La tensión entre Rusia y Ucrania no para de aumentar. Los últimos movimientos de las tropas de Putin en la frontera han encendido las alarmas de todo el mundo y algunos expertos temen que pueda ser el principio de un nuevo conflicto a gran escala. ¿Qué está pasando?
El porqué de todo
El malestar entre Rusia y Ucrania viene de lejos. Desde la disolución de la Unión Soviética el año 1991, los rusos no ha parado de presionar en el territorio, ya que lo consideran clave en su área de influencia. Ucrania es una bisagra entre Europa y Rusia y su posición geoestratégica ha hecho que jugara un papel fundamental —y en la mayoría de casos, crítico— en las relaciones e intercambios entre los dos bloques.
Así como Rusia se apoderó de Crimea en el 2014 argumentando que tenía una reclamación histórica sobre la península, ahora pasa lo mismo. Putin ha reclamado públicamente que quiere que el país vuelva a tener influencia soviética y habla de retornar a la "Rusia histórica". Es por eso que los rusos no quieren que el país siga flirteando con los europeos y han advertido a la OTAN que "deje de expandirse hacia el este". La Alianza Atlántica, sin embargo, se lava las manos y argumenta que "cada país es soberano".
La reclamación de Rusia en esta crisis es, pues, que la OTAN garantice que Ucrania nunca se convertirá un país miembro y acusa a los occidentales de "inyectar" armas al país y avivar las tensiones. El conflicto está servido.
¿Qué ha pasado ahora?
La tensión ha aumentado en las últimas semanas porque se han detectado movimientos sospechosos por parte de los rusos que han encendido las alarmas por una posible invasión. Rusia lo niega todo, pero hay demasiadas evidencias que hacen pensarlo. Ahora mismo hay más de 100.000 soldados rusos en la frontera con Ucrania y los equipos de inteligencia de Estados Unidos aseguran haber detectado a través de imágenes obtenidas por satélite movimientos militares que involucrarían a más de 175.000 soldados.
Además, el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukaixenko, ha admitido que tropas rusas han empezado a llegar a su país, que también es fronterizo con Ucrania, para hacer una serie de ejercicios militares conjuntos durante el mes de febrero. Rusia también ha evacuado a los trabajadores de las embajadas de Kiev y algunos ministros de exteriores europeos, como la del Reino Unido, han dicho públicamente que tienen informaciones sobre el hecho de que Rusia quiere imponer a un líder prorruso en el país.
¿Qué ha hecho la OTAN?
Ante eso, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ya han dicho que no quieren una "guerra en toda regla", pero ha advertido que cualquier intervención de Rusia en Ucrania será considerada una invasión y que, por lo tanto, recibirán una "respuesta severa". De momento, descartan enviar tropas, pero podrían imponer sanciones económicas y tecnológicas y enviar ayuda en forma de armas. Además, señala que Rusia tiene otras armas como ciberataques y tácticas paramilitares, que también serían considerados una amenaza.
Mientras tanto, la OTAN también saca pecho y esta semana ha hecho una exhibición de fuerza practicando un ejercicio naval de gran escala en el Mediterráneo, aunque dicen que "no tiene nada que ver con el conflicto ruso". Las herramientas principales de Occidente parecen ser, pues, las sanciones y la ayuda militar en forma de asesores y armas y el presidente Biden ya ha amenazado al líder ruso con medidas como desconectar el sistema bancario de Rusia del sistema internacional de pagos Swift.
Putin ha hablado varias veces con Biden y las conversaciones continúan. Esta semana está prevista una nueva reunión, pero los funcionarios rusos han advertido que el rechazo occidental a las demandas clave está llevando a un "callejón sin salida". La pregunta ahora es hasta donde están dispuestos a llegar.
¿Cuáles pueden ser las consecuencias del conflicto?
Biden ha dicho que está comprometido a "trabajar al unísono" con sus aliados, pero hay divisiones entre Estados Unidos y Europa. Sea como sea, Rusia ya está consiguiendo una cosa: desequilibrar y desunir el otro bloque y ponerlo contra las cuerdas. Y todo eso se explica porque Europa tiene una gran dependencia de Rusia por el petróleo y el gas, ya que casi la mitad viene de allí.
En caso de que estallara el conflicto, Putin ya ha advertido que cortaría el grifo y que, además, no dejaría entrar ningún producto exterior al país. Ante eso, no hay una respuesta conjunta de la Unión Europea: algunos países creen que hay que imponer grandes sanciones económicas y tecnológicas a Rusia como castigo, pero otros prefieren no actuar porque los costes de ello serían demasiado altos o inasumibles. Además, la OTAN ya está buscando maneras de suavizar esta posible falta de suministro energético e incluso estudia ayudas económicas.