Echar la vista atrás cuando se viven momentos de elevada inflación, no suele ser un ejercicio satisfactorio, pero conviene hacerlo a veces. Se comprueba entonces que determinadas sensaciones derivan de realidades concretas como, por ejemplo, la que afecta a los precios de los vehículos, que han experimentado incrementos sorprendentes. Hasta el Fiat Panda lo ha sufrido en carne propia.
Con 6.000 euros bastaba
No hace tanto: sólo cuatro años atrás. Rondaba 2018 y, entonces, se podía estrenar coche por 6.000 euros. Justo ese era el precio del Fiat Panda 1.2 Pop, que se quedaba, exactamente, en 5.990. Tenías, eso sí, que financiar con el concesionario al menos durante cinco años y asumir una TAE bastante elevada, pero la realidad era esa.
Lo peor del caso es que, además, la del Fiat Panda no era la única opción por debajo de los 10.000 euros: también estaban disponibles el Dacia Sandero, por 6.500 euros, el Ford Ka+, por unos 7.000 euros, y el Kia Picanto, que se quedaba en poco menos de 8.000 euros. Hoy, la única opción es el Fiat Panda, que se queda en 9.958 euros para la versión de acceso.
Condiciones geopolíticas
El incremento de precios se explica, dicen los expertos, en función de las actuales tensiones geopolíticas y la crisis de suministros en curso. Además, la revolución verde que está en marcha también tiene su efecto sobre el mercado de la automoción, que vive tiempos de cambio. Las marcas se ven obligadas a equipar los vehículos nuevos con sistemas que reducen las emisiones y también pagan copiosas multas por sus emisiones medias de flota. Todo eso, al final, repercute siempre en el mismo sitio: el bolsillo del cliente. Por el momento, y a la espera de qué acabe sucediendo con los motores de combustión, hay una verdad innegable: estrenar coche en España es muchísimo más caro que hace 4 años.