La justicia británica ha marcado los límites a Escocia. Este miércoles, los jueces del Tribunal Supremo del Reino Unido han tumbado por unanimidad dos leyes del parlamento escocés sobre los derechos de la infancia y el autogobierno local porque consideran que tocan algunos ámbitos en los que no tiene competencias. "Si nuestro Parlamento fuera independiente, no habría restricciones como estas", defendía a la primera ministra Nicola Sturgeon nada más saberse la noticia.

El camino hacia la independencia de Escocia, sin embargo, se plantea difícil. Con la oposición de Boris Johnson a que se celebre un segundo referéndum, la disputa entre Edimburgo y Londres no tendrá más remedio que jugarse en los tribunales. Ahora, además, la estocada del Tribunal Supremo de esta semana dibuja cuáles son las opciones para convocar un nuevo referéndum escocés.

Las incógnitas sobre el segundo referéndum en Escocia

El plan del Partido Nacionalista Escocés (SNP) es volver a poner las urnas antes del 2023, tan pronto como la situación de la covid lo permita. Después de que en el 2014 la opción de quedarse en el Reino Unido ganó por un 55%, un segundo referéndum con el contexto del Brexit y la covid podría cambiar las tornas. Sin embargo, aunque el partido de Sturgeon ganó con casi mayoría absoluta las últimas elecciones y cuenta con el apoyo de los verdes de Escocia para sacarlo adelante, los vientos no les son favorables en Londres.

El referéndum por la independencia de Escocia, en el 2014. / Efe

"Una de las principales dificultades es que el gobierno del Reino Unido no es muy partidario de la idea", asegura el profesor de Políticas de la Universidad de Strathclyde, Sir John Curtice, en una entrevista con ElNacional.cat. De hecho, el primer ministro británico se ha opuesto en reiteradas ocasiones a la celebración de este segundo referéndum y, aunque uno de sus ministros dijo que si el 60% de los escoceses querían un referéndum se tendría que celebrar, desde Downing Street niegan que haya una cifra marcada que les haga cambiar de opinión.

El visto bueno del gobierno británico es imprescindible para permitir un segundo referéndum igual que el primero. Aunque Escocia tiene una ley que les permite convocar consultas, los temas sobre la unión de las naciones que conforman el Reino Unido están reservados al ejecutivo central. "Cualquier referéndum sobre la posición de Escocia dentro del marco constitucional del Reino Unido entraría claramente en el territorio reservado de la Constitución británica", explica a ElNacional.cat al profesor de Derecho de la Universidad de Manchester, Javier García Oliva.

En el 2014, el entonces primer ministro David Cameron aplicó la "Sección 30", que concede ciertos poderes a los gobiernos nacionales, y Escocia pudo convocar su primer referéndum de independencia. Ahora, sin embargo, Johnson no es partidario de hacer lo mismo, y Sturgeon ya ha asumido que habrá que ganárselo en los tribunales. "No puedo deciros exactamente cómo se resolverá este punto muerto constitucional, pero se resolverá del lado de la democracia", se mostraba convencida la primera ministra escocesa en una entrevista en el Financial Times publicada este jueves.

¿Referéndum unilateral?

Una de las prioridades del SNP es que el referéndum sea legal y acordado, tal como ya hicieron ahora hace 9 años. "En términos pragmáticos, un referéndum sin la cooperación del Parlamento del Reino Unido sería indeseable para todos los implicados", analiza García Oliva. Pero desde Escocia están dispuestos a plantear una consulta unilateral si Johnson no les permite ninguna otra opción. "¿Si decís que no hay una vía constitucional legítima y democrática para que Escocia escoja la independencia, dónde nos deja eso"?, cuestionaba Sturgeon en el Financial Times.

La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, al parlamento escocés. / Europa Press

La opción de celebrar una consulta no pactada sería la última alternativa para que los escoceses pudieran volver a las urnas a decidir su futuro. Una posibilidad que los llevaría a confrontarse con el Reino Unit ante la justicia. "El gobierno del Reino Unido casi seguramente impugnaría esta votación en los tribunales y ambas partes apelarían las resoluciones hasta que el asunto llegara al Tribunal Supremo de Londres", predice el profesor de la Universidad de Manchester. Y según él, el gobierno británico tendría las de ganar.

Desde ambientes conservadores consideran que la última sentencia del Tribunal Supremo, que anula las dos propuestas de leyes escocesas, da argumentos del lado de Boris Johnson. "Es una sentencia que perjudica cualquier supuesto nacionalista que podría haber un camino hacia un referéndum de independencia lícito sin el consentimiento explícito de Westminster", analiza el profesor de Derecho Público de la Universidad de Glasgow y exdiputado de los Tories, a Adam Tomkins, en declaraciones en The Telegraph.

Pero no todo el mundo cree que Escocia lo tenga todo perdido antes incluso de llegar a los tribunales. "Cuando dos o tres abogados públicos se reúnen, tienes cinco o seis opiniones diferentes sobre si el Tribunal Supremo lo consideraría legal o no", considera Sir John Curtice. De hecho, hay una corriente que cree que si el referéndum no supone un impacto directo en la unión del Reino Unido, y tiene un carácter consultivo, no traspasaría el límite de las competencias de Escocia. Simplemente dibujaría las voluntades del pueblo escocés y a partir de aquí empezaría una negociación con Inglaterra.

Una cuestión de tiempo

La primera ministra de Escocia está convencida de que, aparte de la democracia, el tiempo también está de su parte y no podrán negar indefinidamente el derecho de los escoceses a celebrar un segundo referéndum. Según la última encuesta de Panelbase, un 60% de los jóvenes entre 16 y 30 años es partidario de la independencia. Por eso, Sturgeon argumenta que si Boris Johnson quiere esperar, el tiempo acabará dándole todavía más apoyo en las urnas.

Por otra parte, sin embargo, las últimas encuestas no dan una victoria clara al Sí. Después de que la salida de la Unión Europea comportara un claro aumento del independentismo en el 2019, las dos posiciones se han estancado y no parece que haya muchos cambios. "Con las encuestas al 50-50, francamente no les es estratégico convocar un referéndum de aquí poco", valora a John Curtice, que considera que no se celebrará antes del otoño del 2023.

El parlamento de Westminster, en Londres. / Efe

Esperar que haya unas elecciones generales en el Reino Unido también podría ser una carta favorable al independentismo escocés. "Si el gobierno del Reino Unido dice que no, en el momento de unas elecciones generales el 2023 o 2024 el SNP planteará que el suyo es un voto por la independencia", cruz Curtice. Plantear unas elecciones como plebiscitarias haría que el debate de la independencia de Escocia se trasladara a Westminster. Actualmente, el SNP tiene 47 miembros en la Cámara de los Comunes, la tercera fuerza por detrás de conservadores y laboristas. Por eso, Sir John Curtice considera que no les sería difícil convertirse imprescindibles para la formación del nuevo gabinete. "Entonces seguramente podrán decir: o hay un referéndum sobre la independencia en nuestros términos o, en caso contrario, no os permitimos formar gobierno y volvemos todos a las urnas", cree Curtice.

 

Imagen principal: La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, y el primer ministro británico, Boris Johnson, en una visita a Escocia en 2019. / Efe