Es más que cierto que, por mucho que Audi pueda presumir de ser una de las marcas premium mejor valoradas a nivel mundial, sigue siendo un fabricante que, como ocurre con otras marcas premium como BMW, Mercedes o Lexus, se sitúa por debajo de fabricantes de lujo como es el caso de Porsche, una marca que también pertenece al grupo Volkswagen.

Eso sí, que la inmensa mayoría de modelos de Audi no se puedan comparar con los modelos de Porsche no significa que no haya alguna opción dentro del catálogo de la marca de los cuatro euros que no tenga nada que envidiar algunos de los modelos del fabricante de lujo alemán.

 

Un buen ejemplo de ello es la nueva versión que se acaba de estrenar del Audi Q8, uno de los modelos ya de por sí más premium de la marca alemana que estrena ahora la nueva versión RS, la más deportiva de todas.

El Audi RS Q8 es un SUV bestial en todos los sentidos

Una versión deportiva que llega con un motor de gasolina V8 de 4.0 litros biturbo con una potencia de 600 CV y 800 Nm de par máximo asociado a una transmisión automática Tiptronic de 8 velocidades así como una tracción a las cuatro ruedas. Una bestia debajo del capó que se convierte en una opción aún más interesante en la versión Performance, que aumenta su potencia hasta los 640 caballos.

 

De esta forma, pese a que no es un modelo precisamente ligero ni aerodinámico, con esta bestia debajo del capó este audio es capaz de alcanzar velocidades máximas de más de 300 km/h así como de pasar de cero a 100 km/h en poco menos de 4 segundos.

En este sentido, como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta que se trata de la versión más Top de uno de los Audi más Top que podemos comprar en España, es más que lógico que su precio de partida sea de los que dejaron un coche casi fuera del mercado. Y es que la versión más ‘sencilla’ parte desde casi 170.000 euros, mientras que la performance se eleva hasta más de 180.000 euros, si es que lo sitúan al mismo nivel que algunos de los mejores versiones del Porsche Cayenne, un modelo al que no tiene nada que envidiar.