La guerra cambia muchas vidas. La de Ivan, informático de profesión, ya cambió el año 2014, que se marchó del Donbás a consecuencia de la guerra. En febrero del año pasado, cuando escaló la invasión rusa de Ucrania, decidió quedarse en Kyiv y no marcharse. El mes de marzo pasado, cuando hacía unos días del inicio de la guerra a gran escala, ya confesaba en conversación con ElNacional.cat, que no tenía intención de moverse. Aseguraba que era complicado y que podía trabajar desde casa. Ahora, casi un año después destaca que la situación "es un poco más estable", aunque "hay cortes de luz constantes". "A veces son de 4 horas, o de 5 horas. Hace unas semanas estuvimos unas 35 horas sin electricidad. Vivo en un 18.º piso, no tenía ascensor, ni agua, ni internet, ni conexión móvil, no podía ni llamar ni trabajar", relata desde el otro lado del teléfono.
"Trabajo en el mismo lugar, en una compañía de telecomunicaciones, tengo trabajo porque trabajamos de manera remota, sin embargo, la situación no es buena para muchos ciudadanos, no hay trabajo. Los problemas de luz, sin embargo, no nos han afectado tantísimo en la oficina. Tenemos generadores y estamos preparados. La verdad es que teniendo en cuenta la situación actual, estoy contento de tener trabajo". Y destaca que "si no tuviera trabajo, sería todo muy difícil. Los precios han subido". En Kyiv hay cierta normalidad, restaurantes, cafeterías abiertas... ¿qué pasa cuando suenan las sirenas? "Cuando las siento, no hago nada. Es difícil ir a algún sitio y podría pasarme la mitad del día. En la oficina suenan una o dos veces cada día. Algunas veces es peligroso, otras no. Fue en octubre o noviembre que fue todo a peor, ataques masivos y peligrosos y edificios destrozados".
"No puedes planificar nada"
"Mi hija y mi exmujer están en el oeste. La pequeña intenta ir a la escuela, a veces presencialmente y de otros online. Para ellas, la situación es diferente porque ella no tiene trabajo. Para los niños es más fácil, no leen mucho las noticias. Sabe que no hay luz, claro, y que las cosas no van bien y que hay problemas, pero intentamos protegerla". Preguntado por la familia y amigos, Ivan destaca que "algunos intentan trabajar, otros están en el ejército, pero es complicado tener trabajo. Psicológicamente, es un problema porque no sabes qué puedes esperar de la vida. No puedes planificar nada. Quizás te tienes que marchar, sin embargo, ¿a dónde vas? Hay muchas preguntas sin respuesta. Económicamente, también es muy difícil, no solo psicológicamente. Hay muchísima gente pasándolo mal, intentas dar dinero al ejército porque también necesitas hacer algo. Nadie sabe cómo se acabará ni de qué manera". A pesar de los problemas, Ivan no tiene intención de irse. "Kyiv está bien, es igual de seguro que Lviv. En otros lugares es más complicado. La sensación de no poder planificar nada y de protección a los hijos, es un sentimiento compartido para la mayoría de ucranianos. Pavlo, que pasó de los focos de la Europa League al ejército y finalmente, en una ONG, también explicaba en conversación con este mismo diario esta sensación. La incertidumbre y la sobreprotección a los hijos.
"La población se está empobreciendo"
Al principio de la guerra, Dima y su familia utilizaban el metro como refugio. Una parada cerca de casa se había convertido en un sitio de encuentro cuando las sirenas sonaban a todo trapo por la capital, explicaba entonces también en conversación con ElNacional.cat. "Ahora, la situación para mí y para mi familia es un poco diferente. Me considero privilegiado en este contexto donde vivimos", detalla en una nueva conversación con este diario. "Tenemos un refugio confortable y seguro en nuestra casa, con wifi, electricidad y colchones. Está en la planta -1, no es una casa privada, sino que es un bloque de pisos y, por lo tanto, es compartido, pero está bien. Además, el verano pasado conseguí comprarme un coche, por si acaso". En este sentido, constata que hay cortes de luz, pero que la vida parece haber vuelto a la capital. "Hay restaurantes abiertos, cafeterías, puedes comer. Se hace extraño porque no dejamos de entrar en guerra, pero es curioso el nivel de adaptación", sonríe. Le preguntamos más sobre esta cuestión. "Imagínate, la escena. Gente tomando café, comiendo en un restaurante, conversando, riendo... y de repente suenan las sirenas. Todo eso se rompe. Y cuando pasa eso, hay dos tipos de persona: unos van corrientes al refugio y los otros sacan el teléfono y van grabando las situaciones que viven". Mientras hablamos, suenan las sirenas. Se disculpa y detenemos la conversación.
La reprendemos al cabo de un rato. A pesar de la normalidad o aparente normalidad que la capital ucraniana intenta transmitir, las cosas no van bien. "La población se está empobreciendo, mucha gente ha perdido el trabajo, los salarios no llegan y las condiciones laborales son más duras". "Las empresas pierden clientes, hay recortes salariales y, además, devaluaciones". A pesar de todo, constata que "no se ha perdido el sentido del humor, todo el mundo se prepara para la gran fiesta, para cuándo Ucrania gane la guerra. Nos preparamos, claro está, para los peores escenarios, pero hay que ser optimista". "Sigo viviendo en el mismo sitio que antes, trabajando en la misma empresa tecnológica, tengo suerte".
Sobre la opción de ir a restaurantes y cafeterías, en Dima explica que algunos prefieren dar el dinero al ejército porque o bien no tienen ganas de ir a comer fuera o bien, porque no tienen tiempo. En su caso, constata que se pasa el día trabajando y que no tiene demasiado tiempo para descansar o invertir en ocio. Más sirenas. Volvemos a detener la conversación. Le pedimos, al cabo de un rato de conseguir reanudar la conversación, por esta cuestión. "Estamos seguros de que Rusia preparará algunos regalos para el aniversario, pero pienso que los nuestros serán mejores. La principal diferencia es que ellos intentan arruinar nuestra vida. Este es el principal objetivo, hacer la vida complicada y difícil. Nuestro ejército intenta hacer cosas, que es lo que se espera. Luchar y liberar nuestro territorio, y son buenos tal como podemos ver".
Imagen principal: calles de Kyiv / Ivan T. (Cedida)