Hace casi 100 años; cuando, en el período comprendido entre las dos guerras mundiales, escaseaba el petróleo; se desarrollaron ingeniosos y precarios inventos como el gasógeno, un aparato que se montaba en la trasera de los coches y que, mediante la combustión de carbón, leña o cualquier cosa que ardiera; producía un gas que servía para alimentar el motor del coche y moverlo. Ahora, en plena revolución del litio y con la limitada autonomía como mayor problema de los coches eléctricos, hay quien ha tenido una idea similar a aquella. Vamos a ver en qué consiste tan pintoresca solución que no tiene nada que ver con Tesla.

Extensor de autonomía
Extensor de autonomía
Gasógeno
Gasógeno

El extensor de autonomía

La solución ideada tiene hasta nombre: extensión de autonomía y es, como aquellos precarios gasógenos, un elemento que se acopla al coche, en este caso a modo de remolque y, como lleva dentro una unidad de baterías extra, permite que el auto circule más tiempo sin recargas. Dicen que es la solución definitiva para todos esos pequeños vehículos eléctricos urbanos de escasa autonomía que, con el remolque a cuestas, podrían circular durante muchos más kilómetros e, incluso, servir hasta para hacer viajes largos. Vistas las fotos, parece mucho más sensato alquilar un coche con más autonomía si, de lo que se trata, es de hacer un viaje largo. Cargar a un pobre utilitario con un remolque así, no parece, a priori, una gran idea.

Y encima, se alquila

Los promotores del invento, eso sí, lo tienen todo pensado: si quieres hacerte con uno, no vas a tener que desembolsar los 11.000 euros que cuesta, cifra que casi iguala lo que se pide por un humilde Dacia Spring, que sale este verano por 11.404 euros según el portal quecochemecompro.com y ofrece 230 km de autonomía. Su propuesta es alquilarlo y colocar en las gasolineras de las principales rutas europeas bases con estos aparatos, que se ofrecerían por unos 37 dólares la unidad hasta que se agoten. En suma, todo ventajas: te vas de vacaciones con tu utilitario, repartes las maletas entre el techo y el minúsculo portaequipajes y embutes, como puedas, a los niños en las plazas traseras. Al perro, ya si eso, lo acomodas en un segundo remolque colocado detrás del extensor de baterías. O entendemos que los utilitarios urbanos, y especialmente los eléctricos, son para trayectos cortos y que la solución a la limitada autonomía de algunos de ellos es una red pública de cargadores amplia y eficaz, o la revolución verde quedará en simple tentativa. Por supuesto, la idea del extensor de baterías no es de Tesla.