Donald Trump ha pasado el fin de semana a Florida jugando al golf, pero de camino a su club también ha sido cazado -lo ha hecho preciosamente AP, una agencia que está vetada en la Casa Blanca- leyendo una noticia sobre los aranceles de China en el New York Post, un artículo que recogía el contraataque de Pekín y la decisión de gravar con el 34% las importaciones procedentes de Estados Unidos. "China: ¿Sí"?, titula el artículo de este medio neoyorquino que manifestó abiertamente su apoyo a Trump antes de las elecciones, que ilustra con una silueta del presidente chino Xi Jinping. El presidente norteamericano, al que se ve con cara de pocos amigos, está obsesionado con los chinos y con todos los que considera que han maltratado a su país, y ahora quiere vengarse a través de lo que él  llama "una revolución económica", que necesitará paciencia y sacrificios, pero Trump está convencido que "los resultados serán históricos", por eso pide a los norteamericanos que resistan. Unos norteamericanos, sin embargo, que han salido por primera vez a la calle para protestar contra sus políticas.

"China ha sido golpeada mucho más fuerte que EE.UU.", afirma el presidente en un mensaje lanzado a través de su red Truth Social, donde también acusa a este país y a "otras naciones" de maltratar a Estados Unidos de manera "insostenible", un maltrato que ha convertido América en un "palo de azotes", en "tontos e indefensos". Pero Trump, ha dicho basta. "Estamos recuperando puestos de trabajo y negocios como nunca. ¡Ya hemos invertido más de cinco billones de dólares, y la cifra sigue aumentando rápidamente"!, asegura el presidente, que califica sus controvertidas políticas arancelarias como "una revolución económica" necesaria, y asegura: "ganaremos".  Trump reconoce que "no será fácil", pero pide a sus compatriotas que aguanten "Manteneros firmes", porque "¡el resultado final será histórico! ¡Haremos que Estados Unidos vuelva a ser grande"!, aseguró.

Trump está convencido de que sus medidas permitirán recuperar puestos de trabajo, negocios y con esta "revolución económica" llegará la prosperidad económica, que tiene que fortalecer la industria interna enfrente del supuesto maltrato de las exportaciones norteamericanas por parte del resto de países. Pero sus políticas han generado una caída histórica en los mercados financieros, con pérdidas de más de 6 billones de dólares en Wall Street en tan solo dos días, y los expertos advierten del riesgo de una recesión y un aumento significativo de los precios dentro del país. ¿Los norteamericanos empiezan a abrir los ojos?

1.400 protestas en los 50 estados

Todavía es pronto para saber hasta donde llegará la paciencia de los ciudadanos, pero de momento, el país ya ha vivido este sábado la primera oposición civil organizada contra Donald Trump desde que el presidente asumió el cargo por segunda vez el pasado mes de enero. La movilización masiva de ciudadanos, contra las políticas de Trump y la intromisión en el gobierno del magnate Elon Musk, se produjo en 1.400 protestas repartidas por los 50 estados del país bajo el lema "Hands Off! (¡Manos fuera!). Es lo que los norteamericanos que salieron a la calle califican de una "toma hostil del poder", con un presidente que en dos meses en el cargo ha realizado despidos de trabajadores federales y recortes en programas sociales como el Medicaid y la Seguridad Social; ha hecho deportaciones de inmigrantes y ataques a comunidades vulnerables, personas trans y otros grupos marginales ha realizado una reestructuración gubernamental autoritaria, haciendo una caza de brujas contra los que no considera suficientemente leales a su causa; ha aplicado una política de aranceles globales que puede llevar al país a la recesión, y ha dejado que Musk, al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) haya desmantelado las instituciones públicas en favor de intereses corporativos.

Según varias informaciones, cerca de 600.000 personas se habían inscrito previamente para asistir a las manifestaciones, que fueron organizadas por una coalición formada por más de 150 grupos progresistas y movimientos de base, entre ellos organizaciones de derechos civiles, sindicatos, defensores del colectivo LGBITQ+, veteranos y activistas electorales. Las concentraciones fueron pacíficas, y las autoridades no informaron de ningún caso de violencia grave, enfrentamientos o detenciones. Las ciudades que concentraron las manifestaciones más numerosas fueron la capital, Washington D. C., donde en torno a 20.000 personas se congregaron bajo una lluvia ligera en el National Mall y el Monumento en Washington, y también cerca de la Casa Blanca, con pancartas contra Trump y Musk. En Nueva York, la gente se concentró en Albany y en Manhattan, cerca de Bryant Park, con consignas de "ningún ser humano es ilegal", y también se registró una alta participación en Boston, Filadelfia, Atlanta y Chicago. La estrategia de las movilizaciones buscaba visibilizar el rechazo de todos los estados y a escala internacional, con otras movilizaciones en ciudades como Londres, París, Lisboa, Oporto, Berlín o Frankfurt.

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