Leo de vez en cuando que alguien dice que el 9N generó frustración. Se refieren al proceso participativo que se inventó Artur Mas y no a la innecesaria ratificación soberanista del año siguiente. El 9N fue un éxito pero dividió a los soberanistas hasta extremos surrealistas. La "revolución de las sonrisas" no evitó que los partidos soberanistas se pelearan otra vez para dilucidar si era necesario o no acordar una candidatura unitaria para las elecciones del 27S. Aquella batalla campal se resolvió, tras la mediación de la sociedad civil, con el acuerdo de Junts pel Sí.
Las elecciones del 27S demostraron que el independentismo había crecido mucho más de lo que lo había hecho en décadas. Ese dato es incontestable. Ningún partido independentista había obtenido antes 62 diputados en el Parlament de Catalunya, ni el 47,8% de los sufragios, si le añadimos los votos de la CUP. Si bien no se logró el objetivo deseado, la victoria independentista fue rotunda. Y para conseguirlo, ERC tuvo que ceder en su pretensión de derrotar a CDC, y CDC tuvo que dar un salto cualitativo importantísimo, que consistió en deshacerse a la vez de UDC y del pujolismo. Ambos partidos contribuyeron sustancialmente a la victoria independentista de Junts pel Sí. Ahí es nada. Aquella victoria cerró la posibilidad de dar marcha atrás para volver a una especie de pujolismo 2.0. El viaje de CDC para convertirse en el partido soberanista democrático es hacia delante y no hacia el pasado. Eso sólo lo ponen en cuestión los resentidos.
Si Junts pel Sí hubiese obtenido un puñado de votos más el 27S, nos hubiéramos ahorrado un nuevo drama y no se habrían perdido algunos activos. Todo el mundo perdió, aunque haya quien lo ignore porque no tuvo que sacrificar nada ni nadie desde un punto de vista partidista. Aquella disputa provocó muchas heridas y esparció el pesimismo entre la buena gente de la sociedad civil que llenaba los mítines. La obligación del soberanismo es sumar y no restar. Si te peleas movido por sectarismos incomprensibles a ojos de tu elector, te pasa como le pasó al PSUC. En menos de siete años, de 1977 a 1984, pasó de ser un gran partido a convertirse en un grupo residual. De los 25 diputados de 1980, a los 6 de 1984. Han tenido que pasar 31 años para que En Comú Podem recuperara el nervio que tenían en el pasado los comunistas.
Si el soberanismo encuentra fórmulas para presentarse juntos en Madrid, será congruente con la ilusión de la mayoría de la gente que llenó las urnas el 9N y que hoy da su apoyo al Govern Puigdemont
Llevamos 100 días des de la constitución del primer Govern independentista de la historia contemporánea de Catalunya. Una gran victoria que tensa la política española porque el soberanismo catalán no cede en sus pretensiones. Si CDC o ERC hubieran claudicado, España tendría el Gobierno que no logran pactar los partidos del establishment. Es por eso que ahora que parece que se van a repetir las elecciones a Cortes, el soberanismo debería reflexionar sobre qué hacer. Si atiende a los cantamañanas, volveremos a repetir los dramas del pasado. Si encuentra fórmulas para presentarse juntos en Madrid, será congruente con la ilusión de la mayoría de la gente que llenó las urnas el 9N y que hoy da su apoyo al Govern Puigdemont. La auto-derrota sería el peor final.