Alemania vive un terremoto político. La CDU, el gran partido democristiano, ha entrado en una crisis cuando faltan tan solo tres semanas para las elecciones federales del 23 de febrero. La decisión del nuevo líder, Friedrich Merz, de someter a debate parlamentario una proposición para restringir la inmigración, que recibió el apoyo de los ultras de AfD y finalmente fue derrotada, ha provocado un enfrentamiento con la excanciller Angela Merkel y el sector centrista del partido. Doce diputados democristianos decidieron no participar en la votación y por ello no prosperó. El golpe a Merz es sonoro en vísperas de los comicios. A estas alturas nadie sabe a dónde puede llevar esta crisis, pero una reciente encuesta del instituto Insa apunta a un cierto incremento del apoyo al AfD y el SPD del canciller socialdemócrata Olaf Scholz.
Alemania está golpeada por los interrogantes, porque lo que está pasando —impulsado por el cambio de presidencia en los EE.UU.— es muy gordo. Se están rompiendo los códigos que se instauraron después de la Segunda Guerra Mundial con la derrota del nazismo y la ocupación norteamericana, que parecían graníticos y que hasta hace relativamente poco se veían positivos. Estos días podéis ir al cine a ver la película Setiembre 5, que al describir los atentados terroristas de Munich, vistos desde el periodismo, explica muy bien como se acababa de instaurar el modelo que ahora parece que se deteriora.
AfD en Bloomberg
La nueva CDU ha enterrado la consigna de hacer cordón sanitario a los ultras, mientras el Gobierno de los EE.UU., por boca de Elon Musk, da apoyo de forma descarada precisamente a AfD. El mundo ha cambiado. La líder de esta formación, Alice Weidel, que es una anti-Merkel furibunda, ha sido entrevistada en la televisión Bloomberg, faro del mundo económico norteamericano y occidental, y ha cargado con dureza contra la burocracia de Bruselas mientras se definía como "libertaria conservadora". Muy hostil con el Estado, populista, libertaria y nada tributaria del estatismo nazi, lesbiana y al mismo tiempo anti-LGTBI, ha aparecido con una imagen contenida como la que practica la presidenta italiana, Giorgia Meloni, cuando sale al exterior.
Elon Musk's great speech at our party convention! Make America & Germany great again! 🇺🇸🇩🇪 pic.twitter.com/XHtMIBfOYh
— Alice Weidel (@Alice_Weidel) January 26, 2025
¿Por qué el Gobierno de Trump se inmiscuye de forma tan punzante en las elecciones de Alemania? ¿Por qué Musk, que es un cargo gubernamental, ha llegado a participar vía telemática en un mitin de AfD y ha interferido en otro país? Solo se explica porque en realidad apuntan a la Unión Europea, y quieren que en Alemania gobiernen los euroescépticos, mejor todavía si son libertarios conservadores. La UE no puede funcionar si el motor germánico no está comprometido y no la arrastra. Si Alemania, y también Italia, se atan más a los EE.UU. que a Bruselas, la idea de la UE queda en entredicho, deben pensar en algún despacho de Washington. Y los perdedores, en este caso, serían el proyecto europeo y particularmente Emmanuel Macron (Francia) y Pedro Sánchez (España), aunque el líder del PSOE ya hace tiempo que va de lado.
El mundo económico recela
El mundo económico alemán recela de este terremoto político que está tomando cuerpo. Basta con leer el Frankfurter Allgemeine o los artículos de opinión del diario económico Handelsblatt. Critican que Merz ha puesto en peligro su prevista victoria electoral o que se ha equivocado al situar la inmigración sobre el mostrador cuando, según ellos, lo que le convenía era debatir la mala situación de la economía. Coinciden en eso con Angela Merkel. En cambio, Merz ha recibido el aplauso de la CSU, el partido aliado de Baviera, coincidiendo con el hecho de que se detecta en la calle una cierta pulsión de revuelta.
El electorado alemán es muy racional y poco emocional, a diferencia de los votantes mediterráneos, por eso todavía no se puede saber qué sucederá en el país hasta que el poso esté más reposado. En Alemania hay un visible cansancio del tripartito de izquierdas (SPD, Verdes y Liberales), ahora totalmente roto por la mala evolución de la economía, pero esto se mezcla con la crisis de la globalización, cada día más explícita, que se suma a un malestar de las clases medias por el impacto desastroso que ha tenido en el país la guerra de Ucrania. Alemania no había vivido una situación económica tan mala desde la posguerra.
En 20 días se tiene que ver si la izquierda gobernante sale tocada de muerte, si el electorado entiende la nueva vía de la CDU, por ahora dubitativa, o si triunfan los aires de revuelta populista. Se puede detectar en las encuestas, que en Alemania son fiables.
Foto principal: El presidente de la CDU, Friedrich Merz, y el de la CSU de Baviera, Markus Söder / @Markus_soeder