Las normas estrictas y los castigos dan impresión a las universidades de los Estados Unidos para disuadir las manifestaciones pro-Palestina. Después de la irrupción esta primavera de protestas y acampadas en favor de Palestina, las universidades han endurecido las normas, cerrado las puertas de los campus y han impuesto castigos más estrictos a los estudiantes que se manifiestan. Según explica el New York Times, eso ha provocado que las protestas caigan en picado, y en este último semestre se han registrado solo 950 protestas, muy lejos de las 3.000 de la primavera. La cifra que más sorprende es que solo se han detenido 50 personas este curso en concentraciones en contra la guerra en Gaza.
Desde el abril pasado, más de 3.100 personas habían sido detenidas en campus de todo el país, la mayoría acusados de alterar el orden público, aunque algunos se enfrentan a cargos más graves, como resistencia a la autoridad. Muchos de estos cargos en los últimos meses no han prosperado, pero las consecuencias han llegado de otra manera a los estudiantes, a quienes las facultades les han limitado la movilidad en sus campus, con amenazas de retirarles los diplomas si son detenidos en estas concentraciones.
Prohibir concentraciones y más presencia policial
Harvard, que durante años ha hecho gala de su activismo estudiantil, ha prohibido a docenas de estudiantes y miembros del profesorado participar de "jornadas de estudio silencioses"– unas protestas donde los manifestantes se sientan en las mesas|tablas de las bibliotecas con signos de oposición a la guerra en Gaza – un tipo de concentración que el diciembre pasado se celebró sin problemas.
En la Universidad de Indiana a Bloomington, algunos estudiantes y miembros de la facultad queríamos participar de las vísperas bajo la luz de las velas, una forma muy popular en los EE.UU. de protesta contra la guerra, fueron enviados a casa por prohibición de la actividad en el campus después de las 23.00 horas. Situaciones similares se han repetido en centros universitarios en Pensilvània y Nueva Jersey, donde también se ha reforzado la presencia de agentes de policía, que según el diario norteamericano, "superan muchas veces" el número participantes.
En universidades como la de Minnesota o la de Pomona en California, los presidentes de los centros han hecho uso de su "autoridad extraordinaria" para prohibir protestas Pro-Palestina y permitir el arresto de 11 personas que habían ocupado edificios del campus. Desde la dirección alegan que la decisión se había tomado porque se habían producido destrozos en el mobiliario, "amenazando la integridad y la seguridad de las clases a la facultad", según ha declarado la administración a las fuentes citadas.
Protestas originales para desafiar las nuevas restricciones
Las reuniones silenciosas como la de Harvard también se han multiplicado por todo el país para eludir las restricciones. En la Universidad de Tulane, en Ohio, y en la Universidad de Texas en Austin, los estudiantes durante estas actividades suelen llevar kaffiyehs, los pañuelos tradicionales palestinos, y ponen tiras de cinta en sus ordenadores portátiles con mensajes como "Nuestra matrícula finanzas un genocidio".
La última protesta que ha intentado subvertir estas normas se vio durante el Sukkot, la fiesta judía que celebra la cosecha, dónde los miembros de la organización antisionista Jewish Voice for Peace (JVP) colocaron unas "suckkahs solidarias" en facultades como las de Northwestern y la Universidad de California, en Los Ángeles.
Estas barracas conmemoran las estructuras en que vivían los israelitas mientras vagaban por el desierto durante 40 años y a menudo están decoradas con calabazas, frutas y luces, en las que JVP añadieron carteles como|cómo "Deja de armar a Israel". Según la organización, los sukkahs fueron retirados en nueve universidades por una nueva regla que "no permitía estructuras no autorizadas".
Las nuevas restricciones no son el único factor detrás de la bajada de la actividad de protesta este semestre. Algunos grupos de protesta han abrazado una retórica más violenta —elogiando el ataque de Hamás del 7 de octubre a Israel, por ejemplo— y eso ha hecho perder el apoyo|soporte de aquellos manifestando que se concentraban en las universidades pidiendo un alto el fuego, ya que el consenso en los centros todavía está que el discurso crítico con Israel no puede atravesar nunca la línea hacia el antisemitismo.