El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha resuelto este sábado una duda que preocupaba a la familia real británica desde la victoria republicana en las elecciones presidenciales del pasado mes de noviembre. El magnate ha decidido no expulsar al príncipe Enrique, el hijo díscolo del rey Carlos III, porque considera que "ya tiene bastantes problemas con su mujer -Meghan Markle-. Ella es terrible". El mandatario había amenazado con deportar al hijo menor del rey de Inglaterra, residente en California, pero este viernes ha expresado su cambio de opinión en declaraciones al New York Post.

El duque de Sussex vivía bajo la amenaza de una posible deportación a causa de la demanda que el grupo de reflexión conservador Heritage Foundation presentó en el 2024 después de que Enrique admitiera haber consumido drogas ilegales, una confesión escrita en su libro de memorias Spare. En concreto, el centro de investigación política afirmaba que el príncipe Enrique podría haber mentido en sus formularios de inmigración sobre su consumo de drogas y que la administración Biden le dio un trato preferencial.

"Es importante porque se trata de una cuestión de estado de derecho, transparencia y responsabilidad. Nadie debería estar por encima de la ley", dijo Nile Gardiner, miembro de la Heritage Foundation. "Donald Trump está inaugurando una nueva era de control estricto de las fronteras, y ya lo sabéis, el príncipe Enrique tendría que rendir cuentas, ya que ha admitido un extenso consumo de drogas ilegales," añadió.

Durante la campaña electoral, Trump afirmó en una entrevista que el gobierno tendría que tomar las "medidas adecuadas" si se encontraba con que Enrique había mentido sobre sus formularios de inmigración, pero no dijo explícitamente que intentaría deportarlo. Este sábado el magnate ha resuelto la duda.

La guerra entre Trump y Markle

Los ataques constantes entre el republicano y la pareja venden de lejos. El príncipe Enrique y su mujer han expresado su desaprobación a Trump a lo largo de los años. La duquesa de Sussex llegó a decir que el magnate era "divisorio" y "misógino" durante una aparición en la televisión antes de las elecciones del 2016. El presidente, por su parte, ha acusado a Enrique de vivir bajo la dominación de su mujer y haber recibido un trato de preferencia durante el mandato de Joe Biden, después de que el matrimonio se mudara a Montecito, California, en el 2020. Además, un año antes, Trump calificó a la duquesa de "desagradable" por sus declaraciones sobre él.