Brasil empieza el Mundial de Rusia disimulando su condición de favorito al título (1-1). Suiza, ordenada en defensa y letal en ataque, se sobrepone al gol de Philippe Coutinho para arañar un empate de prestigio en un partido clave para definir el primero del Grupo E.

A cara descubierta

La selección brasileña llegaba a Rusia con las ideas claras. Y esto tendría que ser diferencial. Brasil no tiene ningún problema para mezclar talento en ataque con músculo en el medio del campo. La fórmula resulta tan efectiva que fueron el primero de los 32 equipos en sellar su billete para el Mundial. Cada uno tiene muy claro su rol en un once que los brasileños ya saben de memoria.

Suiza tenía muy claro qué tipo de rival tendría delante: contundente y vertiginoso. Y lo ha comprobado en los primeros minutos del debut. Paulinho, indiscutible para el seleccionador Tite, ha perdonado el primer gol. Las ocasiones se sucedían hasta que Coutinho se ha puesto manos a la obra con 'su' jugada. Conducción. Disparo con rosca. Palo y gol. Imposible para el portero Yann Sommer.

El Brasil llevaba el partido donde quería. Suiza no tenía argumentos para cruzar el medio del campo con la pelota controlada y sufría cuando defendía con las líneas juntas. El planteamiento parecía destinado al fracaso. Pero los brasileños han levantado el pie del acelerador para convertir la noche de fútbol en un potente somnífero. A todo esto, Neymar sólo destacaba por su nuevo peinado. El delantero del PSG se perdía en recortes estériles y luchas que casi siempre perdía.

Desconectarse tiene un precio

La cabezada del Brasil ha sido de aquellas que provocan dolor de cabeza cuando suena el despertador. Suiza ha aceptado la tregua para guardar energías. Y ha provocado un terremoto en las casas de apuestas con un córner. A balón parado, las fuerzas se igualan. Steven Zuber, aprovechando un empujón sobre Miranda, ha rematado de cabeza para marcar el gol del empate. El VAR ha pasado de puntillas sobre la jugada mientras los brasileños rodeaban al árbitro.

Suiza no regalaría el punto que ya tenía en el bolsillo. Brasil tenía que conectarse de nuevo. Y quizás ya era demasiado tarde, aunque había margen para superar el susto. Coutinho se echaba el equipo a la espalda, pero sus disparos no encontraban la portería. Tite movía el banquillo para sacudir el medio del campo sin cambiar de dibujo. Los cambios no tenían incidencia en un guion que parecía reservarse alguna sorpresa para el final.

Contra todo pronóstico, Suiza ha acabado el partido sin pedir la hora. La inoperancia de Brasil daba alas a un equipo que no renunciaba al ataque. El favoritismo se diluía sobre el campo y en las manos de Sommer. Y el árbitro certificaba otra sorpresa en este Mundial después de la derrota de Alemania y el empate de Argentina.

Los brasileños necesitarán cambiar más cosas que el look de Neymar para evitar otro ridículo.