Uno ha vivido la campaña electoral fuera de Catalunya y diría que no se ha perdido nada. Ojalá hubiera pasado lo mismo con el partido del otro día, pero lamentablemente decidí verlo. El caso es que hay más ambiente de primavera que electoral en un país en el que, ya antes del procés, en las redacciones de política de los diarios se decía que incluso el día en que se votara la independencia la gente se iría a la playa. En fin, ¿qué haríamos en este país sin la AP-7 y la C-16? Eso sí, echando un vistazo a cómo van las cosas, veo una tendencia a coincidir con que ganará Salvador Illa —el más convencido es él— y en que quizás haya que ir a una repetición electoral. Y lo más destacado que he encontrado es que los Ginestà, los dos hermanos que tocaron en la toma de posesión de Pere Aragonès —parece que fuera ayer—, han firmado un manifiesto a favor… de la CUP. Lo que dice mucho de su profesionalidad. De la de los Ginestà. Y de la de Aragonès seguro que también.

 

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Lo de los manifiestos es de las cosas más morbosas de una campaña. Leer a ver quién vota a quién. Y a los partidos y equipos de campaña les gusta mucho. Esto y las photo opportunity. Todavía recuerdo las carreras de Artur Mas y José Montilla para hacerse la foto con Jan Laporta. Ahora Laporta tiene mucho trabajo, menos glamour e Illa es del Espanyol. También gustan mucho los anuncios de fichajes. Como el de Josep Lluís Trapero, que no, no era un peligroso independentista. Del resto de la campaña, que un candidato haya hecho todos los mítines en Argelers demuestra los restos del naufragio del procés. La próxima campaña ya será, esperemos para la tranquilidad vital de todos, la mar de normal. Porque, no. No habrá independencia en la próxima legislatura. No es este el contexto en el que nos encontramos. Porque esto, aunque lo impulse un partido, o dos o tres, lo decide la gente, aquella que se le escapó de las manos a Mas y a todo el mundo, aquella que vivía en una Catalunya en plena crisis económica y de recortes después de años de hartazgo de tener un estado en contra. Ahora no hay una crisis económica, aunque se mantengan los agravios con el Estado. Pero diría que a los ciudadanos, también los que votaban independencia, les parece más urgente recuperar el pulso de las políticas después de 10 años en que el mundo y sus complejidades le han pasado por encima al país porque se ve que no se puede andar y comer chicle a la vez.

Diría que a los ciudadanos les parece más urgente recuperar el pulso de las políticas después de 10 años en que el mundo y sus complejidades le han pasado por encima al país, porque se ve que no se puede andar y comer chicle a la vez

Unos ciudadanos quizás conscientes de que tenían un estado en contra, pero que quizás también se han dado cuenta de que tampoco tendrían muy a favor a un nuevo estado, visto el nivel desarrollado. Así que no, estas elecciones no van de independencia, van de las cosas. Y quizá van de ver cuál es el mal menor. La democracia es el menos malo de los sistemas, decía aquél. Costó décadas tenerla y décadas de prueba-error. Y como nos hemos llenado la boca de votar, votar y votar, regresaremos por la AP-7 y la C-16, quizás con la tentación más alta que nunca de votar en blanco.