Tejados doblados por las inundaciones como si fueran chicles, casas prefabricadas que se han desmenuzado, coches chafados y montañas de basura en las orillas de un río putrefacto por la basura que se ha llevado. Cinco semanas después de que el huracán Helene matara a 212 personas por todo el país y 112 en esta región, el condado de Buncombe, en el estado clave de Nord Carolina, afronta las elecciones más preocupado por recuperar la normalidad y curar las heridas que por votar el próximo día 5. La mayoría no han cambiado su voto por la tragedia.
Heather Pettipaw, de 40 años, nos recibe en la casa prefabricada de madera que justo ayer le entregó un empresario que las fabrica, y que su familia ha montado ya en medio del barro ya seco y a un barrio totalmente arrasado por el huracán, en el municipio de Swannanoa. Acompañada de su marido, Frank, que trabaja como repartidor de paquetería, y de sus hijos de once años (Russell) y de doce (Hailey), explica que todavía espera la llamada de la Agencia Federal de Emergencia (FEMA) tras rellenar la solicitud on line (hay cientos de miles) y que "son las personas del pueblo quienes han ayudado" y no el gobierno.
Sin embargo, no es esta respuesta pública del gobierno de Biden, que fue "terrible", según ella, la que le hace votar por Donald Trump. Es republicana desde siempre y, aunque acaba de montar una casa de madera a la espera de que hagan de nuevo prefabricadas en la misma zona que se inundó al lado del río, su primer argumento para defender a Trump es "la frontera" y el segundo la inflación. Vivir cerca del río, en cambio, no le da miedo: "No tengo miedo de nada. Nos gusta pescar. Que Dios decida si me tiene que llevar".
"Votaré a Trump porque todos los países necesitan una frontera y no se puede dejar entrar a todo el mundo. Estoy más de acuerdo con él. Los demócratas lo han hecho muy mal los últimos años y los precios en el supermercado han subido mucho", defensa.
Heather y su familia salieron de casa cuando oyeron que el suelo temblaba. En la calle, comprobaron que el agua le llegaba por las rodillas, pero consiguieron huir hasta encontrar una camioneta de la Guardia Nacional que los llevó a un refugio. "30 minutos después colapsó todo, por lo que nos ha explicado la policía", dice. "Los republicanos creo que lo habrían hecho mejor, pero no es eso lo que me hace votar por uno o por el otro", añade.
Votantes de Trump por la economía
A pocos metros de donde Heather se ha hecho la nueva casa, Lynn, jubilada, explica que ella y su marido se salvaron porque su casa está más elevada. "Vinieron 8 personas de esta zona destruida a refugiarse en nuestra casa", explica. Como Heather, Lynn votará Trump, pero lo hace sobre todo guiada por "la economía" y la inflación, el argumento más repetido por todas partes.
A pesar del contado de Buncombe es una burbuja azul, color demócrata, dentro de un sureste del estado totalmente rojo, todos los entrevistados en las zonas más afectadas son votantes de Trump. Pero no es por el huracán, sino porque justo esta región periférica y más rural es tradicionalmente más republicana, con menos nivel de formación, y conecta más con Trump.
El azul de Buncombe se debe a la ciudad de Asheville, turística y llena de restaurantes caros, refugio de artistas, músicos, hippies y profesionales formados, y cada vez más gentrificada, con un voto masivo a los demócratas de Kamala Harris de una población de 95.000 habitantes entre los 200.000 del condado. Swanannoa solo tiene 6.500, la mayoría de ellos sin casa porque los barrios estaban a cerca de y cerca del río del mismo nombre.
Unos votos decisivos
De los 7 estados que afrontan las elecciones del martes con empate, los denominados 'swing states' (estado pendular) donde puede ganar cualquiera, Carolina del Norte es junto con Georgia -también muy afectado por el huracán- la segunda con más peso, 16 votos electorales, por detrás de los 19 de Pensilvània. En Carolina del Norte, la ley electoral se ha cambiado para dar más flexibilidad a los residentes de la región para ir a votar a los diferentes puntos de voto por adelantado, donde la gente está yendo masivamente, reportan los locales, a pesar de los problemas.
Teniendo en cuenta que se calcula que se han perdido 126.000 hogares en los estados tocados por el huracán y que ha afectado a la vida de centenares de miles de personas (en Asheville no tienen agua corriente), los votos afectados por el huracán podrían ser clave si hubiera una fuerte reacción a favor del gobierno o en contra. Sobre todo si recordamos que Trump derrotó a Biden el año 2020 en este estado por solo 70.000 votos.
Trump ya remueve al fantasma del fraude
En los últimos días, el Partido Republicano ha hecho tuits promocionados que alertaban a los votantes de Carolina del Norte a "ayudar a frenar la supresión de voto, las irregularidades y el fraude," con uno revestido de oficialidad mayor aunque cuando habla el candidato. Trump, además, ha extendido el rumor, desmentido por varios medios y sin ninguna base real, que la FEMA habría desviado dinero para "gastarlos en inmigrantes ilegales".
Aunque el rumor falso no aparece entre los entrevistados cuando se los pregunta por la gestión del gobierno, medios locales reportaron que algunos votantes de la región los repetían. En medio de la carretera, un cartel pide: "Desfinanciemos la FEMA". El presidente Joe Biden aprobó el 14 de octubre 1.000 millones de dólares para los afectados de Helène, pero la mayoría de afectados tildan de "lenta" la reacción del gobierno. Otros recuerdan que las carreteras estaban totalmente cortadas por los árboles tumbados por el huracán y por eso tardaron en llegar.
En la última visita a la zona, Donald Trump visitó un centro de distribución de ayuda a un concesionario de Harley Davidson donde trabaja la organización Freedom Savage. Funciona por donaciones privadas y se coordina con el ejército y con otras ONGs para distribuir alimentos, herramientas, materiales de construcción e incluso funciona como helipuerto para los helicópteros que todavía rastrean la zona.
Ayuda humanitaria con sello trumpista
Uno de los portavoces de esta organización, el Austin, veterano del ejército y relaciones públicas a un negocio familiar, evita posicionar políticamente cuando es preguntado por conexiones con Trump. "Trabajamos con administraciones públicas de todo tipo y preferimos no significarnos", dice, aunque defiende que "el sector privado, donde no está el estado, llega más rápido y más eficiente, aunque nosotros tenemos pocos recursos".
Esperamos durante un rato entrevistar al fundador de esta organización, Adam Smith, que curiosamente se llama como el economista a quien se considera padre del capitalismo, pero finalmente no aparece. "Se ha tenido que marchar", la excusa Austin. Aunque desde que trabaja con ayuda humanitaria en su región no hace demasiadas publicaciones políticas, Trump habló en este centro de distribución al lado de Adam, de que lo publicó en sus redes.
El Twitter de Adam además muestra descalificaciones del mes de marzo en Biden, de quien dice que tendría que ser detenido y ejecutado por traición y grandes crímenes contra el país". Consciente de la incitación a la violencia, provoca: "A ver si aparece el FBI sobre esta publicación". También veterano de guerra, Smith tiene una empresa que se dedica a la formación en operaciones especiales y, a la web, aparece con todo tipo de armas.
Muy cerca del punto de distribución de ayuda de Harley Davidson, hay un gran parking donde trabaja la FEMA y también hay algunos voluntarios y una comunidad amish que reparte comida gratis entre los afectados por el huracán.
Entre los que recogen comidas, Trish, de 53 años, dice que es favorable al aborto pero que Trump "es mejor por la economía". Trish está a favor que el aborto sea decisión de la mujer, pero también le está bien que cada estado lo regule como defiende Trump. "El debate del aborto sale a todas las elecciones desde hace 40 años", dice. Su hija, Olivia, de 23 años, dice que no le gusta ninguno de los candidatos, pero cuando la madre insiste acaba diciendo que "Trump es mejor que Harris". Dominic, novio de Olivia, tiene 27 años y, de origen salvadoreño, está de acuerdo y se muestra totalmente conforme con el discurso de Trump sobre las fronteras.
Incluso Juan, un joven mexicano que no tiene papeles y que ni siquiera tiene derecho al voto, dice que votaría en Trump si pugués y repite las consignas de la economía. "Yo no tengo papeles, pero entiendo que para el país de Trump ahora mismo lo mejor es cerrar las fronteras. Yo me entrego a Dios", dice.
Stewart, de 64 años, trabajador de la automoción y la seguridad, defiende mientras come la hamburguesa que le han dado los voluntarios de la comunidad amish que Trump "no es muy sabio, dice muchas burradas y eso nos puede perjudicar, porque necesitamos estar a la OTAN". Pero cree que es mejor que Harris porque que ella, dice, "es marxista, no entiende el más básico de la economía". Además, tiene dos trabajos, uno a la automoción y otro a la seguridad, y hace cuatro años no era necesario", dice, por la inflación.
Después de horas recorriendo la región, solo encontramos a una persona que sabe que no votará a Trump. Pero tampoco a Harris. Es la Wanda, jubilada de 67 años que todavía limpia barro de su casa, bajo la bandera de los Estados Unidos que tiene colgada, y que recuerda que el día del huracán algunos vecinos salvaron vidas con kayaks. Explica que, de hecho, ya ha votado por adelantado. "Voté nulo, escribí Nikki Haley", dice, refiriéndose a la exembajadora de los Estados Unidos ante la ONU que perdió las primarias republicanas contra Trump. Aunque le ha brindado su apoyo tras las dudas sobre si lo haría, Haley no ha aparecido en campaña y ha criticado el tono ofensivo de Trump en los últimos días.
"No me gusta la política de hoy. Harris ni siquiera ha venido y Trump ha venido, pero a hacerse la foto. Si quieren votos, que vengan a ayudar de verdad," explica, dando voz al mismo tiempo a los desencantados por la política y a los republicanos nostálgicos de un partido más moderado. Un tipo de votante que, si no se decanta por la abstención, el voto en blanco o escribir en el boleto, como Wanda, puede ser clave para decantar las elecciones.