La venganza se ha apoderado de las calles de Siria, con enfrentamientos y asesinatos que han derivado en la muerte de más de un millar de personas. El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), una de las fuentes más fiables sobre el terreno, ha asegurado que al menos 830 civiles han sido asesinados por el estallido de las hostilidades entre las tropas del nuevo gobierno y los fieles del expresidente derrocado, Bashar al-Assad, que han perdido 125 y 148 unidades respectivamente. La situación es de absoluto terror. Los ciudadanos de Latakia, en el este del país, han vivido en los últimos dos días los actos de violencia más mortales en más de una década. También se han dado cortes de electricidad y agua potable masivos en la región de la costa mediterránea. Con todo, el optimismo de los sirios en las últimas semanas por la caída del régimen se ha disipado y el miedo por morir ha vuelto.

El nuevo gobierno del país, encabezado por el presidente interino Ahmed al-Sharaa, intenta justificar estos actos tratando de no entrar en contradicción con las promesas iniciales de prosperidad y democracia. Al-Sharaa ha argumentado que se trata de una operación contra las milicias indisciplinadas de la minoría alauí, a la cual pertenece el expresidente Al-Assad. Es la respuesta a "las acciones individuales" de violencia desenfrenada que "entran dentro de lo que se esperaba" el nuevo ejecutivo en medio del complejo proceso de transición. "Los sirios se tienen que dar cuenta de que su país tiene los elementos para sobrevivir, y no hay miedo mientras la revolución surja de las mezquitas", ha dicho Al-Sharaa en un intento de pedir tranquilidad a los ciudadanos. Sin embargo, el mandatario con pasado yihadista no ha hecho ninguna mención a las matanzas de civiles en manos de sus propias fuerzas de seguridad que el OSDH denuncia. Tampoco se han pronunciado los alauíes, que también son responsables de la muerte de centenares de ciudadanos.

El nuevo capítulo de hostilidades en Siria estalló el jueves cuando los remanentes de Al-Assad lanzaron un ataque contra las tropas del nuevo gobierno en la localidad de Jableh. Esta operación ha desencadenado una oleada de violencia y son los civiles los que han pagado el precio. El OSDH explica que las fuerzas de seguridad sirias "siguen persiguiendo y peinando" las zonas donde se esconden los fieles al expresidente, e informa de que se están produciendo "combates de calle" a Latakia y Tartús. Al-Assad fue destituido el diciembre pasado después de décadas de gobierno autoritario por parte de su familia, marcadas por una severa represión y una guerra civil devastadora. Los alauíes, sin embargo, habían sido un pilar para el expresidente durante sus años de mandato, llegando a dominar instituciones como el ejército.

La comunidad internacional ha declarado su grave preocupación por estos combates. El representante de la Unión Europea en Siria, Michael Ohnmacht, ha pedido que se acabe la violencia y que todas las partes "traten" y "respeten el derecho de todos los componentes del pueblo sirio" a vivir con seguridad y paz. En este sentido, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, ha constatado informaciones "extremadamente perturbadoras" que apuntan a matanzas de familias enteras y ejecuciones de combatientes rendidos.