Cuando Donald Trump perdió las elecciones presidenciales en noviembre del 2020, su carrera política colgaba de un hilo. Al caótico desenlace de su primer mandato se le sumó la condena social de muchos norteamericanos e, incluso, de miembros del propio Partido Republicano. El asalto al Capitolio y los posteriores problemas con la justicia —Trump es el primer expresidente de los Estados Unidos condenado penalmente— hacían que su retorno a la Casa Blanca fuera una misión difícil de cumplir. Sin embargo, en el transcurso de los últimos cuatro años, el republicano ha tomado el control absoluto de su partido, al purgarlo de todos aquellos que se oponían a sus ideas, ha conseguido mayorías en todas las instituciones y ha sumado nuevos aliados que le han ayudado a imponerse en los últimos comicios. Ahora, Donald Trump vuelve al Despacho Oval y el mundo espera intranquilo cuáles serán sus primeros pasos.

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Sobre el papel, será su segundo y último mandato al frente de la primera potencia mundial, ya que la ley estadounidense no permite a un presidente ocupar el cargo más de dos mandatos. En este periodo, Trump disfrutará del beneplácito de algunas de las grandes fortunas del país. El presidente electo afirmó que ofrecería "ventajas" a aquellos que dieran más de un millón de dólares a su campaña electoral, como el acceso a acontecimientos con futuros miembros del gobierno, una promesa que ha hecho despertar a un sector en concreto: las tecnológicas. Jeff Bezos, propietario de Amazon y del diario The Washington Post, fue de los primeros en aceptar la oferta. Tampoco pasa desapercibida la donación de Mark Zuckerberg, propietario de Meta, el cual se ha acercado a los posicionamientos políticos de Trump alterando el funcionamiento de sus empresas al gusto del republicano. Pero si hay alguien que se ha entregado en cuerpo y alma para llevar al magnate a la Casa Blanca, este es el hombre más rico del mundo, Elon Musk.

En el 2018, cuando Trump llevaba dos años como presidente de los Estados Unidos, Musk afirmó que no era conservador y estaba de acuerdo con muchas ideas progresistas como la renta básica universal y la democracia directa. No obstante, con la llegada de la pandemia de la covid, el fundador de Tesla "rechazó fuertemente" las restricciones implementadas en California por parte de los demócratas. Aquel momento fue un punto de inflexión en su posicionamiento político, ya que supuso el inicio de un acercamiento hacia Trump que ha llevado al hombre más rico del mundo a disfrutar de un despacho propio a la Casa Blanca. Musk dio su apoyo absoluto a la campaña del republicano después de que este sobreviviera a un intento de asesinato durante un acto electoral en Butler, Pensilvania. Este apoyo se tradujo en la donación de más de 130 millones de dólares para financiar la reelección de Trump y el aumento de la presencia del empresario tecnológico durante los actos por todo el país.

Con la vuelta del magnate al frente del gobierno de los Estados Unidos, Musk disfrutará de ciertos beneficios como la reducción de los impuestos a las grandes empresas y los ricos. Asimismo, la victoria del republicano supuso una subida de las acciones de Tesla gracias a la perspectiva de un gobierno favorable a las grandes corporaciones tecnológicas. Pero, más allá de eso, el director general de SpaceX liderará una iniciativa dentro de la administración Trump con el objetivo de eliminar el despilfarro en el ejecutivo: el Departamento de Eficiencia Gubernamental. Esta comisión, descrita por el presidente electo como el "Proyecto Manhattan del siglo XXI", servirá para "desmantelar la burocracia gubernamental", reducir los gastos innecesarios y reestructurar los gobiernos federales. La tarea de Musk se alargará hasta el 4 de julio del 2026 y supondrá una "reforma estructural a gran escala".

Un Partido Republicano cambiado

Por otra parte, Trump vuelve a la presidencia como líder de un Partido Republicano completamente transformado, lejos de los idearios que años atrás había defendido Ronald Reagan. El impulsor del movimiento Make America Great Again —Que América vuelva a ser grande— y sus seguidores más acérrimos han utilizado la amenaza y el acoso para depurar el partido de aquellos republicanos que consideraban poco fieles. El magnate ha impuesto la lealtad hacia su persona a todos los niveles, desde los funcionarios estatales hasta los miembros del Congreso de los Estados Unidos, al hacer un llamamiento a vengarse de aquellos que resisten sus demandas, votan en contra de sus intereses o conspiran con los demócratas. El resultado de esta práctica se vio reflejada en las últimas primarias del partido, un proceso en que los candidatos favoritos eran Ron DeSantis, que representaba la esperanza de un trumpismo sin Trump, y el mismo Trump.

El caso más paradigmático de este dogmatismo trumpista es el del diputado Tom Rice. Su voto a favor del impeachment a Trump por incitar el asalto al Capitolio el 6 de enero del 2021 fue el inicio del final de su trayectoria. Decenas de llamadas y correos electrónicos, incluidas tres amenazas de muerte, revolvieron la oficina del republicano de Carolina del Sur. Además, un adjunto del sheriff a menudo lo vigilaba en acontecimientos públicos. La muerte política de Rice llegó al cabo de un año, en las primarias del partido en el estado de la costa este de los Estados Unidos. Trump se posicionó a favor del otro candidato, Russell Fry, y advirtió a los votantes que el diputado había colaborado con los demócratas para "apuñalar por la espalda" al partido y al país. Fry se impuso con el 65% de los votos y la carrera de Rice acabó después de seis mandatos.

Las promesas de Trump

Uno de los aspectos más característicos de la idiosincrasia trumpista es la hostilidad hacia la inmigración. Durante su primera presidencia, Trump inició la construcción de un muro en la frontera con México que, nueve años más tarde, se ha demostrado que es ineficiente. No ha disminuido ni la entrada de drogas ni la llegada de inmigrantes. Tampoco ayudó que Biden asegurara que bajo su mandato no se construiría "ni un centímetro de muro". Ahora, a la propuesta de Trump se le suma una nueva pieza al engranaje. Durante la campaña electoral del 2024, el magnate ha presentado un plan de deportación masiva que tiene como objetivo expulsar los millones de migrantes que viven ilegalmente en el país. El éxito de la operación implicaría la separación de miles de familias y desafiaría la estructura de muchas empresas norteamericanas, especialmente en el sector agrario. A principios del 2022 había en torno a 11 millones de inmigrantes ilegales o con un estatus temporal en los Estados Unidos, una cifra que, según los analistas, podría haber aumentado hasta los 13 o 14 millones en el 2024.

Trump también ha prometido que indultará a gran parte de los condenados por el asalto al Capitolio y que lo hará con rapidez. En diciembre del 2024, el empresario neoyorquino declaró a la cadena NBC que estaba "dispuesto a perdonar a muchos" de los acusados inmediatamente después de su toma de posesión porque "habían sufrido mucho y mucho". La Society for the Rule of Law, un grupo de abogados y juristas conservadores, ha advertido que la clemencia para aquellos que pretendían bloquear la certificación de la victoria electoral de Biden "disminuiría el poder judicial y enviaría un mensaje a los norteamericanos que atacar a las instituciones democráticas es adecuado y justificable".

Con respecto a los conflictos donde los Estados Unidos tienen influencia, el republicano destacó el papel que su equipo había tenido en la consecución de un alto el fuego entre Israel y Hamás. "Hemos conseguido tanto sin ni siquiera estar en la Casa Blanca. Imaginaos todas las cosas maravillosas que pasarán cuando vuelva", dijo. Por otra parte, el presidente electo aseguró en varias ocasiones que también pondría fin a la guerra entre Rusia y Ucrania antes de asumir el cargo. Sin embargo, a medida que se acercaban las elecciones, Trump dijo: "Si yo soy presidente, resolveré esta guerra en un día, 24 horas". En su última declaración sobre el conflicto que ha durado casi tres años, el magnate dijo que esperaba "tener seis meses" a partir del momento en el que volviera al despacho oval.

Parece que las promesas de Trump convencen a la mayoría de la humanidad. La opinión pública en la India, China, Brasil, Indonesia, Sudáfrica o Turquía, por ejemplo, considera que será un buen presidente para los Estados Unidos, para sus países y para la paz en el mundo. Pero en el Reino Unido, la Unión Europea y Corea del Sur la sensación es más pesimista. Los datos salen de una encuesta realizada por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, el cual indica que las promesas del magnate han calado en gran parte de la humanidad pero no entre los aliados tradicionales de Washington. Está para ver si el retorno de Trump cambiará el mundo o no. De momento, el panorama es incierto tanto en los Estados Unidos como en el resto del planeta.