El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, ha escogido al exfiscal general Matthew Whitaker como el próximo embajador de los Estados Unidos ante la OTAN. "Garantizará la defensa de los intereses de los Estados Unidos", ha asegurado Trump en un comunicado en el cual ha señalado que Whitaker también "fortalecerá las relaciones con los aliados y permanecerá firme ante las amenazas contra la paz y la estabilidad". El próximo presidente estadounidense, además, ha señalado que el nuevo embajador, a quien ha descrito como un "guerrero fuerte y un leal patriota", pondrá a "Estados Unidos primero", en una autorreferencia al lema que utiliza para defender una política exterior más aislacionista.

¿Quién es Matthew Whitaker y qué retos afrontará?

Whitaker es un abogado y lobbista de 55 años, que ejerció como fiscal general interino de los Estados Unidos entre noviembre de 2018 y febrero de 2019, bajo el primer mandato del republicano, después de la salida abrupta de Jeff Sessions. Está graduado en Derecho y tiene un máster en administración de empresas por la Universidad de Iowa, donde formó parte del equipo de fútbol americano. Inició su carrera en el Departamento de Justicia el año 2004, cuando fue nombrado fiscal por el distrito de Iowa  por el presidente George W. Bush, y antes había sido socio director del despacho de abogados con sede en Des Moines, Whitaker Hagenow & Gustoff LLP. Sin embargo, Whitaker no tiene experiencia en el mundo diplomático ni en el diseño de políticas, un requisito que Trump no ha considerado importante a la hora de nombrarlo ni a él ni a la futura representante ante la ONU, Elise Stefanik. En cambio, el abogado sí que ha sido muy activo en la campaña electoral republicana, y en los últimos años se ha mantenido muy próximo a Trump.

En caso de que se confirme este nombramiento, Whitaker tendrá que defender la política internacional del nuevo presidente y navegar en las relaciones con los miembros europeos de la Alianza Atlántica en el contexto de la guerra en Ucrania. Trump ha estado muy crítico durante la campaña sobre el papel de los Estados Unidos en este conflicto, especialmente por el gran desembolso económico que su país hace para la financiación militar de Ucrania. En este sentido, ha defendido la necesidad de que los otros países europeos incrementen su gasto, y a diferencia de los demócratas, no ha hecho una defensa incondicional de Kyiv, sino que ha mostrado la voluntad de negociar con el Kremlin para acabar con la guerra, aunque eso implique un pacto perjudicial para Ucrania.