Veintiséis días en el sótano de la muerte. Más de trescientas personas convivieron en el sótano de un edificio custodiado por el ejército ruso. Diez de ellos no consiguieron sobrevivir. La Oficina del Fiscal General de Ucrania ha acusado oficialmente a nueve militares rusos de "violar las leyes y costumbres de la guerra, el que implica asesinado premeditado." Los hechos tuvieron lugar en la región de Chernígov, en un pueblo denominado Yahidne.
El periodista Mark Krutov de Radio Free Europe/Radio Liberty habría encontrado a una superviviente porque ella habría escrito en la puerta del sótano su cuenta de Instagram. "Escribí mi cuenta de Instagram en la puerta, en algún momento de la segunda semana de cautiverio. Allí conocí a una chica. Decidí escribirlo para que después me pudiera encontrar si ella se quedaba y yo me marchaba. Valeria Vidkovskaya, originaria del mismo pueblo, le explicaba al periodista que más de 10 personas de las cuales estaban al sótano murieron.
Trescientas personas cerradas en un sótano
Más de 300 personas habrían intentado sobrevivir en este sótano, desde el 4 al 31 de marzo. Pero aunque la cuenta atrás se había acabado, muchos se quedaron allí porque sus casas habían quedado destruidas. Al lado de las imágenes del calendario, hay también las personas que murieron de hambre o por enfermedades. Al otro lado, hay las que murieron por bombardeos del ejército ruso.
¿Sin embargo, quién eran los que controlaron el cautiverio de estas 300 personas en un sótano? La fiscal general de Ucrania, Irina Venediktova, escribió en su cuenta de Facebook, que la oficina había identificado a nueve militares rusos que habían instalado un sótano de la muerte en el pueblo. Todos ellos, según ella, habrían servido a la brigada 55 de la República popular de Tuva. El mismo periodista habría buscado en las redes sociales a algunos miembros de esta brigada y habría encontrado que han colgado fotografías recientes, donde harían vida normal. Se habría intentado poner en contacto sin éxito.
El sótano era el de la escuela. Tal como se puede leer en el artículo, había unas cuatro o cinco habitaciones de entre 15 y 20 metros cuadrados. No había ventilación, y en algunas habitaciones hacía calor porque la temperatura llegaba a los 33 grados en algunos momentos. El agua y la comida eran escasas.
Cerca de la escuela había un fogonero, si una persona moría, podían llevar allí, pero el traslado no era inmediato. Cuando se detenían los bombardeos, les daban permiso para enterrar el cuerpo. La información también llegaba muy filtrada. I Valeria Vidkovskaya explica que les habrían dicho que Odesa se había rendido sin ni luchar. Según recoge el artículo, el día 30 se marcharon, pero nadie volvió a casa porque las ventanas estaban rotas, y las casas destrozadas.
La mayoría de los residentes se quedaron en la ciudad, pero ella y su familia se fueron a Alemania. Su casa había quedado inservible.