En Israel los nervios están a la flor de piel. Tanto, que el miércoles por la noche el Comando de Protección Civil envió al refugio a dos millones de israelíes que viven entre la ciudad de Haifa y la frontera con el Líbano. Temían que terroristas de Hizbulá, el grupo libanés proiraní, se hubieran infiltrado en Israel de forma similar a los 1.500 hombres del brazo armado de Hamás el sábado pasado. Por otra parte, había rumores sobre un dron lanzado por Hizbulá, que habría penetrado en el espacio aéreo israelí. Poco después, el portavoz del ejército israelí anunció que no había pasado ni una cosa ni otra, y que se trataba de un fallo en el sistema de alarmas. Todo el mundo salió de los refugios, menos los que decidieron dormir en él. Por si acaso.

Muchos de los que viven en la primera línea, al lado de la verja fronteriza entre Israel y el Líbano, tienen aún viva en la memoria las imágenes de la guerra de 2006. El concejo municipal regional recomendó a las familias evacuar la zona, y todos acataron. En estos momentos solo se ven unidades militares en la zona, incluyendo tanques.

El nuevo gobierno de emergencia

Mientras en la franja de Gaza la fuerza aérea israelí continúa bombardeando sin precedentes lo que define como objetivos militares de Hamás, se espera la decisión del nuevo gobierno de emergencia nacional, un gabinete de guerra de facto que reúne al primer ministro Netanyahu, al ministro de Defensa Yoav Gallant, y al ministro de Asuntos Estratégicos Ron Dermer, los tres del Likud; con dos destacados exgenerales con gran experiencia de combate y en la actualidad dirigentes de la oposición centrista. Son el exministro de Defensa Benny Gantz y el exjefe del estado mayor del Ejército, Gadi Eizenkot. En las próximas horas se espera que también se incorpore el ex primer ministro centrista Yair Lapid, a quien decidieron reservarle un lugar. Los sectores más radicales del gobierno de Netanyahu quedaron fuera del gabinete de guerra.

 

El debate en el gabinete del gobierno sobre la posibilidad de una guerra en dos frentes, es decir, también con Hizbulá en el norte del país, es vista como de alto riesgo, ya que el grupo islamista libanés proiraní cuenta con al menos 150.000 misiles de alta exactitud que pueden cubrir todo el territorio israelí. El debate en el nuevo gabinete confronta la concepción opuesta de dos guerras pasadas.

Soldados del ejército israelí en la frontera de Gaza / Foto: Efe

La guerra de los Seis Días

En 1967, antes de la guerra de los Seis Días, Israel vivió tres semanas de gran temor ante las amenazas de exterminio sirias y egipcias, expresadas entonces a través de la emisora de radio La voz de El Cairo en hebreo, creada por el gobierno egipcio para la guerra psicológica: "Tel Aviv será totalmente destruida, nuestras bombas golpearán los objetivos sionistas ¿Hacia dónde correrán? No podrán resistir ni siquiera dos horas... ¡Presidente Nasser, estamos con usted! Los destruiremos, los quemaremos, los haremos polvo".

En la segunda mitad de mayo del 67 y la primera semana de junio, era tal la atmósfera de miedo en Israel a perder la independencia, que se prepararon cementerios en parques y jardines de las grandes ciudades, y algunos reservistas, entre ellos profesores universitarios, entregaron a sus familias pastillas de cianuro por si los ejércitos enemigos llegaban a sus casas. Israel decidió iniciar la batalla bombardeando las fuerzas aéreas egipcias y sirias antes de que estas pudieran despegar, obteniendo así su mayor victoria militar contra todo lo previsto. De Egipto, Israel ocupó el desierto de Sinaí, con un área tres veces mayor a todo el territorio original israelí, y la Franja de Gaza; de Jordania tomaron Jerusalén oriental, incluyendo el Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado para el judaísmo, y Cisjordania; y de Siria los altos del Golán.

La guerra del Yom Kippur

Seis años después, en 1973, durante los días anteriores al Yom Kippur (Día del Perdón), el más importante del calendario judío, empezaron a llegar informaciones sobre una posible ofensiva egipcia y siria. La administración norteamericana advirtió a Israel que no atacase primero si quería tener el apoyo de los Estados Unidos. El resultado fue un ataque sorpresa a las 14:00 horas del 6 de octubre, Día del Perdón, en el que muchos israelíes se encontraban rezando y ayunando. La independencia de Israel estuvo en peligro durante varios días. La desesperación inicial de las fuerzas israelíes, muy limitadas, sin refuerzos en el Canal de Suez y los altos del Golán, con los soldados gritando a través del sistema de comunicación militar implorando ayuda y socorro, tienen eco en el Estado judío hasta hoy en día. A pesar de los 2.500 muertos, tras 19 días de guerra y con la ayuda del armamento enviado desde Estados Unidos, Israel logró sobrevivir y ganar la guerra.

El secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, ha viajado este jueves a Israel, y se ha reunido con Benjamín Netanyahu / Foto: Efe

El debate sobre el modelo de guerra

En el gabinete de guerra israelí debaten ahora entre el modelo de la guerra de los Seis Días, y la guerra de Yom Kippur. El gobierno de Jerusalén no quiere ser sorprendido por su archienemigo Hizbulá. La pregunta es si Israel podría actuar antes en un ataque preventivo. Por ahora, las dos partes se observan con microscopio, intentando adivinar más rápidamente las intenciones del enemigo. Esta es una situación de altísima volatilidad en la que puede haber un error de cálculo, lo cual representa un escenario de gran peligro. El discurso del presidente Joe Biden es como un cheque en blanco para Israel en Gaza, pero sobre todo es una advertencia muy seria, tanto a Hizbulá como a Irán, de que no se metan en la guerra. Biden no se quedó en las palabras, sino que también pasó a los hechos al enviar el portaaviones Gerald Ford a la zona este del Mediterráneo.

Uno de los fundadores de Hamás en 1987, Khaled Mashal, quien vive en Doha, Qatar, lanzó un llamamiento a todo el mundo musulmán para que se una a la Guerra Santa contra los israelíes.  El día D es el viernes 13, día en que los musulmanes van a las mezquitas. Una jornada en la que los nervios de todos estarán en su punto más álgido.