El colapso del régimen sirio deja muchas preguntas. Algunas sin respuesta y otras pendientes que lleguen en algún momento. ¿Siria se convertirá en un país más normal y dejará atrás la violencia y la opresión del régimen de Asad, o se le ofrece solo un respiro y pronto se enfrentará a la represión islamista impuesta por el principal grupo insurgente Hayat Tahrir al-Sham (HTS), cuyos orígenes se encuentran en Al Qaeda y el grupo Estado Islámico? ¿Serán los militantes inclusivos y aceptarán un estado secular y democrático? ¿Podrán los nuevos gobernantes de Siria –quién sea que sean– superar las fracturas religiosas y étnicas, agravadas por la guerra civil que dura 13 años y que divide el país entre la mayoría suní, los alauíes, los drusos, los kurdos y los cristianos? Estas son algunas de las preguntas que se hace en voz alta Jamie Dettmer, editor de opinión en POLITICO Europe, que cubrió la situación en Siria entre 2012 y 2017 para Voice of America y Daily Beast.
En este sentido, en un artículo publicado en esta misma publicación, destaca que si nos guiamos por el pasado, las sensaciones no son buenas. Remarca el resultado de la Primavera Árabe, que vio la caída de dictadores en medio de grandes esperanzas. Los déspotas reemplazaron a los déspotas. Y en Libia, una sociedad mucho más cohesionada que Siria, hubo solo un breve periodo de paz transitoria antes de que las balas reemplazaran las papeletas.
En medio de la expectativa, centenares de personas se han concentrado este jueves delante del monumento de la Espada Damascena, en la céntrica plaza de los Omeyas, en Damasco, llevando pancartas y cantando lemas en defensa de una sociedad civil fuerte y diversa en un país laico que respete todas las sensibilidades religiosas. Las peticiones son unas, la realidad hará falta ver como ocurre. La razón es que, paralelamente, los kurdos de Siria viven con preocupación la posibilidad que el grupo terrorista Estado Islámico (EI) aproveche el caos en el país, después de la caída del régimen de Asad, para perpetrar ataques terroristas o asaltar las prisiones kurdas, donde hay presos unos 12.000 yihadistas.
Siria intenta recuperar la normalidad
Hoy por hoy, gran parte de la atención en Siria se centra en la alegría por la marcha de Asad, en la apertura de las prisiones del régimen, con decenas de miles de prisioneros agradecidos ante la luz del sol y reuniéndose con familias que habían perdido la esperanza de tener. Como siempre pasa con la caída de una autocracia, se puede entrever el brillo que dejaron en sus mansiones con tierra de mármol los señores feudales que huyeron: un garaje lleno de coches de lujo, perchas llenas de ropa de alta gama; maletas Louis Vuitton y bolsos Hermès.
Por descontado, el coste de toda esta ostentación que han obtenido los cleptócratas ha sido traumatizar todavía más a un país que nunca ha disfrutado de una democracia estable desde que consiguió su independencia en 1946. Todo lo que Siria ha conocido actualmente son golpes de Estado, revueltas militares y levantamientos. Y desde 1963, una autocracia despiadada. Por lo tanto, el articulista insiste en que la situación no inspira confianza. Hay que destacar que el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, ni siquiera se atrevió a pronunciar la palabra democracia cuando llegó la semana pasada a la vecina Jordania para hablar sobre la transición a Siria. Mencionó que era importante asegurarse que "el pueblo sirio tenga la oportunidad de escoger su camino a seguir", pero nadie sabe cómo se conseguirá eso sin elecciones libres y justas.
En este sentido, el articulista destaca que los ideólogos y clérigos del HTS, como el egipcio Abu al-Fatah al-Farghali, juez militar y defensor de la charía en Idlib, han elaborado algunos principios básicos de gobernanza, que fueron observados por el Gobierno de Salvación Sirio que el HTS estableció en Idlib. Estos principios incluyen un rechazo total de la democracia y el secularismo y la adopción de un gobierno islámico.
Bajo el gobierno del HTS, Idlib no ha hecho elecciones. Los ministros eran aprobados por la shura, un consejo consultivo. Se respetaba la charía. No se designó ninguna mujer para el gobierno. El gobierno de transición que la charía ha establecido para Siria está lleno de leales al HTS. Imposible saber como irá ni cuáles serán sus derivadas. Por ahora, el primer vuelo comercial desde la caída del régimen ya ha tenido lugar entre Damasco y Alepo.
La ONU y sus esperanzas
El enviado especial de las Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen, ha asegurado esta semana que, después de estar unos días en Damasco y reunirse con las nuevas autoridades sirias que hicieron caer el régimen, hay "muchas esperanzas" de ver "el comienzo de una nueva Siria". "Todos sabemos que solo han pasado 11 días desde que HTS y los otros grupos llegaron a Damasco, así que es pronto. Pero creo que es importante decir que hay muchas esperanzas que ahora podamos ver el comienzo de una nueva Siria", afirmó el enviado a periodistas su último día de visita a la capital siria. Se trataría de una "nueva Siria que, de acuerdo con la resolución 2254 del Consejo de Seguridad, adoptará una nueva constitución que garantizará la existencia de un nuevo contrato social para todos los sirios", con "elecciones libres y justas".
Las preguntas que los sirios intentan responder
Después de la caída de Asad y el colapso de su gobierno, centenares de miles de sirios todavía no tienen respuesta a dos preguntas que los han perseguido durante años, incluso décadas. ¿Qué pasó con los familiares y amigos que desaparecieron o fueron detenidos por la policía secreta de Asad? ¿Y cómo llevamos sus torturadores y asesinos ante la justicia? Según la Comisión Internacional de Personas Desaparecidas (ICMP, por las siglas en inglés), en Siria hay unas 200.000 personas desaparecidas, la mayoría de las cuales fueron secuestradas o detenidas por el régimen de Asad o sus afiliados.
"Hassan Muhammad... Fecha de la detención 2018. Si conoces alguna información, te puedes comunicar directamente con la familia a través de los comentarios", decía una publicación en una página de Facebook para familiares de los desaparecidos. En otra página había un cartel que buscaba a un médico y decían que no lo habían visto desde la detención en el 2013.
El simbolismo de la guerra
Muchos conflictos y guerras de la región del Oriente Medio tienen su origen precisamente en la división entre suníes y chiíes. El enfrentamiento entre estas dos ramas del islam ha provocado guerras civiles en países como Siria, el Iraq, el Yemen y el Líbano. En eso se añade la escalada de tensión entre las dos grandes potencias que lideran los dos bloques del islam: Arabia Saudí, cuya monarquía es suní, y el Irán, gobernado por líderes chiíes.
Por definición, el grupo Hayat Tahrir al-Sham es una organización yihadista y salafista que participa en la guerra civil siria. A su tiempo, el salafismo es un movimiento suní e islamista, catalogado como extremista, de carácter reformista y ultraconservador que surgió en la península Arábiga durante la primera mitad del siglo XIX, y que ha ido evolucionando a lo largo de los años.