Quedan cuatro días y estamos casi como empezó la campaña. Las últimas encuestas publicadas —y no habrá más por la prohibición trasnochada de una ley de 1985— dejan los empates abiertos. Los resultados son tan ajustados que los 2 y 3 puntos de margen de error de las encuestadoras no permiten apuestas. En esos puñados de votos están las claves y las próximas hojas de ruta. Si se moviliza el bloque de izquierdas podrá con la hipermovilización del bloque PP/Vox, en unas elecciones donde el ejecutivo central no puede ganar demasiadas plazas y sí aguantar lo que tiene —que no es poco—. Ambos, PSOE y PP, coinciden meridianamente en las reglas del juego: quien gane el domingo, gana las generales. Eso si la ventaja se deja ver.
El PP ha arriesgado la campaña al monotema de ETA, primero con las listas de EH Bildu y de ahí al todo o nada de Ayuso cargando contra los pactos existentes del ejecutivo con Bildu y la petición de ilegalización. El discurso de Madrid ha arrastrado a Alberto Núñez Feijóo y ha roto la estrategia del PP nacional con argumentos de imposible encaje legal. Solo hay que ir a la sentencia del Constitucional cuando tachó de insuficientes las pruebas del Supremo para tumbar las 254 listas de Bildu: "Asegurar a ultranza la seguridad del Estado constitucional mediante controles preventivos pone en riesgo al propio Estado constitucional". Si no se pudo ilegalizar en 2011, menos todavía en 2023 con ETA desaparecida. Pero a Ayuso no le importan los argumentos constitucionales ni legales. Y es fácil que lo capitalice Vox, por un lado, Ayuso, por otro, y ninguno tiene como prioridad remar a favor de Feijóo.
El PSOE no se ha movido de los tres ejes de la campaña basados en la sanidad, vivienda y educación. Así se mantendrá hasta el cierre. Servicios públicos y gestión frente a los lemas del PP del retorno de la ola azul, la España de los ‘okupas’, el antisanchismo, la deuda y la vuelta de ETA. Los anuncios y la campaña de Sánchez está pensada para lanzar los mensajes nacionales por arriba para que sean aterrizados en las autonomías y ayuntamientos. El PP está eufórico por haber llenado la plaza de toros de Valencia. Pero tiene que ganar las municipales, que es donde Feijóo está fuerte. Es un candidato ganador en Galicia que venía a ganar en lo nacional. Algo tiene que sumar.
Gran parte del 28-M se resolverá a partir del 29. Será un domingo de calculadora
Luego está el juego del voto útil. Feijóo lo invoca pidiendo la vuelta de quienes se “ilusionaron” con Ciudadanos y los que quieren un “gobierno fuerte” y están en Vox. Voto útil del PP… y de Podemos. En Madrid, hace una semana, decidieron descolgar una lona inmensa en pleno centro con la foto del hermano de Ayuso bajo el tuit de Pablo Casado publicado en la cuenta del PP días antes de ser defenestrado: "La cuestión es si es entendible que el 1 de abril (de 2020), cuando morían en España 700 personas, se puede contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros de beneficio por vender mascarillas". Un cartel polémico por exhibir el rostro de un familiar anónimo. Aunque el argumento del PP ante la Junta Electoral Central es que puede "inducir a error a los electores sobre la autoría del mensaje electoral". Para el PP, la lona de Podemos, puede parecer suya.
Convencidos en la formación morada de que el mensaje no les penaliza, han intentado así romper la dinámica de Ayuso de encapsular la campaña en Sánchez y en Bildu. En la pelea por el 5% de representación, Podemos se juega la supervivencia como fuerza política, mantener el gobierno de Valencia y evitar la mayoría de Ayuso. Esto, como poco. Demasiadas victorias en un 5%.
Así que los empates técnicos de las encuestas del 28-M son los pactos del día de después. Si las generales se juegan en los extremos, en lo que estos sumen a los bloques PSOE/PP, el superdomingo del 28-M va de lo mismo. Gran parte del 28-M se resolverá a partir del 29. Será un domingo de calculadora. Veremos a los más votados mirar hacia los lados para comprobar si pueden gobernar. Un 28-M seguido del día de después, que durará semanas en algunos casos, para ver cómo quedan, qué gobiernos se forman y bajo qué condiciones. Será entonces cuando vislumbremos posibles alianzas que ahora no vemos.