Perpinyà, 23 de abril de 1925. Diada de Sant Jordi. Hace 100 años. El Estado español estaba gobernado por el régimen dictatorial del rey Alfonso XIII y el general Primo de Rivera (1923-1930). I Francesc Macià, líder del partido independentista Estat Català y la figura más destacada del exilio catalán, firmaba la emisión del empréstito Pau Claris, por un importe de 9.000.000 pesetas de la época (el equivalente actual aproximado a 60 millones de euros). Aquel empréstito se puso en circulación en bonos 25, 100, 500 y 1.000 pesetas (el equivalente actual aproximado a 150, 600, 3.000 y 6.000 euros, respectivamente) y fue suscrito, principalmente, por los simpatizantes de Estat Català en el interior del país y, en el exterior, por los socios de los Casals catalanes de América. ¿Pero qué se quería hacer con aquel empréstito y por qué se lo llamó Pau Claris?

Reverso de un título del empréstito Pau Claris / Fuente: Fundación Irla

El contexto

La colaboración de algunos dirigentes de la Liga Regionalista con el golpe de Estado y con el régimen dictatorial de Alfonso XIII y de Primo de Rivera (1923-1930/31) había desprestigiado el partido —hegemónico en Catalunya desde 1907— y sus líderes —hasta entonces, verdaderos prohombres del país—. Y Macià; que hasta el golpe de Estado (1923), había estado el único diputado independentista en las Cortes, supo jugar muy inteligentemente sus cartas. En 1925 Macià estaba en el exilio —en Perpinyà— pero ya estaba forjando la figura mítica que, poco después, lo convertiría en un activo decisivo de la oposición republicana clandestina catalana y española (Pacto de San Sebastián, 1930); en el gran ganador de las elecciones municipales de 1931 (las que precipitarían el fin del régimen monárquico) y en el primer president de la Generalitat restaurada (liquidada a sangre y fuego en 1714).

La fabricación del mito Macià

La desaparición de Prat de la Riba (inesperada y prematuramente muerto en 1917); y la ingenuidad de Cambó (apuntaló los gobiernos anteriores a la dictadura sin obtener ningún rédito para Catalunya) y de Puig i Cadafalch (impulsó a Primo de Rivera, convencido de que su único propósito era acabar con la lacra del pistolerismo); dejó el país sin referentes políticos. Y Macià, militar de profesión y hombre que sus biógrafos afirmaban que "era capaz de poner el país en pie con un puñetazo encima de la mesa", inició su particular carrera. Macià tuvo la habilidad de presentar el regionalismo-autonomismo (lo que había practicado la desacreditada Lliga) como una etapa superada. Y presentar la independencia como el objetivo a alcanzar. Y puso al servicio de este objetivo todos sus recursos personales y políticos.

Junta del Casal Catalán de La Habana (1928). Macià está sentado en el centro / Fuente Casal Catalán de La Habana

La revolución catalana y su instrumento de financiación

Macià concibió la independencia a través de una revolución armada. Sin embargo, para impulsarla y conducirla a la victoria, precisaba crear un ejército, alimentado por la misma sociedad catalana, que estaría formado por unidades regulares y por células partisanas y que sería provisto con armas adquiridas a potencias extranjeras, o en el mercado negro. Y para hacer realidad aquel proyecto (vestuario, avituallamiento, logística, armamento) era necesaria una fuente de financiación que sería instrumentada a través de un empréstito. La dimensión que ya proyectaba la figura de Macià, sin embargo, sobre todo la extraordinaria confianza que generaba su proyecto; serían determinantes en la "colocación" de aquel empréstito. Sus suscriptores lo adquirieron con la única garantía del tesoro que gestionaría el futuro gobierno de la República catalana.

¿Quién suscribió el empréstito Pau Claris en Catalunya?

En el interior del país, el empréstito Pau Claris fue suscrito, fundamentalmente, por personas de ideología independentista. Aquella emisión se comercializó —de forma clandestina— a través de la, también clandestina, Sociedad de Estudios Militares de Catalunya. La gestión de "colocación" fue encomendada a un grupo "no fichado" dirigido por el periodista Abelard Tona; que utilizaba las instalaciones de una discreta "tapadera" que se llamaba Sociedad Cultural Cervantes, en la calle Bertrellans, 4, de Barcelona (junto al Ateneu Barcelonès); y que hacía las funciones de sede clandestina del partido independentista "Estat Català". Según la investigación historiográfica, Tona y su grupo consiguieron "colocar" unos 5,5 millones de pesetas en bonos (el equivalente actual aproximado a 36 millones de euros) a suscriptores de todo el país.

Vuelta de Macià por Catalunya después de restaurar el autogobierno. La Seu d'Urgell (1931) / Fuente: Archivo Nacional de Catalunya

¿Quién suscribió el empréstito Pau Claris fuera de Catalunya?

Macià se lanzó a una frenética campaña internacional de divulgación del ideario independentista y trazó una primera etapa siguiendo la ruta de los Casals catalanes de América. Estas instituciones reunían la colonia catalana arraigada en el continente americano que remontaba a 1750; pero que se había engrosado espectacularmente con las olas migratorias derivadas de las crisis económicas catalanas y europeas de las décadas de 1860, 1900 y 1920. Según la investigación historiográfica, Macià consiguió completar la suscripción del empréstito con 700.000 pesetas en el Casal Catalán de La Habana; 550.000 en el de Santiago de Cuba; 500.000 en el de Buenos Aires; 125.000 pesetas en el de México; 125.000 en el de Santiago de Chile; y 1,5 millones de pesetas con aportaciones individuales que se suscribieron al margen de los casals.

¿Por qué se llamaba Pau Claris" y cómo se invirtió aquel esfuerzo?

Macià le puso "Pau Claris" para glosar la figura del que había sido 94.º president de la Generalitat —durante la crisis que desembocaría en la Revolución de los Segadores (1640)— y primer presidente de la I República catalana (1641) —al inicio de la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59). Una parte del esfuerzo inversor del empréstito Pau Claris se invertiría en la creación de una estructura militar en Prats de Molló (Vallespir, Catalunya Nord) que sería intervenida por el Estado francés (noviembre, 1926). Y otra parte se destinaría a la victoria del relato: una extraordinaria campaña de internacionalización de la causa nacional catalana (1927-1931). No se explica la restauración del autogobierno —sin pedir permiso ni esperar respuesta de los españoles— (1931) sin la existencia previa del empréstito Pau Claris.

Uno de los mapas de la Operación Prats de Molló / Fuente: Casa Macià Prats de Molló