugares: limitar el número de turistas que lo pueden visitar.
Durante más de 40 años, Lord Howe ha implementado un límite de 400 turistas al mismo tiempo, y ha fijado el número de camas disponibles para los visitantes. Eso se hizo para proteger las numerosas especies endémicas únicas de Lord Howe, que ayudaron a que la isla fuera reconocida como patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1982.
Un lugar de difícil acceso y una experiencia única
El número de turistas y visitantes permitidos fue totalmente arbitrario. Pero hacerlo así ha permitido que se minimicen los impactos ambientales y ha creado una experiencia "de uno a uno para los visitantes locales", detallaba también a la CNN Darcelle Matassoni, un isleño de sexta generación que trabaja para el Lord Howe Island Board, el gobierno de la isla.
Ahora bien, todo tiene trampa. A pesar del reducido número de visitantes que acepta la isla, llegar es muy difícil. Además, ya hay reservas hasta el 2026. Las tarifas aéreas de ida y vuelta a Sydney pueden superar los 600 euros, y en temporada de verano, un alojamiento para dos puede costar entre 185 y 2.800 euros la noche.
El verde y la tranquilidad también ayudan. Más del 85% de la isla todavía está cubierta de su bosque nativo, y en torno al 70% se encuentra en una Reserva de Parque Permanente, hecho que significa que todo desarrollo está prohibido. El asentamiento residencial cubre solo el 15%. Es difícil que este porcentaje cambie porque la comunidad local también está limitada y sujeta a las reglas sobre la vivienda. Muchos residentes son descendientes de los que llegaron al XIX.
Un lugar perfecto para desconectar
Cualquiera se ha encontrado deseando perderse en una isla desierta, aunque fuera por un par de días. Pues tal como señalan la mayoría de portales de viaje, este sería el lugar perfecto. Los pocos residentes de la isla conforman un paisaje único y pintoresco. La mayoría se dedica al cultivo de frutas y verduras para el consumo propio. Además, otro factor a tener muy en cuenta: la cobertura móvil es prácticamente inexistente. La bicicleta es, normalmente, el vehículo de transporte idóneo para recorrer la isla.
Además, el hecho de que el 85% de la isla esté cubierta de bosque, todavía le ofrecen una estampa más de descanso mental. Cerca del 50% de las plantas son endémicas, es decir, que solo se pueden ver en esta parte del mundo. Y las bellezas de la isla no solo se encuentran sobre la superficie, también hay bajo el agua, es que está el arrecife de coral austral mayor del mundo. ¿Quién no soñaría, pues, en transportarse?