Tras las elecciones en Estados Unidos, veremos a un presidente electo jurando defender la Constitución con la Biblia en la mano. Desde la Primera Enmienda a la Constitución de aquel país, el asunto religioso ha sido pieza clave en la vida de sus ciudadanos. Hoy, en la encrucijada de un momento histórico marcado por una pandemia, y pese al progresivo proceso de secularización, cabe preguntarse por el voto del elector religioso en un país en el que más del 70% de la población es de confesión cristiana. ¿Sigue siendo la religión un factor determinante en la política y sociedad norteamericanas? ¿Cuál es el papel de la religión en las próximas elecciones? ¿Hacia qué partido político se orienta el votante religioso?
Al igual que, para el salmista del Antiguo Testamento, Yahvé representa la roca y el baluarte en quien el pueblo de Israel se refugia (Sal 31), para Donald Trump esa piedra sólida se encarna en la confesión protestante. Según los datos recogidos desde el 2000 por Pew Research Center, el partido Republicano siempre se ha beneficiado de un consistente respaldo de la comunidad evangélica. Posiblemente seguirá contando con ellos tras prometerles que, si gana las elecciones, el cristianismo tendrá más poder.
Trump y el voto católico
Sin embargo, una de las mayores preocupaciones del magnate es la atracción del voto católico. Según Pew Research Center, en las últimas elecciones ha optado tres veces por los demócratas y dos por los republicanos. La postura de Trump en contra del aborto, sus llamadas al respeto de la libertad de culto durante la pandemia y la designación de la católica Amy Coney Barrett para el Tribunal Supremo son las bazas del actual presidente para ganar más votos católicos.
Aunque en las pasadas elecciones el 52% del electorado católico respaldase a Trump, mientras el 44% votó a Hillary Clinton, el only America first, las políticas migratorias, la visión del estado de bienestar y la manera de afrontar los acuerdos medioambientales en la Casa Blanca han conducido a la desafección de un amplio número de católicos.
En efecto, los creyentes de esta confesión recuerdan los ecos del papa Francisco cuando en la Casa Blanca en 2015 no solo reflexionó sobre el respeto a la libertad religiosa, sino también sobre el cuidado de la casa común (ecología) y la pobreza. Para más inri, las palabras del pontífice han reverberado recientemente, produciendo una nueva melodía, tras la publicación de la encíclica Fratelli Tutti, en la que dibuja una nueva cultura de la “fraternidad” y de la “amistad social” en la política y las relaciones internacionales.
El votante judío es otra batalla para el Partido Republicano. Los datos recogidos por Pew muestran que desde el año 2000 el voto de la comunidad judía siempre ha inclinado notoriamente la balanza hacia el lado Demócrata. No obstante, las relaciones de Trump con el Estado de Israel y, en concreto, su mediación en los recientes Acuerdos de Abraham, podrían cambiar esa tendencia.
Biden, sin tripulación, en alta mar
Para las próximas elecciones, desde el ala demócrata, el católico Joe Biden ha emprendido una navegación de altura. El candidato podría llegar a ser el segundo presidente de dicha confesión. Sin embargo, aunque el barco religioso de Biden sea el de la Iglesia católica, su tripulación no rema en la misma dirección. Así lo demuestra la inestable tendencia del voto católico en los últimos años.
Puede que una parte del electorado católico simpatice con ideas de Biden sobre la justicia y el medio ambiente, pues coinciden con aspectos de la Doctrina Social de la Iglesia. Sin embargo, las constantes críticas de los sectores más conservadores de la Iglesia, que lo acusan de defender políticas a favor del aborto, y su tropiezo en una iglesia de Carolina del Sur, donde un sacerdote le negó el acceso a la comunión eucarística, debilitan la imagen del candidato entre los católicos.
Biden no solo cuenta con el voto de los judíos, también tiene el apoyo de la comunidad musulmana. Las encuestas recogidas por Pew sobre los electores musulmanes apuntan que el 66% se identifica con las ideas del Partido Demócrata, frente a un 13% que se dicen cerca del Partido Republicano. De hecho, el Consejo de Relaciones Islámico-Estadounidense (CAIR), ha reclamado a Trump en distintas ocasiones que serene su visión intolerante de los musulmanes. Además, diferentes líderes de la comunidad musulmana en Estados Unidos han pedido a los imanes que animen a los fieles de sus mezquitas a participar en las elecciones como antídoto contra la islamofobia.
No sabemos qué ocurrirá en las próximas elecciones de un país en el que, según Pew, un 45% de sus ciudadanos son protestantes; un 20%, católicos; y un 6%, creyentes no cristianos, entre los que se encuentran judíos (1,9%) y musulmanes (0,9%).
Los resultados electorales y las sucesivas encuestas abrirán líneas de investigación que podrán ahondar en la tendencia, el comportamiento, los valores y las motivaciones principales del votante religioso en EE. UU. Mientras tanto, los candidatos a la Casa Blanca, aguardando el día de las elecciones, pueden ir profiriendo el lema nacional: In God We Trust, En Dios ponemos nuestra confianza.
Jesús Sánchez-Camacho es Professor of Religious Studies, Universidad Pontificia Comillas. Publicado originalmente en The Conversation.