Es de sobras conocido que es una de los principales diferencias a la hora de tener un coche de combustión cuatro en un coche eléctrico pasaporte, por un lado, la autonomía, que suele ser bastante menor en los coches eléctricos, y, por otro, el proceso de recarga, que es también mucho más lento en el caso de los eléctricos.

No es que sea ningún secreto que, como bien saben aquellos propietarios de un coche, acudir a una gasolinera, rellenar el depósito, ya sea gasolina o diésel, pagar y volver a poder seguir conduciendo es un proceso que dura apenas unos minutos, nada que ver y con la franja de tiempo que se necesita para cargar un coche eléctrico, especialmente al 100 × 100.

En este sentido, si bien es cierto que algunos de los eléctricos más modernos del mercado ya pueden presumir de poder cargar sus baterías desde un 15 o un 20 % hasta el 80 % en menos de 30 minutos, sigue siendo un tiempo mucho más elevado del que se tarda en rellenar el depósito de un coche de combustión.

Si a ello se le suma que la autonomía de los coches eléctricos es mucho menor que la de los coches de combustión, es fácil de entender porque, al menos en nuestro país dada la situación de los cargadores y la poca implantación del coche eléctrico, los EV no tienen el éxito que tienen en otros países europeos.

La batería que puede cambiar el futuro de los EV

Evidentemente el sueño de muchos de los que están a favor de los coches eléctricos es el de poder cargar al 100 × 100 la batería de su coche en apenas unos minutos, algo que hoy en día parece impensable pero que en un futuro sí que podría llegar a ocurrir.

Entre otras cosas porque ha sido una investigación realizada en la Facultad de Ingeniería de Cornell (Nueva York, Estados Unidos) la que ha acabado con resultados muy interesantes. Y es que este estudio apunta que el elemento clave para conseguir el reto de recargar una batería en menos de cinco minutos es el indio, un metal blando que se utiliza habitualmente para fabricar recubrimientos de óxido de indio y estaño para pantallas táctiles y paneles solares.

“El resultado final es que en cada ciclo de carga, el electrodo se encuentra en un estado morfológico estable. Es precisamente lo que da a nuestras nuevas baterías de carga rápida la capacidad de cargarse y descargarse repetidamente durante miles de ciclos”, ha apuntado el responsable del proyecto.