Los que han seguido atentamente todos los relacionado con Skoda en los últimos años sabes muy bien que había una serie de modelos que formaban parte del catálogo del fabricante asociado al grupo Volkswagen que no tenían precisamente un futuro muy brillante por delante, entre otras cosas porque eran modelos de combustión que todo hacía indicar que iban a acabar desapareciendo, al menos con este tipo de mecánicas.

Esos modelos no son otros que los más compactos, es decir, el Fabia, el Kamiq y el Scala, modelos que siempre se han caracterizado por tener una buena cuota de mercado en España y en Europa y ser una excelente opción en lo que se refiere a relación calidad precio, aunque cabe destacar que no han estado nunca en las primeras posiciones de sus respectivos segmentos.

 

Como había ocurrido con otros fabricantes del grupo Volkswagen así como con otras marcas, teniendo en cuenta que la idea hace apenas unos años por parte de muchos fabricantes era la de apostarlo todo al cambio 100 × 100 eléctrico, este tipo de coches con motores de combustión estaban condenados. Sin embargo, como apuntado ahora el máximo responsable de la marca, la decisión ha cambiado recientemente.

Skoda seguirá apostando por el Fabia, el Kamiq y el Scala

“Acabamos de decidir que tendremos esos coches en nuestra gama hasta finales de la década. Si me hubiera preguntado hace un año, habríamos dicho: ‘No, los vamos a retirar de la producción en 2027’. Pero como vemos que los consumidores están abiertos a conducir estos coches, hemos decidido mantenerlos hasta el final de la década”, ha apuntado recientemente Klaus Zellmer, el CEO de Skoda.

 

En este sentido, si bien es cierto que teniendo en cuenta las palabras del máximo responsable de la marca es más que evidente que como mínimo estos modelos van a estar a la venta hasta 2030, eso no significa que vayan a llegar nuevas generaciones, sino que lo más probable es que la marca opte, como han asegurado y a otros fabricantes, por ir actualizando a las versiones actuales de estos modelos, entre otras cosas porque es una operación mucho más barata que la de lanzar una nueva generación.

“La legislación actual sugiere que en 2035 ya no será posible matricular motores de combustión interna, por lo que hay que decidir si se invierten grandes cantidades o se hace una actualización gradual, y esto último es lo que estamos haciendo” apunta Zellmer.