Tal día como hoy del año 1925, hace 100 años, en Barcelona; se inauguraban los Almacenes El Águila; en un edificio de ocho plantas situado en la esquina de la calle de Pelai con la plaza de la Universitat, actualmente desaparecido. Durante los primeros años de existencia, la planta baja y las plantas primera a quinta estaban destinadas a venta de vestuario de confección (masculino y femenino), ropa de lencería, artículos de viaje y de deporte, bisutería, perfumería y juguetes. Y las plantas sexta a octava se destinaban a taller de confección. Pero a mediados de la década de 1930, los propietarios adquirieron un almacén en la calle Sepúlveda y trasladaron el taller. De esta forma, las plantas sexta a octava también se pudieron destinar a la venta.
El gran éxito de los Almacenes El Águila fue la introducción —en Barcelona— de la ropa confeccionada. Su propietario, Pere Bosch-Labrús i Blat (Barcelona, 1869 – Sant Ferriol, 1936), formaba parte de una estirpe de comerciantes, iniciada por su padre Pere Bosch y Labrús (Besalú, 1826 – Sant Gervasi, 1894) con el negocio de la sastrería. En 1880 había abierto una sastrería en la plaza de la Verónica (en la encrucijada de las calles Avinyó y Arai) que, poco después, trasladó a la plaza del Rei esquina con la calle del Vidre; y que se convertiría en una de las más prestigiosas de la ciudad. Además, tuvo una intensa actividad política, en las filas del Partido Conservador, que lo confirmó como un personaje habitual de los círculos elitistas de Barcelona.
Hasta el estallido de la Guerra Civil (1936), los Almacenes de Can Jorba —en el Portal de l'Àngel—, los Almacenes Damians —en la calle Pelai—, los Almacenes El Águila y los Almacenes El Siglo —en la Rambla— fueron, en este orden, los grandes espacios comerciales de la ciudad y del país. Pero durante la guerra, Pere Bosch-Labrús i Blat y su hijo y heredero, fueron asesinados por elementos de la CNT-FAI; y sus almacenes entraron en una dinámica descendente de la que ya no se recuperarían. A finales de la década de 1950 fueron adquiridos por el contrabandista y especulador Julio Muñoz Ramonet, que no pudo detener el descenso de ventas. En 1975 ya solo quedaba abierta al público la planta baja y en 1981 cerraron definitivamente.