El Kia Sportage, en su nueva versión, es un gran coche: bonito, con un punto deportivo, no demasiado caro y, como repite Rafa Nadal, con siete años de garantía. Y encima, tiene versiones para todos los gustos: gasolina y diesel convencionales, MHEV y, también, versiones híbridas enchufables como la que hoy nos ocupa. Es tan bueno que los señores de Kia han conseguido que nos olvidemos hasta de que son coreanos, pero hoy no estamos aquí para hablar de todo aquello que hace del Kia Sportage un vehículo excelente con un precio tan aceptable como los 24.100 euros que, según el portal quecochemecompro.com, cuesta este verano la versión de acceso, que no es la PHEV: estamos para hablar de lo que no nos gusta. Y, aunque no son muchas cosas, son importantes.
Mucho negro piano
Llámalo como quieras: negro piano o plástico negro satinado. Nos referimos a ese precioso material que, cuando está limpio y el coche es nuevo, le otorga a los interiores una personalidad señorial y singular. El negro piano es bonito, cierto, pero también cuesta mucho mantenerlo en condiciones. Se raya muy fácilmente, es un imán para el polvo y acaba lleno de huellas. Se pueden escoger miles de materiales: goma, tela o, si se quiere, hasta madera y símiles de ésta. Pero, por Dios, ¡basta ya de negro satinado!
Poca emoción
Pese a su aire deportivo, el Kia Sportage no es coche para locuras: está pensado para público familiar y conductores amantes del sosiego. Es un coche grande y cómodo con un maletero enorme y no está pensado para los amigos de las emociones, que lo encontrarán poco radical. El motor Top de gama desarolla 180 CV y es un MHEV de gasolina. Pasa, además, de los 50.000 euros, una cantidad que es excesiva sin duda para un coche como éste. Con todo, el Kia Sportage es una opción excelente si lo que buscas es viajar a gusto con la familia y no quieres hipotecarte. El KIA Sportage en su versión PHEV está a la venta a partir de 33.750 euros, un precio que incluye ka subvención del Plan Moves y las diferentes ofertas de la marca.