Elon Musk se ha llevado este mes un disgusto gracias a la Organización de Consumidores de España, que ha distinguido a Tesla, Range Rover y Alfa Romeo como las firmas menos fiables de toda Europa en un estudio publicado recientemente. Curiosamente, y en puesto de mérito, dicho estudio coloca a una marca que pocos se esperaban: sí, efectivamente, es Seat, que se distingue como la marca europea menos amiga de visitar el taller.
El estudio de la OCU incluye las 35 principales marcas presentes en el mercado europeo y concluye que los coches de la marca de Martorell son los que dan menos problemas de entre los fabricados por firmas con cuartel general en el Viejo Continente. A la cola se quedan Tesla, Range Rover y Alfa Romeo, que alcanzan 64 puntos sobre 100 cada una de ellas. Las tres están a años luz de Seat, que consigue 85 y supera también a Jaguar, que se queda con 68 y es la cuarta por la cola.
Mejor que Volkswagen
El estudio situa a Seat, ya hemos dicho. como la marca europea más fiable. La firma de Martorell obtiene 85 puntos y ocupa el puesto décimo del ranking. La sigue, en el 11º lugar y tambén con 85 puntos, otra marca del sur de Europa: la rumana Dacia. La que ocupa el puesto 12º es checa y se llama Skoda y Volkswagen, la marca matriz de Skoda y Seat, sólo alcanza el puesto 15º, con 82 puntos.
Los japoneses son los más fiables
La otra cara de la moneda es para los fabricantes japoneses, que són según la OCU los que menos problemas dan a los conductores y conductoras que se deciden por sus vehículos. La más fiable, con 95 puntos sobre 100, es Lexus y la segunda, con 93 sobre 100, es Subaru. El tercer puesto se lo lleva Toyota, la marca de la que nació Lexus, que obtiene 91 puntos. Mitsubishi es la cuarta, con 89 y Kia, también con 89, la quinta. Después, en sexto y séptimo lugar, quedan Suzuki, también con 89, y Hyundai, con 85. El octavo y noveno lugar lo ocupan otras dos marcas asiáticas: Honda, con 87 puntos y Mazda, con 85. . Curiosos resultados los de un estudio, el de la OCU, que da mucho que pensar y demuestra que, casi siempre, lo que nos parece y la realidad tienen poco o nada que ver.