Shanghái está marcando un precedente peligroso en la política 'cero covid' establecida por China. Restricciones, confinamientos y medidas con la aplicación de la fuerza para impedir el contagio masivo de la población. Las imágenes que están dando la vuelta al mundo hacen replantear si este tipo de política, en nombre de la salud, beneficia o perjudica. Por una parte, mentalmente la sociedad está destrozada y vuelven a ver cómo, más de dos años después con covid, se pone el marcador a cero para volver a vivir cerrados y aislados. De la otra, la brutalidad con que actúan los denominados "batas blancas" que muchos se preguntan si no son policías camuflados.
De momento, los brotes sobre todo de la variante ómicron, afectan a Shanghái y Jilin pero también se empiezan a contar centenares de casos en 29 provincias más chinas, aunque las consecuencias más peligrosas de este virus no son como las del 2020. Hablamos de ciudades con 18 millones de residentes por término medio, como la portuaria de Guangzhou. En este caso, de momento los casos se pueden contar con los dedos de la mano pero el pánico que ha generado ha sido inmenso y ya ha provocado una crisis en el suministro de los alimentos y las materias primas.
Brutalidad policial contra la ciudadanía
La fotografía final es que lo que pasa a Guangzhou ya se replica en mayor escalera en Shanghái, la ciudad más rica de este gigante mundial, donde encontrar un artículo en el supermercado se ha convertido en toda una quimera. Con más 25.000 nuevos casos diarios, la mayoría de ellos, asintomáticos, las autoridades insisten en la estrategia nacional de tolerancia cero contra el virus, que ha dado resultados ante otras variantes vía confinamientos, test masivos y cierre prácticamente total de las fronteras. Mano de hierro contra los que salen a la calle, incluso los pedigüeños que necesitan comer para sobrevivir, vulneración de los derechos humanos más básicos y un caos social.
Los vecinos se organizan
Ahora sin embargo, la pregunta es si las medidas todavía son más restrictivas que cuando la covid provocaba miles de muertos. A modo de ejemplo, en Shanghái es prácticamente imposible efectuar, incluso, compras a domicilio a través de internet. Cerca de los 11.000 repartidores que viven escondidos en furgonetas tienen miedo de volver a casa porque saben que se les habrá acabado el negocio si se encierran en su hogar. Todo, ha dejado a la mayoría de residentes de la ciudad, de unos 25 millones de habitantes, con una única salida para poder comer: las compras conjuntas ("group purchasing"), que en los últimos años habían experimentado un auténtico "boom" en China.
Faltan los productos más básicos
Los habitantes de las urbanizaciones en que se divide la ciudad han empezado a organizarse en grupos de la popular red social WeChat, el equivalente chino de WhatsApp, censurado en China, en qué se ofrecen alimentos a domicilio, pero únicamente en grandes lotes, convirtiendo así al habitual comprador al detalle en un improvisado mayorista. En estos grupos, donde no paran de surgir mensajes día y noche, quien encuentra una de estas ofertas lo anuncia y recauda los fondos de los vecinos interesados: las más comunes son de alimentos básicos, pero también hay de productos de limpieza o incluso de vino y restaurantes de comida rápida. Eso sí, hay que ser el más listo de la clase: sin una atención constante en estos grupos, es fácil quedarse fuera de uno de estos pedidos. Además, el hecho de que las compras conjuntas se organicen mediante "apps" pone en una situación de vulnerabilidad a las personas mayores de edad que no saben utilizarlas.
Silencio de Xi Jinping
Delante de este escenario, el gobierno de Xi Jinping calla y continúa con su mensaje único y tecnócrata donde luce su gran política aparente y recomienda a la ciudadanía que tenga una buena despensa. Todo empezó con un confinamiento de 48 horas, posteriormente se alargó 12 días y ahora ya es indefinido. Así pues, todavía no se ha marcado una fecha oficial para la reapertura total de la ciudad. Las autoridades han entregado bolsas con alimentos como verduras, huevos, carne, arroz, fideos o aceite, aunque varían tanto en composición como en cantidad según la zona. Sin embargo, en algunas zonas los habitantes han denunciado que recibieron carne en mal estado. Ante la crisis, el Ejecutivo municipal ya ha decidido levantar la cuarentena "al número mayor posible" de almacenes y mercados mayoristas con el objetivo de garantizar el suministro, pero algunos supermercados todavía denuncian importantes dificultades por poder volver a trabajar.