El rescate de las cinco personas desaparecidas en el submarino Titan, el piloto y cuatro pasajeros, sigue recibiendo ayuda internacional. Mientras la Guardia Costera de Estados Unidos y las Fuerzas Armadas de Canadá mantienen sus buques, drones y aviones patrullando y en busca del sumergible de la empresa OceanGate Expeditions que iba a ver el Titanic en aguas del Atlántico, otros países envían tecnología punta como apoyo a la operación. Este es el caso de Francia, que ha facilitado un barco equipado de un robot submarino: el Victor 6000.

🔴 DIRECTO | Última hora del submarino desaparecido en el Atlántico

 

El Atlante, como se llama la embarcación gala, ya ha llegado a Estados Unidos y a bordo del barco enviado por el instituto de ciencias oceánicas Ifremer se encuentra el robot Victor 6000. Este se sumergirá a unos 4.000 metros de profundidad para intentar encontrar lo antes posible el submarino perdido y poder rescatar a los cinco ocupantes de este. El secretario de Estado del Mar, Hervé Berville, ha precisado que un grupo de operadores de la base marítima de Toulon se ha desplazado hasta la zona cercana al Titanic, donde fue localizado por última vez el sumergible Titan, para poder manejar el aparato. 

Fotografía facilitada por Ocean Gate que muestra el exterior de un submarino turístico, con capacidad para cinco personas, operado por la citada compañía / OCEAN GATE - EFE

Berville ha detallado que el envío del robot submarino es una petición expresa del presidente francés, Emmanuel Macron. Aunque todavía no han transcendido los motivos por los cuales se ha facilitado rápidamente y por parte del jefe del Estado galo este artilugio de alta tecnología, todo apunta a que se debe al hecho de que entre los cinco desaparecidos en el submarino se halla Paul-Henry Nargeolet. El francés que sigue perdido en las aguas atlánticas, de 77 años, está considerado una eminencia en todo lo referente al Titanic. De hecho, participó en la misión de descubrimiento de la proa del mítico barco en 1987.

Así funciona el robot submarino Victor 6000

Las horas pasan y el aire respirable en el submarino que partió para ver el Titanic se agotan. Sin embargo, la llegada del Victor 6000 mantiene la esperanza. ¿Qué tiene de especial este robot submarino europeo? El aparato, modernizado regularmente desde su lanzamiento en 1999, es un vehículo submarino operado a distancia (ROV, por sus siglas en inglés). Tal y como explica la cadena francesa BFMTV citando la Flotte Océanographique, funciona en el marco de las misiones de vigilancia y exploración, estudia zonas que requieren inspección de vídeo y acústica e, incluso, puede realizar manipulaciones fisicoquímicas y misiones a gran profundidad. 

Todo ello, le confiere unas características que le permiten sumergirse hasta los 6.000 metros de profundidad. Aunque se espera que en la búsqueda del submarino de OceanGate Expeditions desparecido tan sólo llegue hasta los 4.000. Además, el Victor 6000 está conectado a la superficie mediante un cable de 8.500 metros, lo que acelera la llegada de una gran imagen panorámica de sus dos cámaras de alta definición. El equipo que se encuentra en tierra firme recibe a tiempo real el vídeo en una sola pantalla y con calidad suficiente para detectar cualquier matiz necesario para dar con el sumergible perdido.

 

Para hacerlo funcionar, además, son necesarias nueve personas. De estas, dos lo pilotan de la siguiente manera: uno controla el joystick y el segundo actúa de coordinador. La autonomía del robot submarino francés es de 72 horas. Pese a ello, el tiempo corre y, según las estimaciones de aire respirable disponible en el submarino Titan, su hallazgo debería darse antes de que se acabara la batería del Victor 6000. Este aparato de alta tecnología europea se une, así, a la búsqueda contra reloj en las aguas cercanas a la isla canadiense de Terranova para intentar encontrar con vida al británico Hamish Hardin, propietario de Action Aviation; el experto francés en buceo y el Titanic, Paul-Henry Nargeolet —conocido como Monsieur Titanic—; y el destacado empresario pakistaní Shahzada Dawood y su hijo, Suleman. Todos ellos a bordo tras pagar 250.000 dólares para embarcarse en esta expedición para ver de primera mano los restos del Titanic, que se hundió en 1912.