Space X ha lanzado este jueves 6 de junio el cuarto vuelo de prueba de la Starship, el prototipo de nave interplanetaria de la compañía del magnate Elon Musk, con el objetivo de alcanzar la órbita terrestre y un retorno controlado a la Tierra, lo que ha conseguido después de dos horas de misión. Este éxito supone un hito en la historia de la navegación aeroespacial y es la primera vez que ese gigante espacial, el vehículo de lanzamiento más potente jamás construido, consigue ese objetivo, después de tres intentos fallidos anteriores. El objetivo es que el gigantesco cohete desarrollado por la compañía de Elon Musk, el primero que ha sido diseñado para que sea reutilizable, vuelva a llevar astronautas a la Luna con el programa Artemis de la NASA, más de 50 años después del último alunizaje tripulado de la agencia norteamericana. Con el paso dado este jueves, este reto está mucho más cerca.
La cuarta prueba pretendía demostrar la capacidad de volver y reutilizar la misma nave Starship y su cohete portador Super Heavy. La misión se ha elevado desde la base espacial Starbase, situada en el sur de Texas, cerca de la famosa playa de Boca Chica y a unos 30 kilómetros de la localidad norteamericana de Brownsville. A partir del despegue, el cohete tenía previsto hacer un recorrido de unas dos horas durante el cual debía realizar una compleja coreografía de movimientos y maniobras espaciales y, finalmente, aterrizar sano y salvo en una plataforma situada en pleno océano Índico, cerca de Australia, como colofón del vuelo. Ha sido la primera vez que este gigante espacial, el vehículo de lanzamiento más potente nunca construido, ha conseguido este objetivo, después de tres intentos fallidos anteriores.
Después de tres fracasos anteriores, el mismo Elon Musk se había mostrado muy cauteloso y había enfriado las expectativas de poder traer con éxito el Starship en esta prueba, a través de su red social X: "El objetivo principal de esta misión es penetrar más en la atmósfera en la reentrada, idealmente a través del máximo calentamiento". Si todo salía según lo previsto en el plan de la misión, la etapa superior debía caer en el océano Índico, mientras que el propulsor debía haber realizado antes un simulacro de aterrizaje suave sobre el mar en el golfo de México, no muy lejos de la base de lanzamiento.
La Starship de SpaceX incluye la nave superior Starship y un cohete propulsor conocido como Super Heavy, dotado de 33 motores principales que propulsa la nave en su despegue."El cuarto vuelo de Starship tiene como objetivo acercarnos al futuro rápidamente reutilizable que se vislumbra en el horizonte", según SpaceX. "Seguimos desarrollando Starship, colocando maquinaria de vuelo en un entorno de vuelo para aprender lo más rápido posible, mientras construimos un sistema de transporte totalmente reutilizable diseñado para transportar tripulación y carga a la órbita de la Tierra, la Luna, Marte y más allá". Cabe recordar que los dos primeros intentos de llevar a la Starship a velocidades orbitales que se realizaron en 2023 terminaron en explosiones, y la nave espacial y el propulsor estallaron antes de llegar a los lugares de aterrizaje previstos. El tercer vuelo de prueba de casi una hora de duración, realizado en marzo, logró varios hitos antes de romperse tras el reingreso, en lugar de amerizar en el océano Índico.
Gesta y suspense
El primer objetivo era conseguir que el propulsor SuperHeavy, una de las dos partes del megacohete, hiciera un aterrizaje suave en el mar después de separarse de la nave Starship. Y esto se logró sin contratiempo, lo que ha supuesto un nuevo hito en la historia de la exploración espacial. Pasados más de 10 minutos del despegue y cuando el SuperHeavy ya había conseguido su amerizaje, la retransmisión se ha interrumpido durante más de 20 minutos, sin que SpaceX diera ninguna explicación, aunque tras la espera, la señal ha regresado y la misión ha seguido sin contratiempo, a la espera del gran momento de la entrada controlada a la Tierra.
Después de media hora orbitando por el espacio, la nave afrontó el momento más delicado, con la reentrada en la atmósfera terrestre, que es el del calentamiento. El propio Elon Musk había advertido días antes de que en una misión como esta "existen muchos problemas por resolver, pero el mayor es crear un escudo térmico reutilizable para el retorno orbital, lo que nunca se ha logrado".
Space X, a través de la NASA, ha invertido ya más de 3.000 millones de euros en el cohete (y la correspondiente nave espacial) más potente de la historia de la exploración espacial. De su éxito depende que se haga realidad el sueño de Elon Musk y la misión fundacional de la compañía, que no es otro que llevar humanos a Marte por primera vez. Pero antes, la NASA está librando una carrera con China, compitiendo por convertirse en la primera potencia en desarrollar un puesto avanzado lunar permanente y sentar el precedente para los asentamientos en el espacio profundo.