El archipiélago de las islas Svalbard está a casi 1.000 kilómetros de Tromsø, la ciudad más septentrional de Noruega, y lo habitan solo unas 3.000 personas. Hace un tiempo, se hizo famoso porque corrió por las noticias que en Svalbard no se puede ni nacer ni morir. A causa del permagel no es posible enterrar los cuerpos porque no se descomponen. Hay un cementerio, pero no acepta a recién llegados desde la década de 1950. Con respecto a los nacimientos, pues, tampoco es posible. Cuando una mujer está embarazada, tiene que ir al continente para tener la criatura.
Pero en las Svalbard, pasan cosas. Rusia lo ha utilizado repetidamente para experimentar con varias provocaciones. Y ahora, el Kremlin ha acusado a Noruega de militarizar el archipiélago, creando un posible pretexto para una acción militar. Claramente, y sin demasiada discusión, Svalbard es un laurel remoto y frío. Pero tiene peculiaridades. El archipiélago está ubicado estratégicamente y Rusia bien podría decidir utilizarlo como caso de estudio.

Svalbard ha sido habitada por humanos desde que los balleneros descubrieron el archipiélago en el siglo XVII, recuerda el portal Politico Europe. Y después del descubrimiento de carbón a finales del siglo XIX, el atractivo de las islas aumentó todavía más. De hecho, creció tanto que las naciones del mundo tuvieron que decidir a qué país pertenecería Svalbard, y el ganador fue, como había que esperar, Noruega, el país más próximo, aunque están separados por más de 900 kilómetros de distancia. En el Tratado de Svalbard —firmado por Noruega, Estados Unidos, el Reino Unido, Suecia, Japón y un pequeño grupo de países más en 1920—, Noruega recibió el archipiélago y, a cambio, se comprometió a permitir que los ciudadanos y empresas de los otros países firmantes residieran, trabajaran y operaran allí. También se comprometió a no militarizar Svalbard.
Rusia nunca ha sacado el ojo a las Svalbard
La Unión Soviética firmó el tratado en 1935 y organizó una presencia soviética centrada en las minas de carbón que explotaba. De hecho, los soviéticos construyeron un pequeño municipio que funcionó como una mine Unión Soviética hasta 1998, cuando Arktikugol, de Rusia, cerró sus minas de Svalbard. Y en consecuencia. Pyramiden, la mini URSS, fue abandonada. Ahora, es una ciudad fantasma con pocos cambios desde 1988.
Sin embargo, hay un poco de trampa. Rusia no abandonó completamente Svalbard. Los últimos años, tal como explica el portal Politico Europe, funcionarios rusos y otros representantes han llevado a cabo varias manifestaciones en el archipiélago. Por ejemplo, en el 2015, el vice primer ministro Dmitri Rogozin, sancionado por Occidente, desembarcó en Svalbard sin permiso de Noruega y se burló de los noruegos en redes sociales. Posteriormente, el 9 de mayo de 2023, los rusos realizaron un desfile militar del Día de la Victoria encabezado por su cónsul general. El Barents Observer informó de que el año pasado, el director de Arktikugol y otros colocaron banderas soviéticas en Pyramiden.
¿Militarización de Svalbard?
En este contexto permanente, y lleno de toma y daca, el Kremlin ha emitido una queja contra lo que llama a la militarización noruega de Svalbard. En una reunión con el embajador de Noruega en Rusia a principios de este mes, altos funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia señalaron que “contrariamente al régimen legal internacional establecido por el Tratado de Svalbard de 1920, que prevé el desarrollo exclusivamente pacífico del archipiélago y prohíbe el uso de su territorio con la participación de EE.UU. y la OTAN,” ha informado a la agencia rusa TASS. La agencia estatal de noticias también citó el ministerio afirmando que “en el archipiélago funcionan instalaciones de doble propósito que permiten, junto con las tareas civiles, ejecutar tareas militares, incluidas operaciones de combate en el territorio de terceros países”.
Los hechos, sin embargo, son estos: Svalbard no está involucrado en la “planificación militar y política” de Noruega. No hay ningún uso militar noruego del archipiélago, y especialmente ningún uso similar por parte de la OTAN o los Estados Unidos, como pasó en el 2017, cuando un helicóptero ruso se estrelló cerca de la segunda ciudad más grande de Svalbard, Barentsburg.

Rusia: ¿un nuevo conflicto a la vista?
Rusia parece que, justo ahora, echa de menos los días de gloria soviética en Svalbard. Como ya es sabido al Kremlin le gusta provocar y parece que, tal como recoge la publicación, podría haber encontrado con el archipiélago nuevas maneras de afirmarse y socavar Occidente. Así, ahora acusa a Oslo de violar el Tratado de Svalbard, Rusia se ha dado la opción de responder a esta supuesta violación. Es una medida que sigue el ejemplo de Moscú en Ucrania, donde, varias veces, ha afirmado que lo que hace es responder a los ataques de Kyiv. Noruega, evidentemente, puede decir que no está violando el tratado. Ahora bien, ¿qué opciones tiene Rusia de contestar a la supuesta infracción? Claro está que es imposible de predecir qué hay en la cabeza de Vladímir Putin. Lo que está claro es que, si finalmente acaba pasando alguna cosa, no se quedará solo allí. Habría que ver cómo respondería la Unión Europea o la OTAN si Putin decidiera hacer alguna cosa. Incluso, los Estados Unidos.
Un punto geopolítico clave
Svalbard es un archipiélago bajo soberanía de Noruega. Es el lugar habitado más próximo al polo norte y la zona cero del calentamiento global. La zona se ha convertido en los últimos años en clave a la geopolítica, en el marco de la actual confrontación entre Occidente y Rusia y de los intereses de las potencias. Las relaciones entre Longyearbyen, la localidad más importante de Svalbard, y Barentsburg, el principal asentamiento ruso, están congeladas desde la invasión de Ucrania, recuerda el portal de RTVE. El territorio es clave para la seguridad y la defensa rusas porque su ubicación podría ser fundamental para la OTAN para controlar la flota rusa del Norte, en caso de conflicto abierto. Por eso la necesidad y la importancia para el Kremlin de conservar los asentamientos, e incluso, aumentar la presencia.