La televisión israelí ha captado unas curiosas imágenes del buen rollo que existe entre los soldados israelíes y egipcios en la frontera entre los dos países, en el extremo de la península del Sinaí y del desierto del Neguev. Una frontera que ha visto de todo a lo largo de la Historia.

En las imágenes aparecen dos chicas soldado israelíes que bailan, mientras sus homólogos egipcios hacen lo mismo. Una valla impide el paso entre los dos países. Según el corresponsal militar de la televisión israelí, cuando anochece los soldados tienen que dedicarse a impedir el tráfico de drogas, pero de día todo está mucho más tranquilo.

 

Los soldados escuchan una canción del grupo A-Wa, que forman tres hemanas judías de origen yemenita. Cantan en àrabe, y por ello también las pueden entender los egipcios. El grupo es uno de los más populares de la canción mizrají israelí, y ha popularizado el feminismo entre jóvenes àrabes.

Israel y Egipto mantienen una buena relación desde el año 1978, cuando el entonces primer ministro israelí, Menahem Begin, firmó la paz con el presidente egipcio, Anwar el-Sadat, con la mediación del presidente de EE.UU., Jimmy Carter. Israel había ganado la guerra del Yom Kipur de 1973 y por lo tanto mantenía la soberanía sobre la península del Sinaí, conseguida en la Guerra de los Seis Días de 1967.

Egipto primó recuperar el Sinaí a cambio de establecer relaciones diplomáticas con Israel, y eso hizo posible el acuerdo. Para Israel, el despoblado Sinaí fue el lugar de paso de los israelitas bíblicos pero no formaba parte de su territorio nacional, y por eso no fue un inconveniente insuperable entregarlo. El que lo hizo fue Begin, siguiendo la tradición de que en Oriente Próximo los pactos no los hacen las palomas sino los halcones. El primer ministro había sido miembro del Irgun, que luchó contra la ocupación británica, con un activismo mucho más duro que la Haganá.

Tanto Anwar el-Sadat como Menahem Begin recibieron el premio Nobel de la Paz por el pacto que realizaron, y que se conoció como los Acuerdos de Camp David. Pero enseguida aparecieron problemas en el mundo árabe. La Liga Árabe abandonó El Cairo, la gran capital árabe, y se trasladó a la pequeña Túnez, una situación que duraría hasta finales de los 80. Y todavía más, en 1981, el presidente egipcio fue asesinado por un grupo de soldados durante un desfile en el Cairo.

El líder del magnicidio era un oficial nombrado Khalid al-Islambuli, que aseguró que había asesinado a Anwar el-Sadat como respuesta a la paz con Israel. Fue condenado a muerte, y a consecuencia de eso se convirtió en un mártir para los islamistas.